Natalidad: a favor y en contra (III)

En las tiendas de canastilla, además del módulo para embarazadas, se ofertan algunos artículos por venta libre a precios asequibles, pero otros no son tan baratos. Foto: Martha Vecino Ulloa/Bohemia.

“¿Parir yo?, ni loca”… piensa la estudiante Adelvis Cuesta, de La Habana, mientras se encamina a la Cujae. Por su parte, la villaclareña Elisandra Estrada dice en la tienda La Canastilla que tendrá “dos hijos y punto”; lo acuña con un gesto al aire, uniendo el índice y el pulgar de su diestra. “Mi opinión: si una pare hijos es porque constituyen lo mejor de la vida, pero no es fácil, por razones económicas”, añade la futura mamá.

Con estos y muchos otros criterios populares en cuenta, la revista BOHEMIA realizó dos grupos de discusión, con 10 familias en total, donde participaron 40 personas de distintas edades y sexos.

Se seleccionó para los debates una zona rural y otra citadina, en Villa Clara y La Habana, respectivamente. A estas provincias les caracteriza un notable envejecimiento poblacional, y la capital presenta la tasa de fecundidad más baja del país.

En cuanto al ambiente socioeconómico, en el batey del desactivado Complejo Agro Industrial (CAI) Luis Arcos Bergnes, a 14 kilómetros de Camajuaní, entra solo un transporte colectivo a las 6:00 a.m. y otro a las 5:00 p.m., lo cual dificulta el traslado para las consultas médicas y vacunaciones de los niños; esto también afecta el viaje diario de quienes trabajaron antes en el central y por falta de opciones de empleo han buscado ocupación fuera de la localidad. Círculo infantil no hay, dejó de funcionar.

La zona No.1 de Alamar, elegida para el segundo encuentro, sobre todo por la gran concentración poblacional de la denominada “ciudad dormitorio”, tiene cerrados sus dos círculos infantiles. Y el transporte sigue dándoles dolores de cabeza a los moradores del lugar.

Logros y avances.

Los asistentes se ubican en círculo. La primera pregunta: ¿conocen ustedes las garantías y ayudas del sistema cubano para que las familias tengan hijos?, resulta ampliamente respondida, tanto por las cinco familias de la capital como por las de Villa Clara.

En Alamar, Noemí Cabaleiro (83 años), economista jubilada, resalta: la creación de los círculos infantiles para que las mujeres puedan trabajar y sus pequeños sean atendidos. “Han padecido altas y bajas a lo largo del país, pero se mantienen”, afirma.

“También –continúa Noemí– las leyes favorecen. Primero, las mujeres cuentan con el derecho y los recursos para controlar su fecundidad; además, el Código de Familia establece las obligaciones del padre con sus hijos y en general con sus familiares; en los casos en que la madre trabaja, porque ella gana más dinero, se da la oportunidad a los papás de cuidar a los niños, y el Estado les subsidia. Eso no pasa en ninguna otra parte del mundo.

“Las mamás disponen de un año de licencia retribuida y nuevas variantes de la ley benefician a las trabajadoras, incluido el sector no estatal”, concluye la abuela.

Destaca la villaclareña Rosalí Rodríguez (25 años), oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que en los centros de trabajo se respeta la licencia de maternidad y hay flexibilidad con las madres en el caso de que necesiten tiempo para las atenciones a sus niños; además, las administraciones contribuyen con la tramitación para el otorgamiento de los círculos infantiles.

Taimí Labrada (40 años), licenciada en Enfermería, expone en la capital que el Programa de Atención Materno-Infantil abarca desde las consultas multidisciplinarias para preparar a la pareja en la concepción de un bebé, hasta la psicoprofilaxis durante el embarazo; en los hogares maternos las mujeres con alto riesgo en su gestación son bien atendidas y hay todo un sistema organizado para los casos de partos múltiples.

“Se educa también a la población con cursos de maternidad y paternidad responsable, para que se interprete mejor el compromiso de ambos papás con sus hijos”, puntualiza la enfermera, aunque subraya que a pesar de tantas garantías, ella misma priorizó su trabajo y solo tuvo a su hija Tahira Alejandra, hoy adolescente.

En Villa Clara, Margarita Delgado (67 años), jubilada del sector azucarero, explica la atención esmerada a la madre y al bebé por parte del médico y la enfermera del área de salud. Yaneisi Pérez (32 años), ama de casa, asiente afirmativamente al escuchar a su antecesora. Ella misma recibió esos cuidados tras el parto; antes, la ingresaron por lejanía, para evitar un alumbramiento extrahospitalario y para que su niño naciera sin problemas.

Puntos neurálgicos.

La segunda interrogante de BOHEMIA mueve a muchos en sus asientos: ¿cuáles aspectos hacen más complejo o dificultan el incremento de la natalidad en el país?

En cada grupo de discusión se registra el mayor número de respuestas, 15 personas participan incluso más de una vez. Enumeran: la superación cultural y la participación activa de la mujer en la sociedad, los problemas de vivienda, los escasos ingresos que no solventan los gastos cuando nace un niño, las dificultades con el transporte y la carencia de círculos infantiles.

La auxiliar pedagógica Damarys Maceda (42 años) enfatiza, en Alamar, que a las cubanas la Revolución les ha dado oportunidades de superación y ocupación laboral. Por participar en proyectos profesionales, acceso a cursos y a viajes –incluidas las misiones internacionalistas–, muchas posponen parir.

Quien se casa, casa quiere, destaca el habanero Fernando Arias (59 años) y licenciado en Cultura Física. Amplía que al no existir otra opción para los matrimonios jóvenes que la convivencia con padres o abuelos en un mismo hogar, muchos deciden posponer el momento de la reproducción.

Dagoberto Alfonso (41 años), agente de seguridad, cruza sus brazos y mira molesto hacia el techo. A su familia le ha afectado el cierre del central azucarero villaclareño y considera que a otras personas del lugar también, porque los ingresos salariales se resienten.

Los participantes en los dos grupos de discusión coinciden en que el país, a partir de la actualización del modelo económico, hace esfuerzos por que los mayores resultados productivos sean mejor retribuidos y que se eleve la productividad. Pero ningún salario del sector estatal –e incluso algunos del área no estatal– cubre suficientemente las necesidades de una familia cuando les nace un bebé.

Acota la villaclareña Anisleidys Ruiz (29 años), ama de casa, que las compotas normadas de la bodega no alcanzan y las de venta libre desaparecen de los mercados. Además, los precios de la malanga y el plátano para el puré de los bebitos andan por el cielo.

“Para las embarazadas sobre todo hace falta más tela antiséptica dentro del módulo de canastilla, porque en la calle un culerito de gasa comprado a particulares cuesta cinco pesos, y el pañal de tela antiséptica, que es casi un metro, vale entre 30 y 35. No hay bolsillo para comprarlos. Los niños nos están saliendo muy caros hoy día”, concluye.

Donde más golpea el transporte es en la zona rural. Los del batey del extinto central Luis Arcos Bergnes se quejan de que las madres viajan desde temprano hacia Camajuaní, a vacunar a sus hijos, y a veces pierden el viaje porque les dicen que debe existir un número determinado de pacientes para poder abrir los bulbos de las vacunas. Entonces, esperando la transportación para regresar, pasan horas a la orilla de la carretera con sus niños cargados.

El círculo infantil sigue siendo un problema sin solución desde hace años, tanto en Alamar como en el batey camajuanense. Las familias hacen malabares con sus salarios para poder pagar a cuidadores particulares (hasta 20 CUC al mes), o encomiendan los niños a las abuelas y tías, a veces ellas sin las condiciones de salud, ni conocimientos adecuados para este tipo de atención.

Soluciones por las riendas.

La pregunta de cierre consistió en las propuestas para continuar favoreciendo la natalidad. Algunas respuestas enfilan hacia soluciones estatales: mejorar el transporte y la obtención de materiales para la construcción de viviendas, incrementar en el módulo de canastilla algunas ofertas para las embarazadas que más lo requieran.

Igual, ganan espacio las iniciativas locales para paliar algunas dificultades. En el otrora batey azucarero, plantean aprovechar el potencial de profesionales de la salud existente allí y crear un puesto médico que brinde mayores prestaciones –por ejemplo la vacunación–, lo cual evitaría acudir al poblado más cercano.

En la misma zona rural, aprovechando la figura del cuidador de niños dentro de las opciones de trabajo por cuenta propia, plantean crear una casa dedicada a estas atenciones. El lugar donde se desarrolla la dinámica grupal fue antes el círculo infantil de la comunidad; hoy es un círculo social, donde labora Marielis Santos, una logopeda que se autoelige para el cambio.

Mayelín Díaz Rodríguez, miembro del secretariado provincial de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en Villa Clara, y Yoryana Jiménez, secretaria general de la misma organización en Camajuaní, respaldan la iniciativa, y explican a Marielis los pasos legales y la vía de adiestramiento.

Los de Alamar fijan sus esperanzas en la rehabilitación de los dos círculos infantiles. Asegura Belkis Martínez, secretaria general de la FMC en el municipio de La Habana del Este, que con el uno por ciento de la contribución tributaria a los ingresos de la comunidad, el gobierno local solucionará la demanda social tan reiterada en las asambleas de la circunscripción.

Estas y otras acciones, si bien no necesariamente elevarán las cifras de la natalidad en Cuba, pueden hacer más llevadera la etapa en que las familias reciben a las cigüeñas.

¿Misión imposible?

Ariana Morales, directora de comercialización del Grupo Empresarial de la Industria Ligera (Gempil), explica que su entidad prioriza la entrega de artículos de uso infantil a entidades como el Ministerio de Educación (círculos infantiles) y el Mincin. Asegura que se cubre la demanda nacional de 140 000 módulos de canastilla anuales.

Sin embargo, hay renglones que no se producen en el país como las sillas higiénicas, los corrales y los andadores y es reducida la elaboración de las cunas, aunque hay una prioridad para los casos sociales.

Informa la entrevistada que en 2016 se intentó incorporar nuevas ofertas, pero no se llegó a concretar ese fin por razones financieras del país.

Asiente ante el comentario de los periodistas sobre la necesidad de que la ropa importada vendida en las tiendas en divisas y las confeccionadas por los trabajadores por cuenta propia, sea más adecuada a las condiciones climáticas del país, pues hoy se ofertan sábanas y conjuntos de vestir de poliéster, perjudicial para la delicada piel de los bebés.

Tiene la palabra el comercio.

El ingeniero Yosvani Pupo Otero, director de ventas minoristas del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), reconoce que a diferencia de épocas anteriores cuando el módulo de canastilla contenía más productos, el actual no destaca por sus surtidos, dada la falta de financiamiento. Sin embargo, está asegurado para todas las embarazadas y a precios módicos.

En relación con las cunas, “no podemos cubrir la totalidad de la demanda debido a que sobrepasa la capacidad de la industria. Esta solo nos aporta 50 mil, por lo que tratamos de situarlas donde más falta hacen”, esclarece la especialista de ventas Siuris García.

En cambio, el Mincin garantiza a nivel nacional que a cada hogar donde haya una embarazada o un menor de edad, llegue una cuota de productos alimenticios normados, esencialmente en dietas de leche, cárnicos y viandas; todo subsidiado, resume Vilma Gómez, especialista del grupo de alimentos.

“Como parte de la política en función de la dinámica demográfica del país, existen perspectivas para no solo elevar la calidad de la canastilla, sino además mejorar las provisiones a la red de comercio interior con calzado, vestuario, alimentos para niños, y así rescatar la especialización dirigida a este segmento poblacional que con el tiempo se ha perdido”, subraya Pupo Otero.

LOS GASTOS DEL BEBÉ

Todo bebé cubano recibe un módulo de canastilla de 152 pesos, subsidiado por el Estado. Cada mes tiene derecho a lácteos, compotas y picadillo de res, por cerca de 11,45 pesos. Pero, en las necesidades del primer año de vida, las familias realizan cuantiosos gastos en otras compras, de las cuales solo relacionamos algunas:

Fuente: Precios declarados por la Dirección de ventas minoristas del Mincin, trabajadores por cuenta propia, y familias de Villa Clara y La Habana Infografía realizada por DI Ana Ibis González, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

(Tomado de la Revista Bohemia)