¡Cómo batea el pequeño! (+ Fotos y Video)

Por Norka Meisozo, David Vázquez y Rafael A. González, Estudiantes de Periodismo

Últimamente, las tardes de la habanera esquina de Espada y 27 se han convertido en una atracción local. En Cuba no es raro ver niños jugando pelota en las calles, pero si quien batea es un pequeño de tres años, la cosa es distinta. ¡Y cómo batea!

Darío González dirige sus pasos hacia el cajón de bateo, flexiona las piernas, alza los brazos. Lanza una mirada retadora a su padre-pitcher. Desde un balcón un bóxer sigue sus movimientos con atención. Son las cuatro de la tarde y los vecinos ya saben que a esta hora comienza Darío a "entrenar", y se detienen en las aceras para verlo en acción.

Un swing en falso. "Tas tirando mal viejo, estás tirando mal", le dice al pitcher con voz balbuceante. "Dale que quiero ver el batazo", comenta una señora. Deja pasar dos bolas más. "Duro ahí, párate bien", grita el padre. Contrae los músculos de todo el cuerpo y conecta un batazo que cruza la calle. Y otro, y otro... "No me ponchas ahora, ¿viste?" le dice risueño a su papá.

Con semejante espectáculo no es de extrañar que Darío se haya convertido en noticia. Todo comenzó en el primer año, cuando su mamá le dio como regalo un bate de plástico. El padre no creía que tuviera edad para jugar pero apenas vio sus aptitudes, inició los "entrenamientos". Pronto hubo que sacarlo de la casa porque sus batazos empezaron a hacer estragos. Fuera del hogar y con un bate de madera, las bolas comenzaron a cruzar la acera y a colarse dentro de las casas vecinas.

A todos llamó la atención aquel querubín de poco más de un año que bateaba como si se tratara de un experimentado slugger. Quienes viven en el barrio se habituaron a ver cada día la singular liga de beisbol. "¡Cómo se pone el pequeño!", exclama un joven desde un portal.

"Batea por el hueco", le dice un muchacho del barrio. Y allá va la pelota. "!Qué lindo Darío!", suspira una niña que lo mira jugar. No contento con batear portentosamente, toca la bola, corre por bases inexistentes como si pisara las almohadillas del Estadio Latinoamericano, se desliza y discute jugadas. Pareciera que el mismo Babe Ruth encogió y decidió dar muestras de su talento en las calles de Cuba.

Ahora cambia el bate por el guante y la pelota. Adopta pose de lanzador veterano. "Tengo que poncharte", le dice a su padre con el rostro oculto tras el guante. Lanza un par de bolas, pero se aburre rápidamente y regresa a los batazos y las carreras.

Lo interrumpimos con unas preguntas. "¿Qué vas a hacer cuando seas grande Darío?", "De Industriales", responde. Vuelve la pelota a volar por los aires, y dejamos a Darío, el pequeño gran pelotero de las calles Espada y 27, deseando batear para casa de Maby, su vecina, "para darle al gato", confiesa.