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Violencia de género, el desafío de mirar

En nuestro país, que nadie lo dude, las violencias machistas son un problema pendiente más allá del hogar. Ilustración: Isabel Gómez Guizar / Domestika.

Carmen tiene 32 años, una hija, una ocupación que le gusta y una relación estable. Nunca la han golpeado o violado, pero sufre todos los días los efectos de la violencia de género dentro de su propia casa. Además de asumir todas las labores domésticas y de cuidados de la pequeña, no tiene voz ni voto en la gestión económica del hogar, su esposo controla sus salidas con amigos e incluso, sugiere que deje de trabajar. Discuten a menudo, él grita, le recuerda “lo mal que quedó su cuerpo luego del parto” o le dice que “es demasiado bruta para ocuparse de nada más”.

Como nunca le ha levantado la mano y es muy bueno con la niña, no se ha propuesto seriamente terminar la relación. Además, teme los avatares de la vida de madre soltera. Piensa en la falta de vivienda, en el apoyo económico, en la supuesta estabilidad. No siempre es consciente de que la violentan; sin embargo, sufre, mucho.

Carmen no se llama Carmen, pero vive en Cuba, su historia es real. Lamentablemente no es un caso aislado, ni siquiera el peor. En otras familias, muchas veces las peleas terminan en golpes. En nuestro país, que nadie lo dude, las violencias machistas son un problema pendiente más allá del hogar. Independientemente del nivel educacional o económico, el lugar donde se vive, la raza, la orientación e identidad sexual, se registran en todas sus variantes, física, sexual, económica, psicológica...

Las estadísticas lo confirman. Según la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG-2016), realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) y la FMC, el 39,6 por ciento de las mujeres entrevistadas declaró haber sufrido violencia en algún momento de sus vidas, en el contexto de sus relaciones de pareja. Por otra parte, en 2019, el informe nacional cubano de cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reportó una tasa de feminicidios de 0.99 por cada 100.000 mujeres de 15 años o más para el año 2016.

Las cubanas, además, lidian con el acoso naturalizado en las calles y en algunos centros laborales, con expresiones diversas de control, con la infravaloración de sus capacidades y la discriminación en más de una profesión, entre otros muchos ejemplos que, redes sociales e Internet mediante, comienzan a notarse.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer para visibilizar estos conflictos dentro de la realidad nacional. Sobre todo, si tenemos en cuenta que en medios de comunicación y productos comunicativos diversos también suele aparecer, de forma simbólica, la violencia machista. Muchas veces los conflictos de género no están en estos espacios. Otras, se distribuyen mensajes reproductores de estereotipos y prejuicios que contribuyen a la discriminación de las mujeres.

La televisión no escapa al desafío. Según la periodista Lirians Gordillo, especialista en temas de género, en la producción audiovisual, salvo algunas excepciones, persiste una representación patriarcal de las mujeres. Los conflictos e intereses habituales para ellas siguen siendo los tradicionales: la familia, las relaciones de pareja, el envejecimiento. Incluso cuando poseen una vida pública y profesional activa, los problemas asociados a ella se subordinan a los anteriores.

Explicó a Cubadebate que, por tanto, urge desaprender muchos estereotipos, muchas representaciones y muchos códigos machistas para realizar productos más equitativos e inclusivos. Realizadores, artistas y profesionales de la comunicación deben combinar la preparación personal con el uso de asesores y especialistas a la hora de construir obras que se acerquen a estos temas. En definitiva, visibilizar estos desafíos es el primer paso para empezar a encontrar soluciones.

Miradas sin excusas, otro paso en el camino

Observar, mirar más allá, visibilizar la violencia de género. Ese es precisamente el objetivo del equipo de la televisión cubana que ajusta los últimos detalles de la revista Miradas sin excusas. El programa, que saldrá al aire próximamente conducido por la psicóloga y sexóloga Beatriz Torres, llevará al público historias de ficción, conflictos, análisis y datos para motivar la reflexión sobre estos temas.

Según su directora, Elena Palacios, aunque las múltiples violencias de género no han sido un tema constante en la televisión cubana, algunos trabajos han propuesto exploraciones en tales asuntos.

“Telefilmes como Obscena Intimidad, Apuntaladas, Un instante de sol, Satisfacción garantizada, Los Aretes que le faltan a la luna, la serie Rompiendo el silencio, el programa de orientación Cuando una mujer y telenovelas como Bajo el mismo sol han representado algunas facetas visibles y menos visibles de las violencias de género y han calado en los espectadores”, enumeró.

Sin embargo, opinó, vale la pena defender espacios que, desde la seducción de la ficción, enseñen cuántas maneras hay de experimentar y sufrir estas violencias, ya sea como víctimas o como victimarios, y cuánto pueden lacerar, lastimar, empañar las vidas humanas.

En ese camino, Miradas sin excusas apuesta por complementar ficción y análisis para conseguir una comprensión más profunda de estos desafíos. Según explicó a Cubadebate la directora del Departamento de Dramatizados del Canal Cubavisión, Altair Reyes, el programa “incluirá varios materiales de ficción, entre ellos la serie Rompiendo el silencio que, luego de estrenar su segunda temporada, retransmitirá los 9 capítulos de la primera, ahora acompañados de fragmentos de audiovisuales foráneos que abordan temáticas similares, así como de un espacio de debate que se mantendrá a lo largo de todas las emisiones de la revista”.

Por ahora, agregó, cuentan con 20 emisiones. Pero la dirección del Canal Cubavisión está estudiando su parrilla de programación y analizando la posibilidad de introducir un espacio de 27 minutos con este objetivo.

La nueva propuesta televisiva abordará diversas manifestaciones de las violencias machistas, desde aquellas más evidentes como la física o la sexual, hasta otras menos perceptibles como la patrimonial o la psicológica. Además, dedicará tiempo al análisis del acoso, el control, el bullying y la violencia en el espacio laboral.

“Como la serie a la que sirve de preámbulo, se acerca a casi la totalidad de las violencias, las pluraliza desde la investigación. Esta revista transversaliza el fenómeno y se enfoca en explicarle al espectador importantes conceptos como el de la interseccionalidad, acercándonos de manera diáfana al entendimiento de que raza, etnia, ruralidad, edad y otros factores no pueden dejarse a un lado a la hora de realizar estos análisis”, explicó su directora.

Sobre todo, comentó Karina Paz, productora de la revista, pretende ampliar la mirada acerca de lo que entendemos como violencia por razones de género, para llegar a comprender cómo los roles y estereotipos de género afectan y violentan también a los hombres. “Todos nos comportamos de determinadas maneras, porque así nos enseñaron a pensar y a actuar en la familia, en la sociedad. Pero como decía Isabel Moya: Todo lo que se aprende, se puede desaprender”, dijo.

Para ello, es necesario plantear nuevas y más saludables formas de ver la vida, de relacionarse con las personas, siempre sobre las bases del respeto al otro y el derecho de todos y todas a ser felices. “Eso es lo que proponemos a nuestros públicos: mirar sin excusas hacia temas sensibles de nuestra vida diaria”, puntualizó.

En ese camino, la sección de debate que incorporará Miradas sin excusas será vital. En cada emisión, un panel abordará temáticas relacionadas con el capítulo correspondiente de la serie emitida. Para ello, convocaron a especialistas que, desde diferentes áreas de experticia (sociología, psicología, ámbito jurídico, comunicación, entre otras), han dedicado años y esfuerzos a la investigación, la atención y el acompañamiento de mujeres y niñas en situaciones de violencia.

La idea, comentó Altair Reyes, era que pudieran transmitir sus experiencias de manera coloquial, como si estuviéramos sentados con ellos, conversando en la sala de nuestras casas. “Para sensibilizarnos con algo, lo primero que debemos hacer es informarnos, porque sólo desde el conocimiento podemos plantear nuevas miradas a fenómenos que no son para nada nuevos”, apuntó.

En definitiva, si la ficción tiene como ventaja que presenta los problemas en primera persona, el análisis con especialistas contribuye a contextualizar desafíos, causas, consecuencias y, sobre todo, posibles soluciones. Probablemente en esa combinación está la principal fortaleza del nuevo programa.

Según Elena Palacios, al contar con especialistas, la revista aporta un enfoque multidisciplinario y aúna conocimientos en función de desentrañar las distintas violencias. “Para Miradas sin excusas es importante no dejar en el espectador un escenario sombrío: las soluciones son importantes, así como la intención de alejar a las víctimas de esa posible sensación de soledad o inevitabilidad”, dijo.

Miradas sin excusas no solucionará por sí sola la violencia de género en Cuba. El desafío es más largo y complejo. Hacen falta cada vez más propuestas que, de manera sistemática, diversa, interconectada y profunda, aborden todas las manifestaciones del problema. Es necesario combinar ficción con estadísticas e historias de vida.

Sin embargo, la nueva propuesta televisiva supone otra alternativa para sensibilizar en torno a estos conflictos y romper con la reproducción de estereotipos en los medios audiovisuales. Es, en cualquier caso, otro paso en el camino.