Diario desde La Covadonga: Una semana sin abrazos (VI)

Las ambulancias trasladan pacientes sospechosos a la COVID-19 hacia el hospital. Foto: Gabriela Fernández.

Sola en el pantry, Camila se esconde para llorar. Afuera, en el portal, todos reímos de las ocurrencias de Pupo cuando llega Rita y avisa. “Llevo una semana sin abrazar a nadie”, dice la abogada del grupo y justifica su llanto a moco tendido. Hace días yo hablaba con un amigo sobre el Libro de los abrazos, de Eduardo Galeano. Camila necesita un apretón como sinónimo de que todo marcha bien. ¡Coño, no se puede!, y menos aquí. Hay veces en que lo sencillo muta para ser trascendental. Le hago cosquillas. Ella –el alma de la tropa– sonríe. Es sábado. ¿No son los domingos los días tristes?

En la cama 18, un señor que llegó a Cuba en vuelo humanitario, deja escapar un sollozo. Lleva siete meses sin ver a la familia. Parece que extraña. Toma la bandeja y apenas levanta la vista. Solo revela sus ojos mustios cuando agradece y alza el mentón.

“Qué buena está la comida aquí”, dice otra señora que también arribó recientemente al país. En unas horas vendrá el taxi a recogerla, tras ser descartada con la enfermedad.

Rita y yo volvemos a nuestra área de confort y desinfección permanente: el pantry. Allí no para el ajetreo: desayuno, merienda, almuerzo, merienda, comida, merienda. Untamos agua, cloro y jabón a cada recodo del cuerpo en contacto con las superficies. Con los días desarrollas una estricta memoria fotográfica que alerta dónde tocaste.

La directora del hospital junto al personal de salud y de apoyo de la sala "Mario Muñoz".

Bien lo saben las enfermeras Yelena y Laura. Cuentan que durante su primera vez en el hospital “Salvador Allende” con la pandemia –del 13 al 27 de abril– tuvieron dos fallecidos y más de diez casos positivos. Sin embargo, han vuelto otra vez. “Lo que cuenta son las buenas obras. Imposible entregarse a alguna misión si no la amas”, comenta uno de los lectores de este Diario.

En medio del pasillo central, Alejandro “el ruso” pregunta ¿de dónde Camila saca tanta energía? Han dejado la sala limpia y llevan el traje verde encharcado en sudor. Creo que se les empapa el alma, como diría Cortázar. Mientras tanto, una parte del grupo prepara, sigilosamente, el cumpleaños de Jorgito. Seis días sin casos positivos en la sala “Mella” de La Covadonga. Jorgito no puede estar más feliz.

Diariamente los estudiantes voluntarios de la Universidad de La Habana sirven los alimentos de los pacientes. Foto: Andy Jorge Blanco.