Diario desde La Covadonga: Misión nacional (V)

Con un bolígrafo, Jorgito le escribe en la mano a Rita el nombre de cada uno de nosotros. Ella dice que es solo el quinto día y ya andan “así de intensos”. ¿Cómo aprendemos a querer tan pronto a personas que conocimos el lunes, y hoy apenas es viernes? ¿En cuánto tiempo se puede hacer una familia?

Los dos Alejandros me dicen que por nada del mundo deje de poner en el Diario el lema del grupo: “Empezamos todos, terminamos todos”. Visten hoy con un traje blanco; parece que se alistan para ir a la luna y no que se forran para limpiar los cuartos de los casos sospechosos a la COVID-19. “La NASA llegó a La Covadonga”, comenta el coordinador de la tropa. Reímos. Pupo defiende que, aunque la tarea es difícil, no podemos perder la alegría. Así lo sabe uno de los pacientes: un señor mayor, canoso, bonachón, en la edad de mayor riesgo:
–¿Cómo se siente? –le pregunto mientras él estira el brazo para recibir el yougurt de la merienda vespertina en la sala “Julio Antonio Mella”.
–Aquí estamos… tratando de ganar la pelea.
“Mi viejito lindo”, le dice la doctora Lissette cuando lo ve más tarde dirigirse al baño con la toalla al hombro. Cuando esta crónica se publique, él ya estará en casa, al igual que otros seis pacientes. PCR negativo. ¡La gloria!

Alejandro “el ruso” sostiene que esta sala le gusta más: “Yo le descargo a Mella”. Rita toca entonces a la puerta. Viene con un termo. “Oye, a nadie le llevan el café a la cama en un centro de aislamiento, nada más a los pacientes”, afirma con toda la verdad del universo. Es viernes 10 de julio. Hace catorce días se cumplió el aniversario 112 del nacimiento de Salvador Allende, corajudo hasta la muerte. Catorce días estaremos en este hospital que lleva su nombre.

Mylene Vázquez, la directora del centro, pasa a vernos. Pregunta, sugiere, los ojos se le ponen lagrimosos. Pide una foto con el team. Por su parte, Zuneya, una de las tres enfermeras de la sala, quiere la suya. Ella anda todo el tiempo pendiente de los pacientes. Hasta por sus dietas se preocupa. “Yo hago mi trabajo con amor, la verdad. Ojalá todos den negativos”, afirma y se persigna.

Chupa una tajada de mango y en un alto añade: “Esto es una misión nacional”. Hay gente desconocida que lleva un corazón enorme y no es justo el anonimato.
Afuera escampa. Los perros ladran a los gatos que han salido en busca de comida.

De izquierda a derecha: Camila, Alejandro y Adrián Alejandro. Foto: Andy Jorge Blanco/ Cubadebate.

Con un bolígrafo, Jorgito le escribe en la mano a Rita el nombre de cada uno de nosotros. Foto: Rita Karo.

 

La enfermera Zuneya labora en la sala Mella de La Covadonga. Foto: Andy Jorge Blanco/ Cubadebate.

Mylene Vázquez, la directora del hospital "Salvador Allende", junto a uno de los grupos de voluntarios. Foto: Andy Jorge Blanco/ Cubadebate.