Puerto Rico se rebela

Manifestantes cantan durante el cuarto día de protesta pidiendo la renuncia del gobernador Ricardo Rossello en San Juan, Puerto Rico, el 16 de julio de 2019. Foto: Gabriella N. Baez/ Reuters.

En estos días veloces hemos visto, a través de los medios, cómo se han desatado, magníficas, las fuerzas populares tomando las calles en la patria de nacimiento de Pablo de la Torriente Brau. El título de este trabajo publicado en el periódico habanero Ahora en la pasada década del 30 parece estar trayéndonos la voz misma del cronista incesante, como si ahora documentara –y disfrutara– el poderoso ejemplo boricua de estos días intensos.

Cuánto hemos imaginado en estas jornadas al periodista audaz y comprometido, buscándolo entre las imágenes de los medios digitales actuales. Y más de una vez nos pareció verlo –¡lo vimos! – encarando una hilera de policías neocoloniales y tomando apuntes para su próxima crónica.

Puerto Rico fue también sueño libertario de Pablo: ahí está su participación en las campañas pro-independencia de la isla hermana organizadas por las vanguardias cubanas de la época; ahí está en su amistad solidaria con el poeta y luchador antimperialista Juan Antonio Corretjer; ahí está el cariño entregado en un bufete de la Habana Vieja a una hija de puertorriqueña, tierna y querida, Conchita Fernández.

Por todas esas razones –y otras que no caben en estas páginas– llega Pablo pensando y diciendo su palabra vigente sobre Puerto Rico. Y nosotros con él.

¡Viva Puerto Rico libre, carajo!

Víctor Casaus

Pablo de la Torriente Brau. 

Un pueblo que se despierta Es una alegría saber que un pueblo se despierta y se rebela; que está dispuesto a sacudir, sangrientamente, su abyecta inercia combativa; que tiene ya dos pasiones, poderosas y resonantes, como un río que crece: el anhelo de su libertad y el odio a sus opresores… ¡Puerto Rico se rebela!... Y es claro que siento un regocijo profundo al consignarlo, por la parte de otras razones mayores, desciendo, por la más directa de las líneas genealógicas, de Salvador Brau, el historiador de la eterna opresión de aquella isla, devastada primero por España y pisoteada hoy por los Estados Unidos.

Puerto Rico se rebela, dice Juan Antonio Corretjer, joven líder del Partido Nacionalista Portorriqueño, en cuyas palabras, cargadas de esperanza y de odio, se adivina la voz de millares de hombres. Como lo hizo una vez José de Diego, como lo hizo también Albizu Campos,86 Corretjer camina ahora 84 14 de febrero de 1935, pp. 1, 8. 85 Juan Antonio Corretjer Montes (1908-1985). Poeta, periodista, escritor y político puertorriqueño, luchador por la independencia de su patria. 86 Pedro Albizu Campos (1891-1965). Líder independentista puertorriqueño, con larga permanencia en prisiones norteamericanas. Sus compatriotas lo sobrenombraron El maestro y Don Pedro, como expresión de admiración y respeto. 455 por los pueblos americanos para llevar la vibración revolucionaria que estremece a su pueblo, cada día con más odio hacia el yanqui y con más febrilmente deseo de ser libre. Ha ido ya por Santo Domingo y por Haití. Ha llegado a Cuba. Y se irá ahora por Méjico, Centro y Sur América. Sabe que toda lucha, por noble que sea, demanda la propaganda. Y aunque el trabajo es fácil, porque solo quiere la simpatía hacia la causa de Puerto Rico, es largo sin embargo porque apenas hay un pedazo de América en donde no sea posible ir a buscar un poco de odio hacia ellos…

Los criados del gobernador

Manifestantes repudian al gobernador Ricardo Roselló en San Juan (Puerto Rico), el 16 de julio del 2019. Foto: Gabriella N. Baez/ Reuters.

Como en todas sus colonias y semicolonias hispanoamericanas, el gobernador yanqui de Puerto Rico cuenta con una pandilla de criados nativos… Allí están los capitancitos de los partidos políticos Liberal, Socialista y Republicano, “enemigo de la república”, dice Corretjer. Ellos son los que arrastran a una masa que cada día es menor, a un servilismo cobarde y ominoso.

Ellos son los que cuentan con tipos como un tal doctor Toro Cuevas, juez presidente de la Audiencia Territorial de los yanquis, graduado por cierto de La Habana, y a quien Albizu Campos llamó una vez “perro guardián del régimen” porque, para demostrar a los portorriqueños lo ilusorio de sus anhelos liberadores, trató de ridiculizar torpemente la guerra de independencia de Cuba.

Ellos son los que le bruñen la escupidera al gobernador americano... Ellos son, en fin, para terminar, más viles y asquerosos que nuestros famosos porteros de la embajada yanqui.

Frente al yanqui

Miles de manifestantes pidieron la renuncia de Ricardo Roselló en San Juan. Foto: Gabriella N. Baez/ Reuters.

Frente al yanqui, cuando el yanqui era español, se levantó en Puerto Rico, Betances, que fue delegado del Partido Revolucionario Cubano y que luchó por la independencia de Cuba para alcanzar también la de Puerto Rico. Después vino un silencio largo de abatimientos y sumisión, y de él, a los años, surgió la campaña de José de Diego, tocada de un nacionalismo y un antillanismo romántico en que se reflejaban claramente influencias bolivarianas y martianas, muy nobles, pero atrasadas a la voraz realidad del momento. Albizu Campos comenzó por el mismo o parecido camino –hablo por la impresión que aquí dejó su paso– pero hoy, según se desprende de las palabras de Juan Antonio Corretjer, el movimiento libertador del nacionalismo portorriqueño tiene horizontes más amplios y comprende la imperiosa necesidad de la revolución como único camino posible a la par que no se le oculta que “sobre las ruinas de una colonia imperialista sería ridículo construir una república burguesa”! Para el caso, tienen la experiencia de todo un continente y su culpabilidad histórica sería mucho mayor.

Por encima de todo obstáculo y de toda trampa, el Partido Nacionalista extiende su área de influencia por todo Puerto Rico. Las últimas elecciones, que fueron una desvergüenza inaudita, le ganaron la simpatía de millares de hombres al ver cómo se realizaba el descarado despojo. En Utuado, baluarte poderoso del Partido, solo “obtuvo” este ¡410 votos!

En la oposición continúa el Partido, que ha ejercido sus fuerzas. Fundado en 1923, tres hechos fundamentales le han dado prestigio: la acusación contra la 457 Institución Rockefeller, al comprobarse que el doctor Rhodes, del Hospital Presbiteriano de San Juan, estaba utilizando a los portorriqueños como si fueran curieles de ensayo, para inocularles el cáncer…; el motín del Capitolio, el 16 de abril de 1932, al cumplirse el natalicio de José de Diego, “que devolvió al pueblo la fe en la sinceridad de los hombres directores”, y, la huelga agraria de 1934, en el curso de la cual, el presidente del Partido, con autorización de la Junta Directora, declaró públicamente que “al primer obrero caído en los cañaverales de Guánica o Ajardo, pagaría el Gobernador General Winschip con la vida”…

Hoy el Partido Nacionalista, que comenzó sus campañas casi bajo el signo de la utopía, tiene un impulso potente y ensordecedor. No es, ciertamente, un partido de clase, sino un block de frente único en su base, integrada principalmente por la nueva generación estudiantil y por una mayoría popular integrada casi toda por obreros agrarios. Demostración de que no es un partido de clase, aparte de su base de frente único, la constituyen sus reiteradas manifestaciones de que, una vez lograda la independencia, no aspirará al poder para determinado sector de la población, sino que se desintegrará en la Asamblea Constituyente… El propósito es realmente difícil de cumplir, aunque sea honrado. Fatalmente, el Partido Nacionalista, si de veras cuenta con una base en que la mayoría es campesina y obrera, habrá de transformarse en un partido clasista que impulsará, por encima de sus jefes, si sus jefes se oponen, la revolución agraria y antimperialista, único modo de sacudirse las cadenas feudales que lo oprimen.

El feudalismo en Puerto Rico

Manifestantes piden la renuncia del gobernador Ricardo Roselló en San Juan. Foto: Gabriella N. Baez/ Reuters.

Mucho se ha escrito sobre la explotación feudal a que han sido sometidas, a lo largo de los siglos, las islas del Caribe. Cuba, Santo Domingo, Haití, Jamaica, Puerto Rico… Pero conviene refrescar la memoria. Juan Antonio Corretjer suministra datos precisos sobre Puerto Rico, para que conozca lo que es hoy el feudalismo aquel que no lo quiera estudiar en la Edad Media.

Un dato –que parece de Cuba–, el 87 % de la industria azucarera portorriqueña pertenece a los yanquis. Los latifundistas nativos y españoles han sido desplazados. Apenas si queda don Fernando Calaf con alguna preeminencia…

¡Sesenta millones de pesos pagan los portorriqueños de contribuciones!... Ellos solos los pagan, a ellos solos les arrancan esa suma extraordinaria para la que no ponen los yanquis ni un centavo; los yanquis se lo llevan todo y solo dejan la miseria a los infelices y la ignominia a los traidores… Porque ni los bancos, ni las empresas, ni las organizaciones capitalistas de los yanquis tributan nada para engrosar esa cifra casi astronómica de sesenta millones de pesos que se exprimen de la sangre y el hambre y el sudor del pueblo.

Pero todavía la carga ha parecido poca. La N.R.A., que se ha gastado más en propaganda que una nueva marca de automóvil o que unas píldoras para el hígado, ha echado sobre los hombres famélicos de Puerto Rico, una contribución extra de treinta millones de pesos, de los cuales, para degradar al pueblo y hundirlo, dedican cuatro a un reparto de limosneros. Y por la N.R.A., que no en vano tiene como 459 símbolo la rapacidad del águila, Roosevelt, que en holandés quiere decir “campo de rosas”, en portorriqueño quiere decir, “campo de ruinas”.

No puede pasar sin odio todo esto. Juan Antonio Corretjer, hablando a nombre de su partido, martillea duras palabras contra la tierra yanqui. Dice que nació a la libertad sin sentido social, con el estigma de la esclavitud y para engendrar el imperialismo económico. En un rápido recorrido de su historia, afirma que hasta Hoover mantuvo la política del subsidio de la abundancia y ante la quiebra fatal, sacó de la sombra a Roosevelt, para convertirlo en el hombre providencial del imperialismo, que sustituyó la antigua fórmula por la del “subsidio de la escasez”, para perpetuar el monopolio y el latifundio imperialista…

El eco de la revolución

La revolución resuena con el hambre del mundo, y hasta Puerto Rico, apartado de él por océanos de agua, ha retumbado el eco de su portentosa voz. Ya allí se habla de la única solución: la de las armas y la sangre. Los limpiagargajos de la reacción, los fieles criados del yanqui, utilizan todos los recursos para detener su marcha. Y cuando Paraguay y Bolivia, manejados por farsantes, se desangran en una lucha que siguen por cable desde Londres y Nueva York los que la promueven; y cuando Santo Domingo se llena de silencio pánico, por la opresión de un tiranuelo; y cuando Nicaragua ofrece en vano una década épica a la historia y cuando Cuba se resiste a dejarse estafar una revolución, los capitancitos de partidos, los letrineros del gobernador yanqui, como 460 barítonos de la opereta, proclaman la incapacidad de Hispanoamérica para gobernarse; la necesidad del “padrecito” yanqui y ponen como ejemplo el Capitolio resplandeciente, el Instituto para Enfermedades Tropicales, y la implantación del inodoro, trono más alto al que ellos pueden llegar!...

Pero la revolución se expande, como el eco y como el río. Penetra en todas partes y llega hasta el mismo Nueva York. Allí, en la capital de la explotación, en donde yo tuve la dolorosa experiencia personal de ver cómo se nos desprecia a todos los spaniers y cómo en las fábricas, particularmente a los cubanos, y más aún a los portorriqueños, se les desprecia y discrimina por los boss, también allí el movimiento de liberación portorriqueño adquiere fuerza y empuje y los oradores de la Liga Antimperialista Portorriqueña todas las noches sacan sus tribunas a lo largo de las avenidas de Harlem para denunciar la opresión y el crimen.

¡La revolución se expande, como el eco y como el río, y el día que estalle en Puerto Rico habrá de resonar también en Nueva York!

Pablo de la Torriente Brau