Viñales, tierra de meteoritos, mogotes, cavernas y un futuro geoparque

Viñales. Foto: Deny Extremera.

La zona donde el 1 de febrero pasado se dispersó la lluvia de micrometeoritos originada por la explosión de un meteorito a varios kilómetros de altura, el Parque Nacional Viñales -donde se encuentra el Valle de Viñales, Monumento Nacional y Paisaje Cultural de la Humanidad-, podría ser conocida en poco tiempo con una nueva categoría, la de geoparque, una estructura de manejo que se hizo cada vez más usada en el mundo desde los años noventa.

“Los primeros estudios para emprender algo con el patrimonio geológico de Viñales se remontan a 2006, pero el trabajo más abarcador se realizó en 2017, cuando se hizo un estudio geológico y geomorfológico del Parque Nacional Viñales, a partir del cual surgió la propuesta de geoparque y se actualizó el registro de geositios en la zona”, explica Manuel Vázquez Torres, especialista de la Empresa Geominera de Pinar del Río, a cargo de la coordinación científica del proyecto.

Vázquez Torres, también coordinador regional de la cartografía geológica de Pinar del Río, presentó información actual sobre el proyecto de geoparque durante la octava Convención de Ciencias de la Tierra, Geociencias 2019, en La Habana, en una sesión en la que Roberto Rodríguez Fernández, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), reveló que los 15 existentes en ese país europeo reciben una media de diez millones de visitantes anuales.

Los geoparques (geoparque es una distinción sin carácter normativo que otorga la Unesco a territorios que presentan un destacado patrimonio geológico) surgieron a principios de la década de los noventa en Europa. Francia, Alemania, Grecia y España son fundadores. Desde entonces, el número ha ido en aumento. Hoy existen 127 geoparques (hasta mayo de 2017) repartidos en 35 países. De ellos, 69 están en 22 países de Europa. (Fuente: Instituto Geológico y Minero de España, IGME).

Viñales. Foto: Irene Pérez.

El de Viñales, primer proyecto de geoparque que se conoce en Cuba - “lo que no quiere decir que no haya condiciones y potencialidades en otras regiones del país para que se creen parques similares”, acota Vázquez Torres-, tendría 287 kilómetros cuadrados y ocuparía una parte del centro norte de la provincia de Pinar del Río, en la Sierra de los Órganos.

“El Geoparque de Viñales está en una etapa avanzada. Ya dimos el primer paso, evaluar el patrimonio geológico de la región y hacer el inventario de geositios. A partir de ahí conformamos un expediente con una propuesta de geoparque que ya tiene la aprobación del Consejo de la Administración en Viñales y en Matahambre -porque ocupa territorio de los dos municipios- y del Consejo de la Administración Provincial. En este momento está en proceso de revisión por los Órganos de la Administración Central del Estado”.

El de Viñales y otros geoparques que pudieran ser creados en Cuba ocuparían áreas que en su interior tienen otras estructuras de manejo. En el caso del geoparque de Pinar del Río, abarcaría el Parque Nacional Viñales (2001) y el Valle de Viñales, Paisaje Cultural de la Humanidad (1999).  “Esto, lejos de restar protagonismo al geoparque, acentúa la importancia de ese territorio y aporta valores al proyecto”, dice el geólogo pinareño.

La primera condición para concebir un proyecto de este tipo -explica- es que haya un patrimonio geológico de interés o de valor internacional. “En Viñales hay patrimonio cultural -tanto tangible como intangible- y patrimonio natural, pero hay también un amplio protagonismo de lo geológico. Para que existiera arte rupestre en las paredes de una cueva o un hallazgo arqueológico, primeramente tuvo que existir la cueva, fue necesario que ocurriera un fenómeno geológico anterior. Para que exista uno de los elementos más importantes del patrimonio intangible en esta zona, el cultivo del tabaco, tiene que haber un suelo, una roca que se degradó para que se formara ese suelo”.

Viñales. Foto: Deny Extremera.

Hasta el momento, en Viñales han sido identificados 57 geositios, entre ellos diez que tienen interés internacional, 27 de interés nacional, y el resto regional y local. “Para crear un geoparque, basta solamente con tener un geositio de interés internacional, y en Viñales tenemos aproximadamente diez”, destaca el especialista de la Empresa Geominera de Pinar del Río.

Entre los valores más importantes de Viñales están el relieve kárstico, de mogotes, “algo exclusivo en Cuba, quizá único a nivel regional, aunque hay formaciones parecidas, por ejemplo, en China y en Vietnam (en este caso dentro del agua)”.

También un conjunto de cuevas y sistemas cavernarios con una longitud total en galerías cartografiadas que supera los 300 kilómetros. Entre ellos sobresalen la Gran Caverna de Santo Tomás, una de las más grandes de América Latina, con siete niveles de galerías y 46 kilómetros; el sistema Palmarito, más de 50 kilómetros de galerías, y Constantino, más de 20 kilómetros.

“Allí está el registro más completo que tenemos del impacto del gran meteorito en la región que ocupa la península de Yucatán, hace 66 millones de años. En la formación estratigráfica de un afloramiento rocoso de dos metros de espesor en Viñales, que pasa desapercibido para la mayoría de la gente, tenemos un registro del impacto y la explosión que provocó: ahí hay altas concentraciones anómalas de un elemento químico muy raro en la Tierra y abundante en los meteoritos, el iridio, además de cuarzo con huellas de choque y cóndrulos (estructuras concéntricas redondeadas).

“En una época en que Cuba estaba sumergida, el impacto del meteorito, que generó gran destrucción, provocó una nube de polvo que quedó suspendida en la atmósfera por años y con el tiempo se fue precipitando en una cuenca de sedimentación, que es el lugar donde se formó la capa de roca que tenemos en un sitio de Viñales. Se compactó, se litificó, se endureció la roca y luego afloró ese territorio, y quedó ahí -entre otros aportes de tierras emergidas de este planeta- ese registro de fragmentos que vinieron de un cuerpo asteroide”.

En Viñales, añade Vázquez Torres, hay geositios de interés netamente geológico, que responden a valores e interés científicos, como los yacimientos fosilíferos, unos seis o siete, que identifican períodos geológicos como el Jurásico y el Cretácico por la existencia de moluscos, peces, reptiles.

“Entre los moluscos están los ammonites, toda la familia Ammonoidea, y entre los reptiles hay unas tortugas, de las cuales podemos ver aún restos fósiles en estos lugares, con una antigüedad de más de 170 millones de años. En el caso de las tortugas es visible que la evolución a través del tiempo ha sido poca”.

Por sus valores naturales, infraestructura de alojamiento y promoción internacional, Viñales es una región a la que hoy llegan cada año miles de cubanos y viajeros de otras partes del mundo. “Hay una antropización notable, y el propósito fundamental del proyecto de geoparque es dar a conocer los valores geológicos, sobre todo para que, a partir del conocimiento, las personas residentes y visitantes puedan ayudar a conservarlos.

“Por desconocimiento se puede hacer un sendero turístico que interfiera con uno de estos yacimientos fosilíferos, y, encima del expolio del que han sido objeto por mucho tiempo, sería dañado por el paso y la acción de quienes caminan por el sendero.

“O sea, el geoparque se propone dar a conocer el patrimonio geológico, divulgar sus valores y contribuir a su conservación. A la vez hay, lógicamente, un objetivo económico: explotar racionalmente todos estos valores del patrimonio integrados y ponerlos en función del geoturismo y el turismo de naturaleza, y de esa forma en función del desarrollo local. Se puede concebir como un proyecto de desarrollo local sostenible, porque se basa fundamentalmente en explotar todas las potencialidades que tiene la región de una manera integrada, en la que un tipo de patrimonio sea el complemento de los otros”.

A nivel nacional se trabaja hoy en la creación del marco jurídico necesario para que se apruebe y gestione esta figura del geoparque, que es nueva en Cuba.

El pasado año, al presentar las normas jurídicas de la nueva política geológica de Cuba, Enrique Armando Castellanos Abella, director de Geología del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), explicó que en 2005 comenzó el inventario de sitios de interés geológico, que hasta esa fecha (agosto de 2018) recogía un total de 491 en todo el país (de ellos 155 en áreas protegidas y 87 en áreas de turismo de naturaleza).

En aquella ocasión, Castellanos comentó que “se hizo una valoración con el Consejo de Ministros y se concluyó que necesitamos una norma legal -que no está en este paquete jurídico que presentamos ahora- que apruebe nacionalmente la existencia de geoparques y geositios. No podemos enviar una propuesta a la Unesco hasta que no haya sido aprobada esa norma nacionalmente. Ya se está elaborando”.

Viñales es el sitio perfecto para fundar el primer geoparque de Cuba.

“Para acentuar todo ese valor geológico, ocurrió la lluvia de meteoritos de febrero de 2019. La zona de dispersión de los micrometeoritos está precisamente en el Parque Nacional Viñales”, dijo finalmente Manuel Vázquez Torres, coautor de un trabajo sobre el campo de dispersión del meteorito de Viñales que aparece publicado, junto con otros sobre el suceso con que se inició febrero, en un número especial de la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, presentado este martes en Geociencias 2019 por Manuel Iturralde Vinent, el propio Vázquez Torres y otros expertos.

Valle de Viñales. Foto: Deny Extremera.

La más reciente información sobre el meteorito de Viñales

El primero de febrero de 2019, poco después de la una de la tarde, se observó una estela de humo en el cielo del Caribe occidental en dirección NE, acompañada por fuertes explosiones que sacudieron las casas, puertas, ventanas y muebles de varias poblaciones de Cuba occidental.

Sobre la populosa zona turística del Valle de Viñales y su entorno, en un área general de unos 150 km2 que incluyó Los Jazmines, el valle y el poblado de Viñales, el valle de Dos Hermanas, valle de Ancón y embalse El Salto, se precipitaron miles de fragmentos del meteorito (de hasta 2 400 gramos y más de 15 cm de diámetro máximo), sin causar heridas ni daños de consideración.

El suceso es el centro de un número especial de la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, que fue presentado este martes en Geociencias 2019 por el doctor Manuel Iturralde Vinent, acompañado por un equipo que participó en el estudio del meteorito.

Varios expertos escribieron en esa revista sobre la zona de dispersión de la lluvia de piedras que originó la fragmentación del meteorito; el estudio espectroscópico, composicional y mineralógico de un fragmento, y la historia de los meteoritos en Cuba.

Además, en un apartado bajo el título “Meteorito caído en Cuba: por los caminos de la verdad científica”, la revista recoge una colección de trabajos científicos dedicados al estudio del meteorito.

Entre otros datos ofrecidos, se conoce que hasta la fecha se han reportado un total de 64 impactos comprobados, los cuales causaron daños ligeros en algunos techos y pavimento. Nuevamente Iturralde insistió en lo curioso, y afortunado, de que no hayan sido dañados ni humanos ni animales -solo una computadora- aun cuando fue en pleno día y en una zona habitada y, además, con un notable movimiento turístico.

Destacó, igualmente, lo inusual de una lluvia de meteoritos en un lugar poblado, pues las reportadas han sido en sitios no poblados.

Según lo publicado en Anales…, la lluvia de fragmentos de meteorito que impactó el Parque Nacional Viñales el 1 de febrero de 2019 a las 13:17, generó un campo de dispersión elíptico con su eje longitudinal orientado a unos 15 grados al norte-noreste.

Una investigación realizada por astrónomos de la Universidad de Antioquia (Colombia), indica que el meteorito ingresó a la atmósfera terrestre a una velocidad de 64 800 km/h, con una masa original de 330 toneladas métricas, por un punto al suroeste de Cuba, sobre el mar Caribe, hasta fragmentarse sobre Viñales.

Uno de los artículos contiene un análisis y mapa de la zona de dispersión de los fragmentos y de los puntos de impactos comprobados y reportados, “así como aquellos que se estima pudieron caer en terrenos no accesibles o sin presencia de testigos. Sobre esta base se trazó la elipse de dispersión de los impactos y la dirección más probable de la trayectoria cercana a la tierra de los fragmentos”, señalan los autores.

En ese trabajo concluyen que “la distribución de los impactos determinados mediante observación directa se puede delimitar como un óvalo cuyo eje mayor es de rumbo NE-SW (Azimut 15 grados), en un área de unos 150 km2, con un largo de 15-20 km por 10 km de ancho”.

Además, precisan que los fragmentos colectados en los Jazmines, Viñales y el Palmar son de pequeños a medios, con 3 a 5 cm de diámetro medio; en tanto los mayores con 11 y hasta 20 cm, se reportan en el fondo de los valles de Dos Hermanas, El Palmarito y de Ancón.

El estudio espectroscópico, composicional y mineralógico de un fragmento recolectado en la zona de Los Jazmines mostró recristalización por metamorfismo térmico y de choque, y se clasifica como una condrita ordinaria. Se considera del grupo L (bajo contenido de hierro).

“La composición química semicuantitativa de la muestra se determinó mediante el promedio de ocho análisis de áreas diferentes con el espectrómetro de rayos X del microscopio electrónico.

“Se apreció el predominio de oxígeno, silicio, hierro y magnesio, con cantidades menores de aluminio, azufre, calcio y sodio. También se detectaron cantidades muy pequeñas de níquel, cromo y potasio. En dos sectores de la muestra, de 200 analizados, se detectaron 50 y 70% de carbono respectivamente”.

La actividad radioactiva fue poco significativa, como es normal en los meteoritos.

Más resultados del análisis al meteorito de Viñales, artículos sobre el suceso y sobre la historia de los meteoritos en Cuba en la revista Anales.