Frijoles: No hay olla que los ablanden ni diente que los resista

Frijoles duros y amargos desvirtúan la carta de presentación de los agricultores espirituanos.

Luego de dos horas frente al fogón, Alina Pérez de Ordaz desiste. “Esta es la segunda vuelta, gastas gas y tiempo, y eso que esta olla brasileña ablanda lo que le echen, llevo cuatro meses en lo mismo con los frijoles de la cuota”.

La consumidora transmite el malestar colectivo de muchos espirituanos a la hora de cocinar. No hay fuego que pueda convertir en potaje los frijoles que se expenden, tanto en la red normada como en la liberada, desde hace varios meses.

Lo corrobora la cantidad de quejas que llegan a las empresas de Comercio, a la Oficina de Protección al Consumidor de la dirección estatal del ramo, y a los medios de prensa.

“Esto no hay quién se lo coma, son balines”, mastica Donaire Cruz, mientras tira sobre el mostrador las 3 libras que compró a 10 pesos en el área estatal de la Plaza del Mercado. Frijoles duros, picados a veces, amargos casi siempre, asustan el paladar y desvirtúan  la carta de presentación de los agricultores espirituanos, que en el 2017 volvieron a romper récord para la sustitución de importaciones o, lo que es igual, para las entregas de la canasta básica, esta vez con 4 227 toneladas.

Sin tiempo para cocinar y con las uñas perdidas de probar granos  en tiendas y mercaditos, Escambray llega olla en mano a la Empresa Mayorista de Alimentos (EMPA), proveedora del renglón. “En el 2015 el grano que se produjo en Sancti Spíritus se comercializó un año entero aquí —dice Eduardo Morales, director general, quien con todos sus directivos sirve la mesa— y eso trajo consigo que se prolongara el almacenamiento del importado que tiene durabilidad de dos años. Ya entre el 2016 y 2017, el país comenzó a balancear. La provincia tiene altos inventarios de granos, y la rotación es más lenta.”

Así se produce entonces, más que el grano, el desfase, la pérdida de las características y hasta del sabor, aunque según sostiene Daney Gómez, técnica en gestión de la calidad de la unidad 428, “hacemos una prueba de cocción antes de salir a la venta, no le encontramos ningún indicador que exprese mala calidad, por tanto, debe ser por los tratamientos”. Será un asunto de normas, pero que un frijol, mucho más en Cuba donde es tradición obligada a la hora de la cena, no se ablande bien y sea amargo y hasta azul, como prueba Alina, es más que irrespeto al consumidor.

Ni aunque lo pretenda, Sancti Spíritus podría comerse todo lo que logra en sus tierras, que es obviamente más fresco. Según datos de la EMPA, la provincia debe cubrir las demandas de Camagüey, Ciego de Ávila, Guantánamo, Santiago de Cuba y Villa Clara. Lo otro es que el grano propio, al no estar beneficiado, dura menos.

En cifras los frijoles tampoco se ablandan. La baja venta en los llamados mercaditos los aglomera. De los “calderos” de la Mayorista solo se extrajo en el 2017 el 35 por ciento de lo que recibió para guardar, por lo que hoy más de 430 toneladas están almacenadas, ¿a expensas de qué?

Darle otro destino no parece cuajar un potaje diferente. Venderlos o darles salida a toda costa, no importa si no se comen, como se ha hecho hasta ahora, no ha sido un buen aliño.

Néstor Valle López, administrador de la cocina centralizada de Educación, sostiene: “Hay que darles mucha candela y no se ablandan, se parten, pues la almendra la tienen como seca, los niños rechazan los frijoles porque tienen un sabor que no es el adecuado para ingerirlo”.

A la Empresa de Acopio, a la que “obligaron” a vender un poco a 10 pesos, tampoco le fue negocio, sin contar que a la entidad le llegan más frescos de los productores. Su director Clemente Hernández, expone: “A raíz del fenómeno climatológico se tomó una decisión de liberarlo de la EMPA  y a todas las provincias se le desglosó una cifra. Nos dieron 250 toneladas, se vendieron cerca de 120, pero había que comercializarlos”.

¿Había?, inquiere Escambray.

“Fue la decisión que se tomó”, añade el directivo de Acopio.

Una pregunta entra a la olla: si todo el mundo reconoce el rechazo a este frijol; si como sostiene José Ramírez, director de Comercio del Grupo Empresarial en la provincia, la última palabra la tiene la población y a esta no le gusta, ¿por qué mantener a 10 pesos la libra en contra de las elementales reglas del mercado? ¿No es una “estafa” mayor?

Pero aquí suben al fogón otros entuertos. Según Eduardo, la EMPA vende a comercio al costo, más un recargo comercial, o sea, a unos 68 o 70 centavos; entonces ellos establecen el precio y son los que tienen que proponer la rebaja.

Mas, Comercio, según su director, no tiene facultad para bajar el valor porque este es nacional: “Se propuso el año pasado, se aprobó bajarlo a 6 pesos, pero este año no se ha autorizado, hay que proponerlo al ministerio”, sostiene.

Por su parte, la EMPA calienta los fogones desde ahora. “A partir de este mes no tendremos más frijoles duros, cuando se entregue la producción nacional, pero en el 2019 caeremos en el mismo problema”. Febrero del 2018 llegó y, pese a que la agricultura cumplió sus entregas de enero y va por más de 200 toneladas (la demanda de canasta básica y consumos sociales es de 170 mensuales) acabado de recoger, a las bodegas sigue llegando el mismo.

Esney Pérez, comercial de la Empresa Municipal de Comercio, argumenta: “Teníamos un frijol que se vencía en diciembre, pero hicimos unas pruebas con Sanidad Vegetal e Higiene y se acordó que podía extenderse un poco más y que si se empieza a picar que se vaya retirando de las tiendas”. Lo mismo pasó en Jatibonico, donde de acuerdo con Arelis Companioni, subdirectora de esta empresa, “traen fecha de diciembre pero se les dio dos meses de prórroga y se ha picado en las tiendas, pero la EMPA lo cambia.

De rotación en rotación, ¿alguna vez los espirituanos volverán a comer, por la vía estatal, el frijol que se cosecha en sus propias tierras? ¿Tendremos que adaptar forzosamente el paladar a un potaje que no lo es? Si los almacenes están llenos, ¿qué hará con la cosecha actual y con los contratos con los agricultores, ya que el producto no puede esperar en los campos?

Está claro que en una provincia alta productora del grano como esta los consumidores tienen otras fuentes donde adquirir un frijol fresco: ferias, puntos de venta, Mercados Agropecuarios… al mismo precio de 10 pesos la libra, luego de que el Estado fijó en 9 y 9.50 pesos la cotización a los productores, todo lo cual colapsa la venta en los mercados de la cadena Ideal.

De otra parte, aunque Sancti Spiritus sería capaz de autoabastecerse con sus propios granos y hasta dar cuando no le cabe en los almacenes, Cuba aún es dependiente de las importaciones. Habrá que esperar para que la producción nacional disponga de plantas de beneficio y secado con el objetivo de alargar la vida de dicho grano, pues ahora es que se gesta la primera del país en áreas de Yaguajay.

Según la EMPA, el país analiza la cadena de suministros desde la importación hasta la bodega. Es verdad que, de acuerdo con esta entidad, antes del 2014 en Cuba solo se comía frijol importado pero, ¿para qué diseñamos entonces un programa dirigid a sustituir importaciones?

No creo tampoco que ningún criterio economicista sobre pérdidas, utilidades y salarios del sector empresarial deba cocinarse en la misma olla donde los consumidores esperan, si acaso, comer un congrí con granos duros.

(Tomado de Escambray)