Una ronda de comentarios y un brindis al amparo de Teté Linares

María Teresa Linares

Amanezco el domingo abriendo Cubadebate con la ilusión de ver mis palabras ilustradas con fotos que casi siempre desconozco y  que Rosa Miriam ha localizado a partir de las pistas que le doy; a veces veo que se anuncia además un video o alguna grabación musical, invariablemente, acertada. Dejo pasar la mañana y el mediodía y allá por la tardecita vuelvo a colocarme en atención delante de la computadora, a ver si me dejaron algún comentario. No saben los lectores (o no sé cómo calificar a estos remitentes puesto que se trata de un medio en extremo impalpable como lo es la conexión a unas redes de comunicación telefónica) el estado de ánimo tan grato que me produce la comprobación de que una idea, una breve historia o una necesidad de poner de relieve lo admirable de algunos seres de carne y hueso o de algunos acontecimientos que han tenido lugar en el "reino de este mundo", avivan el deseo de afinar la percepción, de precisar el detalle en esos Carlos, esas Marías, esos Juanes o en ese Raúl con cuya presencia cuento, a veces solitaria, para atenuar la sensación de estar hablando sola por la calle o, tal vez, sentada en el muro del malecón torpemente agarrada a una vara de pescar, a ver si siento alguna mordida en el anzuelo.

El domingo 8 de agosto me ocurrió algo similar a cierta vez cuando caminaba yo a la altura de Malecón y Paseo mirando la puesta de sol, con tanto entusiasmo, que no reparé en lo resbaloso que el suelo había quedado después de un chubasco y, al apretar el paso mientras miraba fijo al horizonte, patiné varios metros hacia delante por aquel limo que nunca voy a olvidar. Es el caso de un extremo cuidado que, en atención al respeto que siento por la vida y obra del Maestro Domingo Aragú, ante dos referencias diferentes que recibí acerca de su lugar exacto de nacimiento, opté por una tercera fórmula que no se prestaría a error: oprimí varias veces la tecla que va haciendo retroceder lo escrito y borré San Juan de los Yeras, luego de haber escuchado en la reseña de su homenaje, que su lugar de nacimiento había sido nada menos que San Juan de los Remedios. Era ya la madrugada -como dice Portillo de la Luz en su Son al son--, no quise despertar a mi amigo Luis Aragú, reconocido percusionista, hijo y discípulo del insigne músico. Envié el escrito a la editora para que, sin falta, amaneciera publicado el domingo.

La tarde en que abrí la página de Cubadebate con el ánimo de ver la foto que había servido para ilustrar mis Palabras, corrí a mirar los comentarios y pude comprobar que había dado un paso en falso al no arriesgarme por temor al error. Un error puede corregirse, mucho más en estos medios donde se añaden y se quitan cosas con tanta facilidad pero lo que me duele es haber dado pie a que el lector interpretara mi referencia a un pueblo al centro de la isla como si al no precisar el nombre estuviera, en cierto modo, afectando ese orgullo con que se expresa nuestro sentido de pertenencia cuando mencionamos el sitio del mundo donde abrimos los ojos a la vida. Qué bueno conversar con él y pedirle que vuelva a leer el párrafo donde encontrará satisfecha su justa y muy sensible preocupación.

A la amiga Sonia, le prometo que vamos a acercarnos al músico de la Orquesta Sinfónica Nacional a quien desea sacar del olvido. Puede valerse de esta posibilidad de los comentarios y, muy brevemente, ofrecer algunas pistas para, entre  las personas que nos interesamos por mantener viva la memoria de esos músicos grandiosos en su sencillez y verdaderamente dignos de servir como ejemplo, reconstruir  su imagen y ofrecerla al conocimiento de todos.

A quienes han dejado por escrito sus comentarios acerca de los temas que he tocado en esta columna que ya transita por su décimo mes de vida, les aviso mi intención de enfocarla, cada cierto tiempo, hacia estos fines de comunicación e intercambio en torno al tema de la música y los músicos.

Palabras de cariño, de buenos deseos para Teté Linares en su cumpleaños 90, que la música cubana ha festejado el 14 de agosto. Al amparo de su magisterio, tendremos siempre todas las de ganar.

Almendares, 15 de agosto de 2010