Reflejos en el ojo dorado de Liborio Noval

Como anticipó la escritora norteamericana Carson McCullers en su célebre novela Reflejos en un ojo dorado, el mundo puede convertirse en un alucinante juego de espejos. Para que así sea, basta con que nuestros ojos se dispongan a buscar allí donde las superficies acristaladas o muy pulidas convierten parte de la realidad en una realidad distinta, en cuya dimensión los cuerpos se estiran o encogen caprichosamente, como hechizados.

Ya sabemos que uno no va por el camino buscando imágenes en cada superficie. Nuestro apuro no nos deja ver la procesión de los reflejos. Y el descubrimiento solo se da cuando el juego de espejos es sorprendido por cazadores de imaginación infatigable, como Liborio Noval.

Disparando el obturador de su cámara, él mismo se ha visto convertido en un reflejo. Armado de su máquina ha visto un universo paralelo al real: es el de los edificios curvos como seres vivos -arquitectura comestible, diría un genio- reflejados en los cristales; es el de las nubes, las cumbres y el follaje condensados como esencia fina sobre una hoja vertical; es el cielo de Madrid colado en la coraza de plata de un centinela; o nuestra palma real, como protagonista de una foto en sepia, mostrando sus penachos desde el parabrisas de un automóvil.

En su búsqueda cuidadosa pero intensa de una luz que se desborda, el maestro de la lente ha encontrado maravillas en la sensualidad de unas copas atravesadas por una tenue lluvia luminosa; o en una cabeza humana que, mientras acuna memoria, puede juguetear con los colores del aire.

De todos los hallazgos, tal vez el más exquisito sea esa puerta colonial que quiso mirarse, como dama presumida, en el rostro acristalado de un farol.

Es una suerte que allí donde muchos ni siquiera aminoramos la marcha, haya magos como Liborio, quien sabe encontrar en los reflejos o en un simple sorbo de línea o sombra, tesoros que La Habana y ciudades de otras latitudes no están dispuestas a entregar así como así.

(Texto: Alina Perera; Fotos: Liborio Noval. Especial para Cubadebate)

Liborio Noval: Sin sus fotografías es imposible relatar en imágenes la épica revolucionaria a partir de la década del 60. Su trabajo en el diario Revolución y posteriormente en Granma le ha permitido participar en la mayoría de los acontecimientos políticos del país y en muchos casos, ha acompañado a Fidel en sus viajes a otros países.