#ConFilo100

Hay un dicho que reza: “el papel aguanta todo lo que tú le pongas”. Es un dicho analógico, por supuesto, porque en el mundo moderno el papel ha sido rebasado con creces. Hoy las redes digitales son el sitio idóneo para decir lo que sea, sin consecuencias aparentes. Esa libérrima condición propicia en los usuarios una sensación de impunidad, que a su vez determina en buena medida que se exacerben los peores instintos y conductas de los seres humanos.

Esa sensación de impunidad brinda a legiones de odiadores y trolls en internet la posibilidad de insultar y calumniar sin atisbo alguno de remordimiento, sin que exista un ejercicio de poder sancionador que les ponga freno. Ello influye de manera ostensible en el clima de toxicidad, intolerancia y violencia que muchas veces parece imperar en las redes digitales. Comienza entonces a conformarse una clara frontera entre lo que hace una persona en las redes y lo que hace frente a frente.

Esa frontera en Cuba siempre es nítida y no suele desdibujarse, salvo en aquel día ominoso del 11 de julio del año pasado. Ese día, las líneas se difuminaron y se dio una ósmosis en la que se desbordó lo peor del país: se empezaron a esparcir en las redes videos de vandalismo y fotos de las manifestaciones, algunas tergiversadas o por completo falsas.

A su vez, ese discurso de odio logró infiltrarse en las calles cubanas y, por primera vez en muchos años, se pudo escuchar a personas que le decían “claria” a otros, gente que gritó a los cuatro vientos que iba a quemar a los comunistas.

Un mes después de aquello salió la primera emisión del programa Con Filo, con Karima Oliva como conductora y guionista, y la percepción de que necesitábamos un espacio en el cual se dirimieran y analizaran polémicas que, por lo general, tenían su génesis en el ciberespacio. Esas controversias que se suscitan a cada rato, a veces entre los mismos revolucionarios, son el combustible predilecto para el quiebre de la unidad y la implosión del sistema. Había que perder el miedo y dejar atrás la paranoia: hablar, sin ambages ni afeites, de esos ataques que trataban de intimidarnos, de esas campañas plagadas de fake news.

El programa intentó siempre (e intenta) aportar herramientas, recursos cognitivos y habilidades al público televidente, para que se cuestionen todo lo que ven o escuchan en las redes digitales. Incluso, que nos cuestionen a nosotros, pero que no se pierda por incultura todo lo avanzado en materia de informatización. Ha tratado también de ser una tribuna para que todo aquel individuo o colectivo, teórico o activista, que defiende a la Revolución en sus ámbitos más íntimos, pueda llegar a mucha más gente.

Un año y casi cien programas después, seguimos batallando contra la toxicidad y la desinformación, seguimos aguantando los iracundos y a veces francamente pueriles ataques de los odiadores, seguimos defendiendo a la Revolución y al proyecto socialista refrendado en nuestra Carta Magna. Somos eso: un programa de contrapropaganda, un instrumento al servicio de la resistencia contra la guerra cognitiva que nuestros enemigos libran contra Cuba, un arma para rasgar la costura de la manipulación mediática.

¿Y ustedes, estimados lectores? ¿Qué creen del programa? ¿Ya hicieron su publicación en Facebook o su tuit en saludo a la emisión cien de Con Filo?

(Tomado de Granma)

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