No has muerto Eusebio, has emprendido viaje a la inmortalidad

Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad de La Habana. Foto: Alejandro Azcuy Domínguez. 

Con dolor recibimos la triste noticia del deceso de nuestro querido historiador Eusebio Leal. Un hombre íntegro y ejemplo de sacrificio y consagración a un ideal justo: a la defensa de la patria. Resulta difícil pensar que ya no está; eso porque hablamos de un pilar fundamental de la cultura cubana, de un hacedor de sueños, de un creador único. Hace ya un tiempo escribí un texto dedicado a Eusebio, a su martianidad, a su patriotismo, a su apego a los jóvenes. Así lo quiero recordar, vivo, con su ardiente palabra, con su excelsa humildad:

Un hombre de su tiempo y para todos los tiempos; un creador original, auténtico y de pensamiento propio: ese es Eusebio Leal, martiano en su esencia, abanderado de los valores que sustentan nuestra obra social, política, económica y cultural: la construcción del Socialismo en Cuba. Defensor de la memoria histórica como pilar fundamental  para andar hacia el futuro, creando y sembrando. Recordemos sus reflexiones, citando a Fidel, en acto político y ceremonia militar de inhumación de los restos de Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales el 10 de octubre de 2017:

“Ya en 1965, en la escalinata de la Universidad, ante especulaciones sobre las razones de los próceres, Fidel afirma categóricamente, en frases definitorias: “Nosotros entonces hubiéramos sido como ellos. Ellos hoy habrían sido como nosotros”. Esa conjunción dialéctica la explicará luego en tres lecciones históricas magistrales: la primera, el 10 de octubre de 1968, en ese lugar conmemora el primer el primer centenario de la lucha por la independencia. La segunda, el 11 de mayo en Jimaguayú, en 1973, en que define la forma del análisis histórico y da continuación perfecta a lo que es perlamás preciosa de su última y grande aspiración, la que tuvo Céspedes, la que tuvo Martí: la de la unidad nacional en torno a la idea. Y, finalmente, el gran discurso del 15 de marzo de 1978, bajo los Mangos de Baraguá, donde jura continuar la obra de aquel Titán que a los 33 años sorprendió a su adversario por su juventud, por su apolínea figura y por su voluntad de servicio”.

Cual condición aprehendida de lo mejor de nuestra tradición filosófica, ética y cultural: Varela, Luz y Caballero, Martí, Varona; ha sabido elevarse sobre lo común de la naturaleza humana, como homagno martiano u hombre nuevo: de tal dimensión es su carácter, su altura ética y dignidad; sobre todo, se nos presenta Eusebio Leal como intelectual comprometido con los principios e ideología revolucionaria.Sus palabras en una entrevista concedida para el espacio Mesa Redonda el 26 de diciembre de 2016 se revelan esclarecedoras de su cosmovisión:

“Cuando miro hacia atrás me pregunto: ¿A qué edad murió Bolívar? ¿A qué edad murió Martí? ¿A qué edad Gómez, García, Céspedes, Maceo?…Nos tocó el privilegio de poder vivir y ver a los hombres de la Revolución; vivir y sobrevivir a ella, cambiarla, retomar el camino, analizar los necesarios extravíos, rectificar errores, cometerlos que es de humanos. Es una Revolución hecha por hombres, no por arcángeles disfrazados de seres humanos; y en medio de ese vorágine vivir, y de pronto, conmovidos por el resultado al vivir tanto, poder afirmar como el filósofo (…) “Pienso, luego existo” Quiere decir que si pensamos es que vivimos”.

Con qué coherencia, basta observar su imagen pública y proyección social, ha llevado su vida. Nos percatamos de la fortaleza ideológica de su oratoria, la emoción que despierta el verbo de Leal, la capacidad que ha desarrollado para conmover. Es un martiano Eusebio, lo asume como filosofía de vida, es una condición perenne en la conjunción de pensamiento y acción que cotidianamente practica. De él ha dicho una gran mujer, nuestra Fina García Marruz: “En su sacrificio humilde, en la entrega tenaz de sus horas, en la vehemencia prometeica con que ama a La Habana, Eusebio Leal- como en otras tantas cosas-, es donde está su huella. Cuando lo olviden los hombres, todavía lo recordarán las piedras”.

Lo más importante en Eusebio es su apego a la raíz, su amor por Cuba y la humanidad, su vida preñada de una vocación: la de servicio; ahí están las claves de su martianidad. Al lado de los pobres, de los más humildes, echó, como el Apóstol de Cuba, su suerte con ellos; fue esa su elección, la que un militante por la vida y la justica social toma para sí. Prefiere el deber, está donde este lo indica; sabe, y esa ha sido su vida, que el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor sino de qué lado está el deber.

Vive para su patria; pues para él como para Martí y Fidel, la patria necesita sacrificios, es ara y no pedestal, se la sirve pero no se la toma para servirse de ella. Ahí está la obra social de Eusebio Leal liderando la salvaguarda del valor patrimonial e histórico de la ciudad cuna de Martí, la Oficina del Historiador de La Habana, su tenaz trabajo de restauración y conservación, su pasión por construir, amar y fundar, pues es del bando de los que aman y fundan y no de los que odian y deshacen. Leal no flaquea, no se acoquina, se levanta ante las peores y más difíciles dificultades: es un hombre a imitar, un ejemplo para los jóvenes de hoy y de mañana, un hacedor de maravillas.

Su mensaje a la juventud en la entrevista aludida, una entre tantas lecciones, así lo confirma: “A la juventud cubana siempre hay que conquistarla, los jóvenes son siempre nuevas generaciones, nuevas, nuevas y nuevas…Hay jóvenes que nacen viejos, tú los ves y actúan como viejos mentalmente. Es una cuestión genética. Y hay jóvenes para toda la eternidad. No muestran una actitud juvenil ridícula, sino una actitud juvenil consecuente: arresto, carácter, esfuerzo, sonrisas, capacidad creativa. Esa es la juventud, poder, energía, fuerza, voluntad de conquista”.

Como jóvenes de hoy, herederos de la obra humana que nos ha antecedido, y portadores de la llama de la Patria, nos queda un camino: ser consecuentes con el momento histórico y salvar la obra construida y por construir todavía, con fuertes retos y enormes desafíos; ello desde la experiencia de vida que se va adquiriendo y el legado, bien asumido, de nuestros mayores. Como planteara Eusebio Leal, fiel e invencible seguidor de Martí:

“Ahora nos queda el camino que lo ha trazado Fidel. En el momento en que se va le presta el último gran servicio en vida temporal al pueblo cubano, se acuesta en la trinchera y nos convoca: vengan y únanse, que la única forma de salvarnos es perseverar. Por último, deshace todas las concepciones que sobre su persona, su psicología y su espíritu han tenido sus detractores. No quiero busto, ni monumento, ni estatua, ni sello de correo, ni plaza, ni calle con su nombre, y hace un desafío a la frivolidad de los frívolos y se convierte en algo más importante. Él sabe cuán difícil es la mente de los hombres y la evolución de las sociedades, y cree como Martí que lo más importante son las ideas, y eso es lo que hay que defender, las ideas. Esa es a partir de hoy la más importante joya de los cubanos, su legado martiano, su legado por ende cubano. Un legado íntegro en Martí, íntegro en Fidel, que se une creando una fuerza de pensamiento y de cultura, que aun en los necesarios errores y extravíos de los hombres y de los procesos políticos, emerge con una fuerza y vitalidad, para mí incontestable”.