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A pululo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, gesticula durante un mitin en Colorado Springs (Colorado). Foto: Bob Pearson / EFE.

Se puede ser irresponsable pero no tanto. Seguir buscando culpables, de forma acrítica, sin percatarse de cuan errónea o acertada es la táctica que se sigue para encarar la pandemia actual, es una de esas proyecciones equivocadísimas y perjudiciales para ellos y gravita sobre los demás. Eso ocurre en Estados Unidos en tal crucial momento.

Donald Trump sigue tirando la misma piedra cuando insiste en calificar de “virus chino” al SarCov2. Como aseveran los científicos, que se haya localizado por primera vez en Wuhan no significa que naciera allí, tal como no debe haber nacido en Arabia Saudita uno de sus parientes antecesores años atrás

Y es que como aclara el doctor Dennis Carroll, "los virus no se propagan" son los humanos quienes los transmiten. A ello se debe la implantación del aislamiento social y los llamados a un aumento de la higiene de cada persona. La no observancia de ese principio básico, implica seguir expandiendo la epidemia.

Carroll fue el principal asesor principal de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en su variante infecciosa. Es uno de los diseñadores de un programa destinado a identificar posibles pandemias y enfermedades zoonáticas. Fue una de las instituciones médicas favorecidas por la administración Obama que eliminó Trump, al considerar a tales medios de investigación y enfrentamiento, un gasto inútil.

No así, vale insistir, sus millonarias partidas para gastos militares o con destino a la despiadada persecución de varias naciones que entorpece o les impide abastecerse de lo necesario para proteger a sus pueblos. Si esa política siempre ha sido impugnable, en medio de esta portentosa crisis es tan siniestra, que faltan calificativos para encuadrarla.

El presidente norteamericano quiso también eliminar el sistema de seguros médicos implantado por su antecesor y que, no huelga repetirlo, es insuficiente y quizás no bien concebido en su totalidad, pero mejor que cuanto ha pretendido implantar o concibe con banal enfoque, el actual inquilino de la Casa Blanca.

Muy malo que Trump tenga entusiastas seguidores y alguno de ellos imitan su patrón de conducta, ignorando la falta de previsión y de instrumentos adecuados que destruyeron e impiden ahora encarar mejor aprovisionados esta situación.

Atribuir a China, como hace el senador Lindsey Graham, de haber promovido la muerte de miles y miles de estadounidenses y causar 17 millones de desempleados por la epidemia, es tan necio como indigno.

Buscar enfrentamientos en lugar de alianzas civilizadas y provechosas, no lleva a ninguno de los anhelados desenlaces.

En la entrevista con la cadena Fox News -la favorita de Trump, remember- este senador agregó además que le gustaría revertir la cadena de suministros médicos en favor de Washington pues es China "la que debería estar pagando a EEUU, y no al revés". El tufo a competencia comercial, egocentrismo y dosis de envidia, es demasiado fuerte como para no tomarlo en cuenta.

Según el jefe de estado norteamericano, el "virus chino", afecta a las aerolíneas y a otras industrias de su país. No por atribuírselas a un antagonista se van a solucionar las muertes o las afectaciones económicas, y menos tras los actos egoístas mostradas en desfavor de sus aliados europeos, al secuestrar partidas de insumos y desdeñar posibles colaboraciones. Finalmente ¿qué? ¿Socios solo cuando necesitan respaldo pero no antes las dificultades? No será imposible que de esta experiencia salgan algunas reconsideraciones en el Viejo Continente, aun cuando la des-memoria tenga más adeptos que las enseñanzas de lo vivido.

Trump y su equipo están realizando una portentosa campaña dirigida a promover la reelección del presidente. Se relega a los demócratas, poco visibles desde el segundo plano impuesto por las circunstancias con el frenazo en seco de la campaña electoral. El presidente los culpa de nadie sabe bien qué, soslayando un juico objetivo sobre sus responsabilidades y el mal manejo de la coyuntura. Para ocultarlo, se promueve un día sí y otro también, su figura. No importa la montaña de mentiras y fatuidades que explaya. La prensa mundial refiere múltiples evidencias de ese contrasentido y las recuerda en distintas notas, pero él como la de Lima.

Con entera seguridad no es una simple iniciativa del Departamento de Estado, imputarle a Rusia, China e Irán la hipotética tergiversación de los datos sobre el coronavirus.

"Rusia se está aprovechando del caos y la incertidumbre que genera la pandemia, y el Kremlin continúa sus imprudentes intentos de propagar la desinformación, poniendo en peligro la salud mundial al socavar los esfuerzos de otros gobiernos".

Así afirman, y de modo similar aluden a "el esfuerzo de China para convertir la crisis en una noticia que resalte la supremacía del Partido Comunista Chino en el manejo de la crisis sanitaria".

Desde Beijing refutaron con fuerza: "Varios políticos de EE.UU. han tratado de estigmatizar a China, lo cual condenamos. Urgimos a EE.UU. a dejar esta despreciable práctica”.

La realidad acaba imponiéndose a las imputaciones sin pruebas. Consta de manera irrefutable. “A las tres semanas de la notificación de casos de una neumonía misteriosa en China, en la víspera de Año Nuevo, el país asiático había secuenciado la composición genética del virus, los científicos alemanes habían creado una prueba para detectarlo y la Organización Mundial de la Salud había aprobado la prueba e iniciado la distribución global”. Esa afirmación pertenece a un estudio a fondo realizado por la agencia Associated Press (AP) medio informativo norteamericano radicado en New York desde 1846.

En el comentario con el cual reseñan el resultado de sus pesquisas, los redactores de la AP, sostienen además:

“Durante meses, el presidente Donald Trump y sus funcionarios han emitido una niebla de promesas para tranquilizar a un país atrapado en la pandemia de coronavirus, pero no han cumplido con cruciales compromisos”.

Y continúan “Las partidas en falso y los callejones sin salida son inevitables en cualquier crisis, sobre todo si es provocada por un virus ignoto, pero el presidente que minimizó el peligro durante meses ha sido una fuente constante de exageraciones y promesas tan audaces como incumplidas” (…) “Personal médico y de enfermería, asistentes de vuelo y otros trabajadores en primera línea de fuego han debido suplicar que les envíen materiales tan básicos como cubrebocas, guantes y vestimenta protectora en general”.

Explican: “…la persistencia de la escasez en Estados Unidos no se debe sólo a la imprevisión sino a las vacilaciones a medida que los estadounidenses empezaban a afectarse y morir de la enfermedad”. (…) “Fue apenas a mediados de marzo, cuando algunos hospitales trataban a miles de enfermos sin equipo suficiente, que el gobierno hizo pedidos a granel de mascarillas N95 y otros artículos para sus depósitos” (…) ”Washington vaciló durante dos meses después de que sonaron las alarmas globales en enero sobre la pandemia que se avecinaba” advierte la trasnacional informativa al dar cuenta de negligencias y falsedades cometidas por Trump.

"Cualquiera que necesite una prueba tendrá una prueba", dijo Trump el 6 de marzo. "Tienen las pruebas. Adicionalmente, las pruebas son hermosas". Añadió el mismo día: "Cualquiera que quiera una prueba puede conseguir una prueba".

Eso ha sido falso, asegura la AP, evidenciando la morosidad imprudente al atender el problema.

Se perdió tiempo valioso, concluyen, junto con otras importantes consideraciones, como la del doctor Ashish K. Jha, director del Instituto de Salud Global en Harvard, quien estima que "Hubo muchas, muchas oportunidades para no llegar adonde hemos llegado".

Horrible, triste y acojonante.

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