Goles son amores: Cartas

Aynel Martínez Hernández

hace 7 años

Klopp y Guardiola durante el encuentro. Foto: @LFC.

Después del último triunfo, el Guardiola del City –abrigo oscuro y camisa blanca debajo- se acomoda en la rueda de prensa. Un periodista le dice que la expulsión (de Mané) cambió el aspecto del partido. Le pregunta luego si está contento de cómo jugó su equipo antes y después de la tarjeta roja. Pep responde, como el Guardiola de los Marca Toons (“el Getafe B es muy rápido”), con cierto tufo a carta de amor: “gastamos algunos minutos ajustando nuestra presión alta, porque si dejas jugar un poco a Liverpool con Salah, Firmino…”. No termina la oración. Es el tránsito para saltar de los méritos del otro al discurso pseudoinspirador.

Hay cartas de amor que, sin quererlo, tienen párrafos que conducen hacia mensajes de autoayuda, de motivación innecesaria (ventaja de dos cero en los primeros cuarenta y cinco minutos y un hombre de más). Son las partes sobre añgunas charlas en el descanso. Dijo a sus futbolistas que no dejasen correr a los contrarios, “no podemos jugar arriba y abajo, arriba y abajo, porque en esa situación, ellos son mejores. Tenemos que controlar el balón, hacer pases extra para encontrar el momento exacto”. Minutos más tarde, recurrirá a un viejo cliché del fútbol: “es importante jugar en el medio del campo”.

Klopp, en cambio, intentó escabullirse como pudo. Habló de la tarjeta, de los fallos, dio pistas de los entrenamientos defensivos, de preocupaciones a largo plazo. Casi al final, firmó con su mordacidad habitual: “si el City toma mucha confianza después de este juego, comete un error, si nosotros perdemos confianza también cometemos un error”. Klopp parece ser el personaje que rehúye de los elogios a los rivales pero colecciona fotos de todos y luego les manda notas con amigos en común para quedar en algún sitio y conversar acerca de la presión tras pérdida, la defensa a balón parado o los raros significados de la devoción íntima.

Quizás, en el fondo, Jürgen termine siendo una adaptación desenfadada del James Joyce que escribe las cartas a Nora Barnacle. A veces uno puede llegar a pensar que Klopp, sentado en el banquillo, coloca un papel encima de sus muslos y garabatea encima algunas palabras para enviárselas a Guardiola con el primero que se le atraviese en el camino: “toma dos billetes para el viernes por la noche y ve lo mismo si yo regreso o no. Si llego el viernes. No, mejor espera hasta que te escriba de nuevo. Un día muy aburrido con amenaza de tormenta”.