Para alcanzar ese objetivo se revisará el crecimiento pronosticado en el caso de los cinco principales socios comerciales de Cuba, así como los precios de nuestros principales rubros exportables.[1]
En este sentido se estima que la economía venezolana se contrajo un 9,7% en el 2016 y decrecerá un 4,7% este año, a pesar de los grandes esfuerzos que realiza el gobierno de Maduro para lograr una reanimación a corto plazo; China reduce su crecimiento del 6,7 a 6,5%; España también baja de 3,2 a 2,3%; Canadá incrementa ligeramente su PIB de 1,3 a 1,9% y Brasil evoluciona de un decrecimiento de -3,5% a un crecimiento de solo 0,2%.
En relación a los precios de nuestros principales productos de exportación, el níquel debe reportar un incremento del 8,9%, mientras que el azúcar mantendrá precios de 18,17 centavos por libra, nivel similar al 2016.
A lo anterior se añade el efecto que puede tener la política de la administración de Donald Trump con respecto a Cuba, la que presenta un elevado nivel de incertidumbre.
Sin embargo, a pesar del contexto internacional no favorable, se estima por diferentes especialistas que la meta de crecimiento planteada de un 2% es tensa, pero no imposible de alcanzar si se enfrentan adecuadamente los desafíos de la economía cubana actual.
El objetivo más importante en el 2017 es retomar la senda del crecimiento, para lo cual se han fijado cuatro premisas fundamentales en el balance de divisas: Garantizar las exportaciones y los cobros en el año; intensificar la producción nacional; explorar la sustitución de importaciones; y reducir al mínimo los gastos no imprescindibles. Por otra parte, se han identificado como factores decisivos para crecer las inversiones, las exportaciones y la sustitución de importaciones.
El desempeño previsto –según el informe del Ministro de Economía y Planificación en la ANPP de diciembre pasado[2]- supone un crecimiento del 8% en el sector de hoteles y restaurantes –con un incremento del 4% en el número de turistas-; se elevará significativamente el valor agregado de la industria azucarera, con un crecimiento del 12% en la producción de azúcar; se prevé un incremento de entre 2 y 5% del valor agregado en la agricultura; la industria; el transporte y las comunicaciones; la generación eléctrica, gas y agua; las construcciones; el comercio, incluido un aumento del 3,3% en la circulación mercantil minorista; mientras que otras actividades crecerán 2,7% y el salario medio lo hará un 3,5%, en tanto que la productividad se espera crezca un 6,6%.
De otra parte, se perfilan limitaciones significativas en tanto que la producción de petróleo y gas equivalente desciende un 4,3%, ubicándose en tres millones 538 mil TM[3] y la inversión extranjera directa será solo un 6,5% del total de las inversiones del país, lo cual se estima que representa unos 425 millones de dólares, cifra aún muy alejada de los 2 000 a 2 500 millones anuales a que se aspira. Tampoco será posible incrementar los servicios sociales básicos, ni la construcción de viviendas por parte del Estado, indicadores que permanecerán a los niveles alcanzados en el 2016.
No obstante, un factor de mucha importancia para impulsar la recuperación a corto plazo –como medida para contrarrestar la recesión- se encuentra en las previsiones de incremento del gasto del gobierno en el presupuesto del Estado. En efecto, se aprecia un aumento de un 49% de los fondos para apoyar las inversiones y de un 26% para impulsar la sustitución de importaciones. Si bien esto genera un crecimiento del déficit fiscal que se remonta al 12% del PIB –frente a un 7,1% previsto en el 2016-, este déficit será posible financiarlo emitiendo bonos de deuda pública, solución válida a corto y mediano plazos, lo que permite acumular fuerzas para impulsar el crecimiento ulteriormente y que genera empleo e ingresos en lo inmediato.[4]
V
Realizando un análisis más detallado de los datos disponibles para evaluar los factores que más inciden en el financiamiento en divisas del país, pueden identificarse obstáculos, pero también oportunidades.
En el caso de la inversión extranjera directa existen obstáculos claramente identificados:
--El bloqueo económico de EEUU y el elevado riesgo país que las agencias calificadoras otorgan a Cuba.[5]
La existencia aún de una calificación de riesgo significativa para el inversionista extranjero, supone que –aun aquel que lo acepta y quiera invertir en Cuba- reclame en las negociaciones con nuestro país la compensación financiera por ese costo asumido. Esto tiende a reducir –inevitablemente- los beneficios para la parte cubana en los negocios conjuntos.
--Existen discrepancias por parte de los inversionistas extranjeros, especialmente en relación a dos aspectos que aparecen en la Ley de la Inversión Extranjera del 2014.[6] El primero se refiere a los derechos de propiedad en relación a la posibilidad de expropiación[7] y en segundo lugar, existen discrepancias sobre la contratación de la fuerza de trabajo que –por ley- se realiza mediante agencias empleadoras estatales.[8]
Si bien los mencionados aspectos introducen factores diferenciales en relación a leyes de inversión extranjera existentes en otros países, la experiencia muestra que los mismos pueden ser objeto de negociación, que no hace de estos temas obstáculos infranqueables para los negocios con el capital extranjero.
--En relación a los adeudos con los acreedores, aún cuando se ha avanzado en la reestructuración y pago de la deuda oficial, lo cual mejora la posición financiera del país, se mantienen pagos pendientes en la deuda comercial con proveedores y en la liquidación de dividendos, que afectan a inversores ya presentes en Cuba, o inciden en la valoración de posibles nuevos negocios.
Al referirse a este tema en lo relativo a la industria alimentaria, el ministro de Economía y Planificación señaló la necesidad de elaborar un programa para dar solución al problema.[9]
--Finalmente, tal y como se reconoció en la pasada Asamblea Nacional, en el tratamiento de los proyectos de inversión extranjera directa se enfrentan demoras en la tramitación y prejuicios que impiden el avance. Al respecto en su discurso de clausura, el presidente Raúl Castro señaló: “Reconozco que no estamos satisfechos en esta esfera y que han sido frecuentes las dilaciones excesivas del proceso negociador. Es preciso superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea.”[10]
Otro elemento prioritario a atender en el 2017 es la sustitución de importaciones. En ese sentido cabe recordar que lo estimado como sustituible en la factura de importación de alimentos se mueve entre el 30 y el 40% de la misma, lo que representa entre 560 y 750 millones de dólares anualmente, tomando en cuenta el valor promedio de las importaciones entre 2013 y 2017. También debe considerarse que para sustituir un USD de importaciones, se requiere gastar aproximadamente 0,16/0,17 centavos por USD previamente.
A pesar de las dificultades, no debe olvidarse que durante los duros años del Período especial los esquemas de financiamiento existentes –como FINATUR en el turismo- permitieron adelantar la divisa indispensable para impulsar las producciones nacionales, las que lograron un nivel de penetración muy significativo en productos como la cerveza y los artículos de higiene en lo referido a la sustitución de importaciones.
Finalmente, la promoción de nuevas exportaciones –especialmente aquellas de alto valor agregado, que actualmente representan solo alrededor del 15% del total- requiere la adopción de un grupo de decisiones encaminadas a recapitalizar y ampliar el procesamiento de producciones, entre las que se encuentran los derivados del azúcar, la producción de aceros especiales a partir del níquel+cobalto, el procesamiento de alimentos –tema abordado expresamente en la última Asamblea Nacional-, y el impulso a un grupo de producciones de alta calidad en el ámbito de las confecciones y el calzado de la industria ligera, así como de las llamadas industrias creativas, que abarcan la producción artística y en las que Cuba posee una alta competitividad.
En lo referido a la exportación de servicios, el impulso al crecimiento del turismo debe basarse en la elevación de la calidad, no solo del alojamiento hotelero, sino brindando una gama de opciones extrahoteleras que permitan incrementar los atractivos para los visitantes. En tal sentido puede mencionarse el turismo de salud, la construcción de parques de diversiones, centros nocturnos –cabarets y salas de baile- teatros, la instalación de campos de golf, marinas y otras alternativas de entretenimiento sano para el turista en el ámbito del turismo cultural y de naturaleza. (Continuará).