Un Jíbaro del tamaño de un Rascacielos

Presentación de la segunda edición del libro “Pedro Luis Lazo; el Rascacielos de Cuba”, XXV Feria Internacional del Libro, Fortaleza de la Cabaña, 17 de febrero de 2016.

Queridos amigos que nos acompañan esta tarde:

Hay rascacielos que se han derrumbado lamentablemente con el paso de la Historia, como las infaustas Torres Gemelas. Otros, crecen en dimensiones con el tiempo, como Pedro Luis Lazo Iglesias.

Pocos peloteros en nuestras Series Nacionales han tenido el carisma de él; pocos, poquísimos, pueden exhibir tan grande historial en el béisbol cubano.

Aquel muchacho “Jíbaro” de Río Feo, en las afueras de Pinar del Río, inquieto a todo dar y lleno de una sana ambición y fe sin límites en sí mismo, se transformó desde el box, a mediados de la década de los 90 del siglo XX, en uno de los mas grandes peloteros que haya parido esta tierra; un líder natural en cualquier equipo que militara; una atracción en todos los terrenos en que salió a lanzar.

Su brazo de hierro, su recta veloz, su slider como cuchillo que le enseñara el profesor Cortina, su descarada superioridad sicológica frente a los rivales, su temple sin par a la hora de los mameyes, lo convirtieron durante casi una década en el mejor pitcher de la pelota cubana.

Nadie como él era capaz de echarse provocativamente al Latinoamericano arriba, y haciendo oídos sordos al rugido de la multitud - o quizás enardecido por ello -, maniatar una, y otra, y otra vez a los temibles Industriales; para aparecer siempre al otro día, como si nada, jaranero y chivador, entre los miles de aficionados reunidos en el Coloso del Cerro.

Quince años en el equipo Cuba; el único pelotero con cuatro finales olímpicas; el pitcher más ganador y ponchador en las extintas Copas Mundiales de Béisbol de la IBAF; 257 victorias en nuestras Series Nacionales (nadie más que él), 33 lechadas, 2 426 ponches; son parte de los números que respaldan la entrada en la Historia de Pedro Luis Lazo.

Inolvidables sus actuaciones en play-off con Pinar del Río, sus dos ponches en el noveno inning de relevo contra los profesionales canadienses en la final de los Panamericanos de Winnipeg 99, sus épicas apariciones en el I Clásico Mundial de Béisbol hace casi exactamente 10 años. ¡Quién no lo recuerda!

Pero más allá de su grandeza profesional, está su dimensión humana, su don de gente, esa risa grande y contagiosa que lo retrata, su alma de chiquillo travieso que nunca dejó ir y que lo hace granjearse el cariño de los niños, su saber ser siempre él, sin necesidad de poses o doble rostro.

No es raro verlo en el portal de su casa en la Calle Martí conversando con amigos y aficionados, o visitando a los niños sin amparo filial en su Hogar de acogida en la capital pinareña. No extraña por eso la magnitud popular que tuvo su despedida ni la preocupación permanente de la gente durante sus recientes días de convalecencia.

Todo ello lo trata de atrapar en el libro que hoy presentamos, el profesor Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, hombre de linaje beisbolero y sapiencia del deporte, con quien comulgo en la pasión por la pelota y el disfrute de las letras.

De su empeño investigador y su sentido de la honra necesaria han salido libros homenaje a Luis Giraldo Casanova (el señor pelotero), Omar Linares, Alfonso Urquiola y este dedicado a Lazo, que tiene ahora su segunda edición. Todos son pinareños, pero glorias de Cuba entera.

Mas los libros de Osaba no se cierran en la figura misma que evocan, sino que nos traen de vuelta a otras estrellas que han brillado en diamantes de Cuba y el mundo; hechos que marcaron nuestro deporte; errores que no han faltado.

A su entrega, y la de otros colegas, debemos también la monumental obra que es la Enciclopedia del Béisbol Cubano, que ya nos ha dejado ver su primer tomo.

“Pedro Luis Lazo, el rascacielos de Cuba” nos habla de arte y deporte, de maestría y co…raje, nos lleva a brillantes antecesores de Lazo en el montículo y a la leyenda extraordinaria que éste supo tejer desde el box. Aquí hablan peloteros y aficionados, periodistas y escritores, abogados e historiadores. Aquí se deja ver un ídolo, pero sobre todo se muestra el béisbol como sostén cultural también de la nacionalidad cubana y pasión popular incontestable.

Esta segunda edición, recoge además momentos de la despedida popular que le dio a Lazo el pueblo pinareño y la actuación que “el Rascacielos” estampó en la Liga Mexicana de Béisbol, a donde llegó en planes de entrenador y terminó cerrando juegos a ritmo de ponches y rectas de 90 millas.

Osaba hace gala de la investigación periodística, de la didáctica pedagógica y de la virtud de la palabra. Pero sobre todo su libro transpira de admiración por el Gigante de Río Feo y de amor por la pelota.

En estos tiempos difíciles para el béisbol cubano, de grises resultados, calidad disminuida y salidas continuas de jugadores, la grandeza deportiva y humana de Lazo y la pasión historiadora de Osaba son la evocación mejor de lo que fuimos y queremos volver a ser en la pelota; son un monumento a la cubanía, a la persistencia, a la virtud.

¡Brindemos todos con orgullo por estos dos hombres y amigos y por este libro necesario!

¡Felicidades a la Editorial Hermanos Loynaz por su 25to aniversario!

¡Muchas gracias!