¿Una reforma de la Educación Superior cubana en el Siglo XXI?

Reconózcase o no como tal, el país se encuentra en un proceso de discusión y elaboración de los cimientos para una nueva reforma de la educación superior. Hace mucho que es una necesidad. Solo se ha planteado hasta ahora desde las carreras de cuatro años o planes de estudios “E” y desde la “integración de los centros”. Sin embargo, todos los indicios apuntan a que el proceso que estamos enfrentando, abordado de forma sistémica, puede plantearse como la gran oportunidad para un salto cualitativo necesario y que nuestras autoridades educacionales ven esto como positivo.

La educación superior de un país moderno, desde los finales del siglo XVIII, es la que determina su riqueza y su progreso. Si se dispone de un sistema organizado de producción de conocedores y de conocimientos, la sociedad humana se enriquece naturalmente. Lo único que realmente hace a homo sapiens esencialmente diferente a todo el resto de la naturaleza viva es nuestra capacidad de intercambiar y procesar información para nuestro propio bien y el de la especie. Y eso lo aprendemos en la escuela y lo promovemos en la universidad. Esa conciencia predominó, afortunadamente, en Fidel y la Revolución Cubana desde sus inicios.

El gran salto de progreso de la educación superior que comenzó con la Reforma de 1962 y se consolidó en los años posteriores convirtió las esencias del sistema en centros que forman profesionales especializados al mismo tiempo que generan nuevos conocimientos, a través de la investigación científica y tecnológica. Eso está bastante consolidado y bien conceptualizado. Más de un millón de graduados universitarios en medio siglo y la producción de alrededor de la mitad de toda la ciencia del país, anualmente, demuestran que nuestras universidades pueden ser verdaderos centros científicos superiores, al decir de Guillermo de Humboldt. Algunas lo son, sin dudas, y otras comienzan a serlo.

¿Por qué no aprovechar la oportunidad que nos brinda la ejecución de los procesos actuales, como el Plan E y la integración de los centros para plantearnos una reforma completa y actualización de nuestra educación superior, de forma sistémica? Las ventajas serían muchas al tratar de proponernos una educación superior a la altura de los retos de este siglo en el que se ha alcanzado precisamente una eficiencia en la trasmisión y procesamiento de información a niveles no soñados siquiera por los escritores de ciencia ficción más futuristas de siglos anteriores.

Hoy un estudiante en el aula puede tener en sus manos acceso a toda la información disponible acerca de cualquier tópico, con localizadores eficientísimos, en el mismo momento en el que su profesor se la menciona durante una clase. Cualquier conectividad de estándares mundiales normales a internet y la disponibilidad individual de teléfonos inteligentes de prestaciones promedio lo pueden hoy garantizar, con mucha facilidad. Ese solo hecho está cambiando en el mundo y sin dudas cambiará radicalmente las formas de enseñanza. Ya está también revolucionando la forma en la que se hace la investigación científica, el diseño, la comercialización, todo.

La sistémica de la nueva reforma universitaria debería plantearse la constitución de una educación superior donde a) se aproveche al máximo la actual universalidad del acceso, diseminación e intercambio de la información que se convierte en conocimientos, b) se formen profesionales adaptables a todas las variadísimas necesidades sociales de especialización, justamente con escalas de formación de lo general a lo particular, según el tiempo de estudios, la persona, sus intereses, sus necesidades, y el mercado de trabajo del país, c) se formen los científicos requeridos en todos los objetos de investigación necesarios mediante acciones de promoción de la formación doctoral a edades tempranas adecuadas, d) se maximice la interacción de la universidad con la sociedad, su vida económica y la producción de riquezas materiales mediante la investigación y la innovación, e) se promueva al máximo el desarrollo de las localidades a partir del centro científico, tecnológico, intelectual y cultural que es cualquier sede formal de la educación superior de forma natural, f) se promueva la conciencia de ciudadanos esencialmente revolucionarios y cultos en su visión de la vida y de su entorno, g) se optimice la gestión universitaria, garantizando procesos transparentes y democráticos, diseñados científicamente, que luego se reproducirán en valores y honestidad en toda la sociedad.

La necesidad de tales acciones parece obvia. Sin embargo, lo más atractivo es lo hermosa que resultaría para la presente generación de cubanos como legado a los que verán una patria mil veces más hermosa, parafraseando a un inmortal vietnamita.