“El Congreso no puede cruzarse de brazos en el caso de Cuba”, dice Díaz-Balart

Hay mucho de qué alegrarse acerca de lo que ha sucedido desde que los presidentes Obama y Castro declararon sus intenciones de restaurar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.

Olvídense de lo que dicen los extremistas de que Obama es el peor negociador desde Neville Chamberlain, y comiencen a recordar lo que el gobierno de Cuba acordó hacer y ya ha hecho.

Como resultado del acuerdo del 17 de diciembre, el gobierno cubano ha liberado a 53 presos. Puso en libertad a un espía que trabajó para la CIA y que estaba en prisión hacía dos décadas. Acordaron realizar conversaciones conjuntas acerca de los derechos humanos y ya se han reunido con diplomáticos norteamericanos para desarrollar un marco para esas negociaciones.

Están incrementando el acceso a Internet y disminuir sus costos mientras inauguran cientos de nuevos cibercafés que están disponibles para el público. Se está restaurando el servicio telefónico directo entre nuestros países. Alan Gross está en su casa y, como pudiera decir Southwest Airlines, es libre de vagar por nuestro país.

Y hay más en perspectiva a medida que diplomáticos de ambas partes trabajan para abrir embajadas, intercambiar embajadores y forjar acuerdos con potencial acerca de varios asuntos, desde la aviación civil y las telecomunicaciones, hasta la extradición de fugitivos de la justicia en ambos países.

Al pueblo cubano le gusta lo que ha sucedido hasta ahora. Los cambios en la política de EE.UU. ya son responsables de un aumento en los viajes a la Isla por parte de norteamericanos, lo que genera más negocios para emprendedores privados que tienen un número creciente de restaurantes, alojamiento & desayuno y servicios relacionados con el turismo, como la compañía de taxis y chofer operada por nuestros amigos de Nostalgicar. Un pronóstico económico publicado por Translating Cuba (Traduciendo a Cuba) estima que esta nueva actividad producirá un incremento adicional de 0,5 por ciento en el PIB de Cuba.

No es de extrañar que una encuesta de Fusion/Univisión realizada en Cuba el mes pasado arrojó que “una mayoría casi unánime –97 por ciento– dice que mejores relaciones con EE.UU. serían beneficiosas para Cuba”.

Xinhua, la agencia oficial de noticias de la República Popular China, también lo cree. En un análisis noticioso publicado esta semana, Xinhua dijo: “A medida que La Habana aspira a normalizar las relaciones  con Washington, es inevitable que la nación  isleña realice reformas políticas y económicas”.

El entusiasmo de los cubanos por relaciones más estrechas se equipara con un creciente interés mensurable entre los norteamericanos que visitan la Isla. Sojern, una firma de marketing en San Francisco, descubrió que hubo un aumento de 360% en las búsquedas en línea de viajes a Cuba al día siguiente del anuncio del 17 de diciembre. La encuesta también arrojó que las búsquedas en línea acerca de viajes a Cuba desde Estados Unidos “tuvieron un súbito incremento de 184% en los primeros tres meses de este año”, en comparación con el mismo período en 2014.

Los resultados de Sojern son coherentes con los de otra encuesta dada a conocer esta semana por YouGov y financiada por Airbnb, la cual comenzó a ofrecer casas en alquiler en Cuba en marzo. La encuesta, realizada el 23-24 de abril arrojó que treinta por ciento de norteamericanos planean unas vacaciones en Cuba, o estarían dispuestos a considerarlo, en el término de los próximos dos años. Entre los latinoamericanos, la cifra llega a 40%.

Con Airbnb abierto a los negocios en Cuba, y con una demanda robusta para los servicios charter existentes que despiertan un deseo creciente entre las aerolíneas norteamericanas de que existan rutas comerciales programadas regularmente, el contacto entre el pueblo de Estados Unidos y el de Cuba es probable que florezca.

Eso es precisamente por lo que rezan líderes religiosos norteamericanos. La promesa de relaciones más estrechas ya está siendo cumplida por pastores en lugares como Utah, quienes ven el comienzo de un renacimiento religioso en la Isla.

La evidencia visual de su trabajo pastoral es convincente. Sin embargo, ¿sería posible que fuera de cámara el obispo de la diócesis episcopal de Utah y otros obispos episcopales también hayan tenido tiempo de “bucear, visitar fábricas de habanos, aprender a bailar salsa y otras actividades evidentemente turísticas?”

El representante Mario Díaz-Balart (Florida, distrito 25) parece creerlo así. Díaz-Balart, quien es presidente del Subcomité de Asignaciones, el cual fija el financiamiento del Departamento de Transportación de EE.UU., obtuvo la aprobación esta semana para disposiciones que bloquean los nuevos vuelos y viajes de ferry a Cuba posibilitados por las reformas del presidente Obama. No esperamos que el proyecto de ley sea aprobado en ambas cámaras del Congreso, pero si así fuera probablemente se enfrente al veto presidencial.

No obstante, Díaz-Balart calificó la eliminación de las restricciones por parte del presidente Obama a los viajes persona a persona de “un evidente intento de burlar la prohibición de hacer turismo”. Continuó diciendo que “permitir a los cruceros atracar en Cuba violaría tanto el espíritu como la letra del derecho norteamericano”.

“En estas circunstancias”, declaró, “el Congreso no puede cruzarse de brazos”.

Seguro. Con tantas cosas moviéndose en la dirección adecuada, y con las compañías norteamericanas considerando a Cuba como un mercado de exportación para fertilizantes, ahora sería el momento preciso para que el Congreso despertara de su letargo y actuara.

Dios nos libre.

(Tomado de Cuba Central. Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.)