La sociedad civil: ¿rostros múltiples?

Trabajadores de la Planta de Biosensores del Centro de Inmunoensayo, en La Habana. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate

Cierta vez, en un debate teórico sobre la sociedad civil, la discusión casi concluía con las palabras de un directivo, cuando una profesora le pidió un minuto más para aclaraciones. El directivo, de forma gentil, le respondió: “Profesora, ud. tendrá todos los minutos que desee”. Acto seguido tomó la palabra ella para recordar que la sociedad civil es la base de todo sistema político.

Con esa afirmación, la profesora intentaba esclarecer, generalizándolos, los aportes teóricos de Bolívar, San Martín, Marx, Juárez, Lenin, Gramsci, Ho Chi Minh, Frantz Fanoon y otros pensadores sobre la sociedad civil. Exponía, de esa manera un primer rostro sobre el tema de la sociedad civil.

Fidel Castro ha expresado que ha sido un verdadero logro de la Revolución cubana la creación de su sistema político. Y ello tiene una extraordinaria vigencia política, social, teórica y práctica. Porque el haber creado en Cuba un sistema político de huellas autóctonas, que busque la solución de los intereses, no de la parte más pequeña de la sociedad, sino de toda la sociedad; es indiscutiblemente un gran valor ético, económico y político, ya que tanto la sociedad política como la sociedad civil se comprometen a trabajar por el bienestar de todos. Es decir, buscan el mismo objetivo. Y ese es otro gran rostro de este tema.

Tanto la sociedad política como la sociedad civil se unen en el tránsito a una sociedad más justa y mejor para todos; una sociedad solidaria que inclusive intenta apoyar a otras que aún no han alcanzado la conjunción de intereses y beneficios que busca nuestro sistema político. He aquí otra cara del asunto que, por supuesto, no incluye solo a la política estatal, sino que compromete a nuestra sociedad civil; porque cada miembro del pueblo participa en su práctica como actor político y como actor familiar y civil.

Es protagonista en actividades políticas como la votación por una Constitución que organiza y rige los destinos de nuestra sociedad, también en la toma de decisiones en múltiples actos de gran envergadura, en la postulación y elección de los miembros de la sociedad para integrar los cuerpos legislativos; así como su decisión sobre la pertenencia o no a organizaciones políticas. Este otro rostro para la sociedad política, no excluye a los miembros mayoritarios de nuestra sociedad civil.

Porque el ciudadano y el miembro del pueblo cubano actúan en las esferas económicas y sociales cotidianas, co­mo miembros de la sociedad civil. Organizan sus intereses productivos, legales, familiares, estudiantiles, científicos, ar­tísticos y recreativos, en instituciones del más variado espectro que también se interrelacionan. Y estos rostros múltiples son los modos en que nuestra sociedad civil actúa y piensa.

Sabemos que cada sistema político se estructura en sociedad política y sociedad civil. Ese es el rostro más general de ambas, su integración interrelacionada. De ahí el orgullo por nuestro sistema político, ya que desde sus bases iniciales luchó por la liberación de la dictadura batistiana que le fue impuesta al pueblo cubano. Inmediatamente después del triunfo de la Revolución, trabajó por la ayuda a la progresión social de otros países, como la liberación del apartheid en África, apoyó la lucha contra el analfabetismo y por la extensión de la educación en pluralidad de países, en particular del Tercer Mundo; auxilió a pueblos en situación de catástrofe, se involucró en el combate por la salud en los países más necesitados hasta encabezar la peligrosa batalla contra el ébola. Y ello lo ha hecho de conjunto nuestro pueblo: es decir, su sociedad política y su sociedad civil. Dicha armonía de ambas sociedades es el rostro más valioso que ofrece nuestra Patria.

(Tomado de Granma)