Ucrania: Bailando con dinosaurios

Nada en el tablero mundial tiene solo dos piezas para ser movidas. Mucho menos cuando se enredan en una misma lanza varios propósitos y se  desatienden los más graves y amenazadores.

Que Petro Poroshenko fuera un invitado especial a la cumbe de la OTAN, da medida de lo irracional de ciertos enfoques. Ucrania, adquirió un interesado protagonismo que perderá según no sirva a las querencias que ahora le mueven.

Aunque con violaciones que no anuncian saldos sino  innobles continuidades, el acuerdo para un cese al fuego permite un  parco optimismo del conflicto civil, convertido en eje y motivo de disensiones de otra naturaleza.

Entre los motivos para el apresurado cambio de postura por parte de Kíev, se hace referencia a las próximas legislativas. ¿Cómo pretender que sirvan para legitimar un gobierno en su mayoría compuesto por los golpistas de febrero pasado, sin la participación de área tan importante del país? Tampoco la economía está en condiciones de sostenerse prescindiendo de los bienes (en bruto o procesados industrialmente) con que cuenta el Dombass.

Cualquier guerra es cara. Ese otro punto también era urgente resolverlo, ante el decrecimiento de un menos 8 ò 9%. Si esos dos motivos se suman a los avances militares logrados por los rebeldes, habrá suficientes para moverse en una cuerda menos agresiva, pero resulta sospechoso que Arseni Yatseniuk, en funciones como premier,  dijera en paralelo con no aceptaba nada procedente de los “terroristas rusos”. ¿Habrá diferencias entre el presidente y el recalcitrante neoliberal o solo es un enroque fortuito? Quede anotado.

Estados Unidos y el Viejo Continente, (léase OTAN si lo desea), deben haber hecho sus cábalas logísticas y financieras. Pero ante todo, parece que les resulta suficiente haber aumentado su armamento y efectivos en los países este-europeos, el Báltico y Polonia en particular.

Ese fue su propósito básico. El Báltico dada sus importantes - a veces decisivas- vías de comunicación y por tener, como Polonia,  fronteras con Rusia. No debe ser accidental que los gobiernos de estos países estén entre los más refractarios con respecto a Moscú.  Es un antagonismo antiguo y fuerte. Parte en buena medida de un no menos viejo nazi-fascismo, reverdecido lamentablemente para estas fechas, sobre todo en Letonia, Estonia y Lituania.

"Los resultados de la cumbre demostraron que la Organización del Tratado del Atlántico Norte, cuya política está dictada por Washington y los 'halcones' en varias capitales europeas, ha buscado y está buscando dominar la esfera militar en Europa, en violación de los acuerdos, repetidamente reafirmados en todos los niveles, sobre la importancia de crear en la región euro- atlántica un sistema de seguridad igual e indivisible".

Así reza uno de los párrafos del comunicado emitido por la cancillería rusa al término de la cumbre en Newport, Reino Unido, donde aparte de confirmar la creación de una fuerza de acción rápida (que tampoco ocultan está dirigida hacia Rusia, como el mal afamado escudo antimisiles), anuncia el incremento militar en las ex repúblicas socialistas citadas, incluyendo maniobras conjuntas que ya comenzaron.

Es demasiado evidente que se quiere involucrar a Rusia en el típico desasosiego que suelen crear  sobre un país para desestabilizarlo, obligarle a invertir en armamento, (eso trae ralentización en el desarrollo), distraer sus enfoques y esfuerzos hacia una política exterior constructiva, obligando a centrarse en esfuerzos improductivos.

Ardor tan desmesurado contra Rusia,  resta energía a temas de la mayor importancia y amenaza. El terrorismo, el de verdad, no el que ha servido de pretexto para invadir y trocear territorios o debilitar naciones, se ha colocado por debajo del empeño anti-Kremlin.

Detrás queda también el desafío que plantean las alteraciones del ecosistema provocadas por el maltrato a la naturaleza y los dispendios del consumismo. El  narcotráfico es otro inconveniente que se disparó con la fallida invasión de Afganistán y el padrinazgo a Kosovo, cuyos dirigentes prestan el territorio para elaborar  heroína o en tránsito de la materia para obtener estupefacientes.

La enumeración sería larga y  de una obviedad que no admite porfía. Son temas a despertar la mayor atención y empeño. Pero no. Se insiste en ponerle bridas a un país que recobró su índole de potencia. Y Ucrania es, para Washington y por extensión para Bruselas,  el peón usado para incrementar el cerco  sobre la Federación rusa.

Todavía en tiempos de Gorbachov, se firmó  un acuerdo con el gobierno norteamericano estableciendo que la OTAN no iba a establecerse en esa especie de cordón que rodeaba a la antigua Unión Soviética y ahora se anuda erizado de pertrechos bélicos y tropas hiper entrenadas en torno a su heredera.

Otrosí: El alto al fuego entre el presidente ucranio y los rebeldes, no es un pacto de paz. Para que se consolide, se necesitan buenos deseos y hay pocos.

Si Porochenko se avino a un arreglo que lo mismo puede ser un entreacto que un final in-feliz,  buscando incorporar el Dombass a las legislativas, para conseguir un gobierno que no sea el que ejecutó la asonada contra Yanulovich, o legitimar ese mismo, tendrá que hacer encaje de bolillos, porque los rebeldes dicen que no cederán lo que conquistaron.

En lo que respecta a la OTAN, o a Washington, para mejor decir, puede, como en otros sitios, dividir a la población ucraniana, continuar acusando sin pruebas a Rusia de cuanto se le ocurra,  pero no será posible engañar a estos o a todos  a tiempo completo, ni pretender que la prudencia rusa se convierta en capitulación de sus necesidades y derechos.

Uno de los “castigos” impuestos  a Moscú fue disolver el acuerdo OTAN-Rusia, marco idóneo dentro del cual se pudo buscar arreglo que evitara malos trances para los dos lados y el incremento de tensiones cuando hay en exceso.

Si el empeño y la fuerza estuvieran dirigidos a terminar con  los fundamentalistas del Estado Islámico o en darle sanas conclusiones al antiguo problema palestino-israelí,  despejaría el sobrecargado entorno  planetario.

Entonces,  lo mismo al interior de Ucrania (donde mucho dependerá de sus oligarcas) como en el inventado antagonismo entre bloques,  están lejos de cerrojo categórico. En todo caso, algunos flacos puntos suspensivos.