Lo esencial no se corta con tijeras

Encontrar similitudes entre un frozzen y un tiburón ya no resulta imposible, pues ambos términos sirven para nombrar diferentes tipos de pelados.

El uso de estas terminologías con dichos significados, aunque se encuentran fuera de los registros clásicos de la lengua y quizás le provoquen un insulto al más avezado conocedor de nuestro idioma, fueron incorporados al habla popular de los más jóvenes, que no solo se conforman con crear y modificar su apariencia personal, sino también imponen nuevos vocablos.

«Para atravesar toda esta gamma de significados atribuidos a los diferentes pelados, los grupos sociales tienen que decodificar los diferentes términos creados entre los jóvenes», expresó Yeisa  Beatriz Sarduí, socióloga del Centro de Investigación Juan Marinello y especialista en temas juveniles.

Este fenómeno no es único en la actualidad, pues los cortes de cabellos han marcado pautas a través de todos los tiempos.

En el mundo de la mitología clásica ofrendar los cabellos era una promesa frecuente, y significaba la entrega propia a la divinidad.

Durante el siglo XVI, aparecieron en Inglaterra y en otros países del mundo las pelucas, con la pretensión de aparentar elegancia, opulencia y ocultar las enfermedades del cuero cabelludo provocadas por la poca higiene.

Cuando los religiosos de la Edad Media comenzaban a ser clérigos, antes de la ordenación recibían un corte de pelo llamado Tonsura. Esta práctica permaneció vigente hasta 1972, fecha en que Pablo VI, en su Carta apostólica, comenta los cambios en lo que antes llamaban órdenes menores.

En Cuba la tradición se remonta al año 1552, cuando el 26 de agosto se entregó por primera vez la  licencia de barbero y cirujano  a Juan Gómez. El 27 de diciembre en homenaje a él  y en honor al natalicio de Juan Evangelista Veitías, importante promotor del  oficio, se entrega cada año un premio a profesionales destacados.

Durante las décadas de los 60’ y 70’ se escucharon nombres como el Caramelo, bucle hecho con gomina; el Drum, común en las personas de raza negra; y el Beway, usado por Elvis Presley y descrito como un medio flequillo que caía sobre la frente.

Aunque hoy no es cuestión de religiones o jerarquías sociales, si de cortes de cabello se trata existen infinidad de variedades. En los últimos tiempos, se ha desatado una revolución de creadores de nuevos peinados, como si  estuviese haciendo de las suyas algún Picasso de las tijeras.

LOS MÁS BUSCADOS
Eddy Alexander Planes Hernández y Manuel Alejandro Becerra Rodríguez, estudiantes de peluquería, afirmaron que mantenerse informados de lo que está de moda es todo un reto «Algunos prefieren leer revistas; otros participar en diferentes eventos sobre peluquería y barbería, pues siempre hay información nueva. Es importante mezclar la experiencia  con la creación joven, tener la mente abierta al conocimiento».

Barberos de La Habana Vieja sostienen que muchos clientes, principalmente jóvenes y adolescentes, vienen a verlos con nombres diversos,  y a la hora de describir los peinados todos quieren algo diferente. «Realmente resulta más fácil que obvien los términos y nos expliquen qué es lo que desean», dijeron.

Pero definitivamente, parece imposible frenar la avalancha de bautizos.

«Yo me hago el Mawa. Como puedes ver es rebajado a los lados, con unos pinchos en el centro y hasta la nuca, y es uno de los más usados», refiere Carlos Lima Cabrera, estudiante de medicina, quien aclara que lo lleva solo porque está en la universidad, pues al graduarse cambiará su corte a uno más formal.

Y es que cada etapa de nuestras vidas requiere de una imagen diferente en correspondencia con el nivel de responsabilidades, así como las exigencias sociales impuestas por las personas que nos rodean.

«En este período, los adolescentes necesitan  sentirse reconocidos y  saberse parte del grupo de iguales, pues este es con el que mayormente interactúan y establecen relaciones sociales. Los gustos y las afinidades semejantes son las que determinan la existencia de los mismos, a partir de los intereses comunes.

«Tanto el grupo de pares como los medios de comunicación son los que ejercen mayor influencia en este sentido», afirmó Yeisa, la referida especialista en temas juveniles.

«El Dominicano es el peinado que identifica al famoso cantante de Reggaetón Daddy Yankee, muy conocido por los marcados cortes y el pelo hacia delante. Mayormente lo usan los que idolatran este género musical», explica el estudiante de carreras técnicas Yoandy Rodríguez Romero.

El Yonky y el Yony, son otros pelados de último grito en el escenario juvenil. Estos dejan de ser solo tijeretazos para detenerse en el dibujo de símbolos, marcas oficiales, o simplemente lo que el cliente desee.

Algunos prefieren hacerse los Pinchos, otros el Machimbrao o el Punky, pero Jorge Manteldi, elige el Tiburón, conocido además como Beltrán o Cristiano Ronaldo, hecho célebre por dicho futbolista: una especie de Mawa que crece más allá de la nuca y termina en forma de pico: «Lo llevo para estar a la moda y gustarle a las muchachas».

Los emos y los rockeros siguen una línea diferente. Se hacen el llamado Bistec, según Andy López Menéndez, quien rodeado de un grupo de amigos explica que los asociados a estas tribus urbana dejan caer el pelo sobre un lado del rostro, cubriendo un ojo, y suelen teñirse de negro.

Y para los amantes del helado, se inventó el curioso Frozzen, que en realidad nadie logra describir exactamente, pero es algo así como un Mawa largo que termina en forma de cresta.

Famosos por estos días también suele ser el Crixus, corte que agradece su nombre al modo en que llevaba el cabello uno de los gladiadores de la serie Spartacus.

Pero las invenciones sobre el cabello no acaban ahí. Algunos híbridos dejan boquiabiertos al más circunspecto de los mortales, tanto por sus nominaciones como formas. Se hacen algunas mezclas, como dirían los animadores del programa ArtAtack del canal Multivisión, que no logran pasar inadvertidos.

«Existe el Dominimawa, fusión entre el dominicano y el Mawa, y el Wachilalae, algo así como un Mawa-Tiburón-Dominicano», precisa Carlos Javier Domínguez Pérez, un joven mecánico que con cuidado devela su cabeza para no manchar su cabello con la grasa del motor que repara.

En boga también los Dreadlocks, pelado preferido por los rastas, que según Mercedes Jiménez Castañeda, estudiante de peluquería y conocedora de los peinados urbanos, consiste en lavar los cabellos solo con jabón para que se resequen, y luego enredarlos poco a poco con una esponja, así el pelo crecerá podrido, y al estilo de Bob Marley, ícono musical del género Reggae.

En nuestro andar por la capital constamos que también existen adeptos de lo natural y el descuido a la hora de llevar el cabello. «Yo prefiero dejarme el pelo normal, como crezca, sin tanto pelado raro, aunque no estoy en contra de los gustos individuales del resto», aclara Marcel Mazorra.

CUESTIÓN DE GUSTOS

«Algunos padres no permiten que sus hijos adopten este tipo de modas, y nuestros abuelos afirman que en sus tiempos esto no ocurría, e incluso dicen que no son cosas de hombres. Sin embargo, yo pienso que la orientación sexual no tiene nada que ver con el tema, aunque últimamente los hombres seguimos mucho esta línea metrosexual: nos afeitamos, nos sacamos las cejas, nos teñimos…», asegura Lázaro Valdés quien recibe  la anuencia de Alejandro Peña y Cristian Morales, todos estudiantes de politécnico.

Aunque algunos aseguran que lo hacen para agradar a las muchachas, Karla Reyes demuestra que no todas piensan de la misma forma: «No me gustan los varones con esos cortes extravagantes, ni con el pelo teñido, ellos no tienen buen gusto para eso».

No son pocas las contradicciones que generan en el ámbito social este tipo de comportamientos, pues aunque generalizados, muchos aún no lo aceptan.

De acuerdo con lo explicado por la socióloga del Centro de Investigaciones Juan Marinello,  las bases histórico-teóricas, entre la cultura adultocéntrica establecida por los adultos y la de los jóvenes, siempre ha existido una brecha generacional, y la tendencia a negar este tipo de modas. Sin embargo, se ha ido aceptando, aunque no en todos los espacios, pues hay sitios que requieren una serie de requisitos, principalmente centros laborales y estudiantiles.

«No estoy de acuerdo con algunas modas, como que se pinten el cabello, o que usen esos pelos parados. Se puede ser moderno sin emplear esas formas; en hombres no me gustan esas cosas», afirma Héctor Torres con indignación.

Entretanto, José Núñez Torres no calificaría como extravagantes  a los peinados de la juventud. «La gente de antes se peinaban con bucles  y tenían el pelo largo, ahora ellos imponen otras modas; si esto no ocurriese, no fueran jóvenes. En todos las épocas sucede los mismo, son cosas normales», aseveró

Definitivamente todo se debe a la gran influencia, quizás inconciente, de los modernos y sofisticados medios de comunicación, y el afán de la juventud por seguir a sus ídolos.

«En la actualidad nuestros país no ejerce mucho dominio en el tema de la moda, incluyendo el pelado. Antes sí habían cortes autóctonos como la Mano negra y la Malanguita, mientras que ahora mas bien tomamos, por suerte o desgracia, cortes de Norteamérica, Europa o el Caribe, y le damos nuestro toque cubano », asegura uno de los barberos de La Habana Vieja.

Según Yeisa Beatriz Sarduí, los medios de comunicación influyen. Se vuelven patrones de referencia y engloban además al Internet. A su vez, están relacionados con los llamados estilos juveniles, los cuales tienen en cuenta la estética, la música, el lenguaje, el modo de vestir; resultado de la influencia de las imágenes repetidas.

«El programa, Conexión, es un ejemplo. A través de su conductor se muestra un perfil con el que los jóvenes se sienten identificados», acota.

EL ARTE DE LAS TIJERAS
Para Gilberto Valladares, barbero del proyecto comunitario ArteCorte, conocido como Papito, el oficio es mucho más que una habilidad; toca las raíces mismas de una nación y se recrea en sus mitos locales, cultura y creencias.

«Nuestro proyecto, realizado conjuntamente con la Oficina del Historiador, no soslaya la tradición, el oficio, ni el arte. Próximamente se involucrará mucho más con la comunidad, sobre todo con propuestas atrayentes para los desvinculados. Incluye a niños y jóvenes.

«Tenemos una escuela gratuita de peluqueros, y poseemos bases históricas sobre el tema. Como patrimonio atesoramos  una memoria fotográfica en Cuba y una colección temática de pinturas».

El proyecto incluye un parque para que los niños se relacionen con esta labor, se deslicen sobre navajas que en realidad son canales, o disfruten de cachumbambés que aparentan ser tijeras, y al salir lleven un nuevo corte de pelo.

La aspiración de los integrantes de ArteCorte es crear en el barrio Santo Ángel, El Boulevard de Barberos y Peluqueros de Cuba, y convertirlo en un espacio propicio para el intercambio con profesionales de otras provincias.

Este hecho, sin precedentes en la Isla, servirá para estimular a todos los interesados  a conocer sobre la historia de nuestros peluqueros, dignificar su labor y demostrar que lo más importante es el amor por el trabajo.

Pese al esfuerzo de proyectos como este, en nuestro país, el tema ha sido poco abordado por especialistas de la sociología y la psicología, pues algunos lo consideran frívolo y superficial. Sin embargo, para una verdadera comprensión de este fenómeno  las investigaciones deben rebasar el marco de la moda, pues al escoger una forma de peinarnos, intervienen  múltiples factores que determinan la creación de una identidad social.

Modernos o elegantes, sutiles o atrevidos, de cualquier forma, lo importante no es lo que llevamos sobre la cabeza, sino lo que hay dentro de ella.

 (Tomado de Sentirjoven)