Vuelco hacia el trasfondo de la piratería somalí (+ Video)

Por Cynthia Hernández Mayol

Los piratas Somalíes son cada vez más peligrosos en los asaltos a buques de cargas

Los grandes círculos de poder occidentales a nivel global pretenden resolver o aminorar los asaltos piratas en las costas de Somalia mediante el refuerzo de la seguridad marítima en el Cuerno de África, en vez de enfocarse en las causas de la piratería.

Lo cierto es que la respuesta internacional ante los reiterados asaltos piratas en las costas de Somalia ha sido prácticamente militar y hasta el momento las acciones se han manifestado con el propósito de satisfacer sus propios intereses y no los de la nación somalí.

Somalia ha sido escenario de guerras tribales, enfrentamientos religiosos e invasiones desde hace más de dos décadas producto del desmoronamiento del régimen de Mohamed Siad Barre en 1991, mostrando hasta el presente año un alto nivel de ingobernabilidad sobre todo para hacer valer autoridad en sus aguas.

Otros de los factores estructurales que explican la piratería marítima están vinculados con la falta de recursos pesqueros imprescindibles para la economía del país africano y para la alimentación de pueblos costeros, lo cual está condicionado por la pesca ilegal que realizan navíos procedentes de países desarrollados en aguas somalíes.

A partir de ese momento surgió un tipo de piratería que se autodenominó guardacostas, “cuyo objetivo eran los barcos que pescaban ilegalmente y los que vertían sustancias tóxicas en las aguas costeras”, indicó el Informe del Grupo de Supervisión para Somalia en cumplimiento de la Resolución 1630 (2005) del Consejo de Seguridad de la ONU en 2006.

Algunos expertos no occidentales defienden la idea de que los piratas no son más que defensores de sus costas impidiendo la pesca ilegal y el vertido de desechos tóxicos efectuado por grandes buques que navegan en el Mar de Arabia, el Golfo de Adén, el Océano Índico y el Mar Rojo.

Contrariamente, otros analistas europeos sí los acusan de ladrones, y diversos centros de poder internacionales se han valido de la piratería como pretexto para incidir militarmente en las costas así como garantizar la seguridad de buques de carga que “solo” utilizan la vía como tránsito de navegación.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE) hicieron público la extensión de sus acciones combativas en pos de seguir reforzando la seguridad de sus navíos hasta fines de 2014.

Los dos operativos de la OTAN: Escudo del Océano y Operación Atlanta, procuraron junto a fuerzas marítimas de los Estados Unidos y de otras regiones europeas reducir el número de ataques con el uso de navíos especializados y con mayor cantidad de soldados a bordo.

Por otro lado, el operativo de la UE determinó trabajar de cerca con instituciones somalíes entre ellas el Gobierno Federal de Transición, lo cual fue rechazado por expertos, pues consideran que la iniciativa pueda perjudicar tanto a vidas de civiles como a las acciones en vías a combatir y frenar los asaltos piratas contra buques de carga.

Según fuentes de la OTAN en enero de 2011 de 29 ataques piratas sólo seis fueron efectivos, mientras que en el mismo periodo en 2012 hubo un máximo de cuatro y ninguno resultó exitoso.

Una mejoría similar también demostró la fuerza naval de la UE cuando logró distribuir satisfactoriamente unas 900 mil toneladas de alimentos en Somalia, territorio en el que por la intromisión de piratas generalmente no llegan las donaciones de alimentos hechas por organizaciones humanitarias para combatir la hambruna.

Aunque el número de agresiones piratas descienden, expertos del ala no occidental alertan y critican la incompetencia de potencias europeas que al  ignorar las causas de la inestabilidad política, económica y social en Somalia, alimentan un ciclo de violencia entre buques más especializados y piratas ansiosos por conseguir rehenes a cambio de dinero.

Diferentes estudios han informado que como resultado de los esfuerzos marítimos internacionales para frenar esta actividad delictiva, los grupos de piratas están recurriendo al uso de la violencia letal y al maltrato de los rehenes durante los ataques y momentos de cautiverio.

Debido a la misma incoherencia política persistente en Somalia los piratas no son procesados correctamente en su país natal, lo que obliga a jefes de buques extranjeros a enjuiciarlos en sus naciones y no en la propia nación africana.

El representante especial de la UE para el Cuerno de África, Alexander Rondos, cuando visitó Somalia el 20 de marzo en 2012 recalcó la necesidad de que existan sistemas judiciales efectivos e instituciones que satisfagan las miserias de las comunidades locales.

El ascenso de la piratería desde la década de los noventa  así como su  represión en tiempos actuales no puede desligarse de la desarticulación y debilidad que padecen los poderes públicos del Estado en Somalia.

Este nuevo paradigma militar aumenta la seguridad marítima en buena parte y a su vez disminuye el número de asaltos piratas pero no erradica el fenómeno de la piratería somalí desde sus raíces.

Las fuerzas occidentales se han valido de la piratería en las costas de Somalia  como una excusa para incidir militarmente en este país africano, así como mantener solo la seguridad de sus propios buques y no hallar una solución a la situación tensa que enfrenta el país.

El fin de este contrabando depende en gran medida de la instauración de un gobierno nacional estable conformado por un sistema judicial fuerte.