Strike 3: Flashazos de postemporada (VIII)

Jorge Martínez, monumental. Foto: Ricardo López Hevia.

Lógica deshecha. Jornada de sorpresas. Matanzas, inexperta, consiguió la proeza de remontar tres juegos frente al cujeado Sancti Spíritus, y estará en la final occidental contra Industriales. Granma, supuesto bocadillo para el desayuno en Villa Clara, gritó a los cuatro vientos que tiene ambiciones y forzó la disputa del último cotejo. Y al borde de la muerte, cerca de una eliminación insospechada, cuando casi ninguno daba un duro por la salvación de su alma, Ciego alcanzó a ver luz ante Las Tunas. Estos son los highlights...

Sancti Spíritus, sin espíritu: Así dice un amigo cuando va a referirse a la tropa espirituana. Y es que a veces da la sensación de que se trata de un equipo inflado de apatía, sin ese plus anímico que alza la boga de otras selecciones. Con ellos, desde aquel memorable 2002 versus Holguín, la historia siempre se repite. Unas veces como farsa, otras como tragedia, pero se repite. Ahora mismo -¡increíble!- los muchachos de Ruperto Zamora acaban de admitir una larga remontada de tres juegos a Matanzas, que hace más de una década no contendía en choques trascendentes. Y lo juro: desde el mismo comienzo del encuentro presentí el descalabro: Cepeda y Mendoza cometían errores de ABC; Eriel (ido de sí) pisoteaba absurdamente a Santoya; Ismel Jiménez recurría constantemente al rompimiento, acaso porque carecía de fe en su bola rápida... No sé, aquello me daba mala espina. Y el revés tocó a sus puertas cuando Ismel le dio base por bolas a Santoya, cuadrado en el home plate para sacrificarse. Y el revés se les hizo irreversible en el octavo, una vez que mandaron a Eriel a esperar en conteo de tres y uno, con los ángulos congestionados y el empate en la antesala. Esta mañana, desplumados de tristeza, no cantaron los gallos.

Miscelánea: Voy a colar varios asuntos en un mismo párrafo. Primero, ignoro por qué Víctor -que no se las piensa para los reemplazos- demoró tanto la salida de Jorge Martínez. Por ahí estuvo cerca de írsele el partido. Segundo, hago un nuevo llamado al mejoramiento de las faenas arbitrales. En estos play off han errado frecuentemente en home, han sido permisivos con la indisciplina, y han lucido espantosos en las bases. Tercero, me pregunto qué pasa en el centro del país, que no gana campeonatos hace mucho, ya perdió posibilidades con Cienfuegos y Sancti Spíritus, tiene a Ciego contra la pared, y a Villa Clara exigida de un juego a vida o muerte. Cuarto, quiero felicitar sinceramente a Víctor, por su mentalidad inderrotable; a Jorge Martínez, por esforzado y guapo; y a Matanzas, por ponerle tantas ganas a sus sueños.

Las Tunas, inocua: Este jueves, de seguro los Leñadores despertaron ilusionados con poner punto final a su play off contra los Tigres. Era cosa de ¡zas! un hachazo seco y fulminante, y la cabeza a rayas rodaría por el diamante del Cepero. Sin embargo, no pudieron hacer su trabajo. Ante ellos no estaba un felino, sino una secoya que terminó rompiéndoles el hacha. De esa manera, Ciego se puso a un salto del empate, gracias al oportuno despertar de algunas de sus cartas ganadoras, pero también a la exquisita inoperancia de los bates tuneros. Porque se dice y no se cree: los Leñadores promedian .230, y su slugging es tan lamentable que más vale reducirle el puntaje (.304). Ciertamente, la paloma de la ventaja sigue estando posada en sus hombros, en virtud de que les basta con triunfar en uno de dos juegos en su estadio. Sin embargo, en el camino les aguardan Vladimir y Yander. Esto es, secoya y media.

Alazanes, impredecibles, desbocados: Parecía que este play off se jugaría sobre un plano inclinado, con Villa Clara dando golpes de autoridad a un muchachito contestón. Pero ocurre que Granma ha aprendido a bailar en la punta de los pies -esto es, sin miedo a la caída, que es como ha de bailarse en las postemporadas-, y la serie tendrá que decidirse hoy en el séptimo partido. A los granmenses les falta mucho (demasiado) para disponer de un equipo redondo, mas la pelota tiene cosas que habrían dejado estupefacto al viejo Einstein. Mire usted: anoche, en el quinto, Despaigne tuvo el bote lleno, enfrente estaba un relevista recién importado del bullpen, y el hombre apenas consiguió un rodado para double play. Dio la impresión de que los Alazanes habían perdido su momento, y que a partir de ahí serían consumidos por esa fastidiosa modorra que a ratos los embarga. Pues no. Tres entradas después, Marcos Fonseca -bateador de aptitudes restringidas- despachó un jonronazo con dos en las almohadas que dictó sentencia en el encuentro. Nada, que el rico fue a comprar al reciclaje, mientras el pobretón, orondo, entraba al Corte Inglés. ¿Cómo se explica eso, viejo Albert?