Strike 3: Acuse de recibo

Tomo prestado el nombre de la columna diaria de un amigo para resumir en pocos párrafos la cruenta disputa desatada en el foro a raíz de mi comentario "VM32 y la punta del iceberg".

A quienes entendieron el sentido real de mis palabras y así lo dejaron saber con algún post, les doy gracias por tranquilizarme. Por un momento pensé que había sido ambiguo al exponer mi tesis, pero ustedes conjuraron el fantasma.

A quienes pensaron que estaban en el estadio y entonaron un concierto de groseras ofensas (amparados, claro está, por la distancia), les denegué la publicación de su mensaje y, como habrán visto ya, les respondí a sus direcciones personales. Rueda el dado...

Finalmente, a quienes malinterpretaron todo -o casi todo-, les pido que vuelvan a leer. Ante todo porque JAMÁS le pasé la mano a la actitud de Víctor, al cual admiré como pelotero, admiro como manager, pero lógicamente, no tengo por qué correr un velo sobre sus errores.

Tan temprano como en el segundo párrafo del comentario, explicité mi posición ante el incidente en la Isla. Escribí: "Aclaro: estoy plenamente de acuerdo con que ningún manager o jugador del mundo -ni aquí, ni en Grandes Ligas, ni en Groenlandia- goza de facultades para agredir a un árbitro. Y que echar un puñado de tierra a la cara del umpire, es una flagrante falta de respeto".

Y a seguidas, para no dejar lugar a dudas, dije que aplaudiría siempre la severidad con que sean juzgados tales procederes. Entonces, ¿dónde está la "mano pasada"? ¿Dónde, el interés por desviar la atención o justificar una medida?

Lo que quise sostener, y de hecho sostuve, y aún sostengo, es que muchas de las protestas que vemos a diario se originan en la ineptitud de muchos árbitros (no de todos, pero sí de muchos), y que ese mal de fondo, lamentablemente, no es objeto de oportunas sanciones por parte de la Comisión Nacional.

(Amigos que se encontraban en el estadio el día de marras, me aseguran que el árbitro acertó al cantar la jugada que encendió la tarde. Pero eso no quiere decir que otras veces no le asista toda la razón del mundo al "protestante").

Para decirlo con un solo swing: tan mala es la indisciplina en el terreno, como la incapacidad para impartir justicia. Espero que, ahora sí, se me comprenda.