De Madre a Patria: Dos dioses en vinagre y aceite

En este y otros foros deportivos, se ha vuelto una constante la eterna disputa sobre quién es el mejor futbolista a día de hoy. Messi o Cristiano, he ahí la cuestión. Jugadores que no se parecen en nada, ni dentro ni fuera del terreno, pero que comparten una disposición genética envidiable para el gol.

Al final de la polémica, rara vez alguien logra convencer a su oponente. Los seguidores del argentino alegan mil y un argumentos convincentes y sólidos; los parciales del luso lo defienden con razones igualmente inobjetables.

No quiero yo avivar el fuego de esta discusión de naturaleza bizantina. Tengo y sostengo una opinión en torno al tema, pero no me parece necesario exponerla. Para eso, para emitir criterios trascendentes sobre dicha cuestión, está la FIFA.

Lo que pretendo en estos breves párrafos es echar un vistazo a estos colosos. Un par de personajes que, sin dudas, monopolizan la atención del aficionado de estos tiempos, sabedor de que su calidad sobrepasa por mucho la de todos y cada uno de sus contemporáneos.
Desde los viejos tiempos de Cruyff y Beckenbauer, creo, no coincidían en el firmamento del fútbol dos estrellas de tanta magnitud. Sin embargo, lo creo también, jamás ha habido tanta diferenciación entre dos astros.

Al lado de ellos, Saturno y Mercurio son planetas gemelos. Messi, el americano, es diminuto, poco agraciado, habla lo indispensable y es adicto a la milanesa napolitana con papas fritas. Cristiano, el europeo, es un atleta en toda la extensión de la palabra, explota a fondo el rostro con que vino a la vida, suele fanfarronear ante la prensa, y a la hora de sentarse a la mesa prefiere el bacalao a la brasa.

Nada tiene que ver el uno con el otro. Nada, como no sea el hecho de que son superdotados. El blaugrana ha querido zanjar el debate con una expresión conciliatoria: "Cada uno tiene su propia personalidad y manera de hacer las cosas". El madridista, por su parte, ha sido más gráfico: "Messi y yo -le dijo al periódico germano Kicker- somos Ferrari y Porsche".

Lo cierto es que ambos disponen de arsenal suficiente para sentirse por encima del resto de los futbolistas que ahora mismo saltan a las canchas. Son especiales, y desde ya se abren espacio entre los grandes de la historia. Trascenderán, eso está claro, más allá del rendimiento que consigan con sus respectivas selecciones nacionales. Como le sucedió a Di Stéfano, digamos.

Insisto: sus conceptos futbolísticos se sitúan (casi) en las antípodas, pese a que los dos se mueven por la misma zona del terreno, y a que frecuentemente inician sus ataques en la banda.

Voy al detalle. Messi se adapta con mayor facilidad al juego colectivo, se muestra más generoso con sus compañeros de ofensiva, gusta de recibir el balón al pie, es un prodigio con la pierna izquierda, se comporta letal en un metro cuadrado de hierba, goza de un pique en corto y un regate seco insuperables, a ratos de la sensación de que lleva la pelota atada a los botines, y tal como acaba de recordárselo al Atleti, porta en la sangre la picardía del jugador rioplatense.

Mientras, Cristiano no es tan dado a asociarse -acaso porque conoce demasiado bien sus potencialidades-, y acostumbra a moverse por sectores amplios en los que desarrolla toda su velocidad con pases al espacio. Es entonces que saca a relucir sus afamadas bicicletas, sus centros milimétricos, y esos disparos en carrera que salen a todo vapor desde cualquiera de sus pies. Va muy bien por arriba, y se convierte en máquina asesina a la hora de cobrar tiros libres y penaltis.

Cerca de los micrófonos, sus divergencias afloran nuevamente. A Messi no le place colocarse en el ojo del ciclón, y por eso deja que los demás hablen por él. Por ejemplo, el cotizado entrenador Arsene Wenger ha afirmado que "es un jugador de PlayStation"; Luis Figo refiere que "verlo en el campo es como tener un orgasmo"; y el gran Miguel Lotina sostiene que "es superior a Maradona".

El portugués, en cambio, no precisa de intérpretes. En una ocasión señaló que "mi meta es ser uno de los mejores de todos los tiempos... o el mejor". En otra, apuntó que "los que me critican es porque no entienden nada de fútbol". Y alguna vez dejó para los libros esta maravilla: "Me silban porque soy guapo, rico y un excelente futbolista. Me tienen envidia".

Así es CR7: genio y figura. Lo odias o lo quieres, pero siempre deberás respetarlo en el rectángulo. Tal como a Lio Messi.

SUS NÚMEROS DE ESTA CAMPAÑA

Messi: 43 goles en 41 partidos, con 20 asistencias (media de 1,05 goles por encuentro). Ha anotado 28 veces en Liga, dos en Copa del Rey y siete en Champions, además de que hizo tres dianas en la Supercopa de España, uno en la de Europa y dos en el Mundial de Clubes.

Cristiano: 37 goles en 36 partidos, con siete asistencias (media de 1,03 goles por encuentro). Ha anotado 29 veces en Liga y cuatro en Champions, además de que hizo cuatro dianas en la Copa del Rey.