Strike 3: Todo el mundo corre

Castillo, a todo tren

En un partido deplorable -no por causa de Cuba, sino de su contraparte en el terreno-, los pupilos de Alfonso Urquiola arrollaron anoche a una horrible versión del béisbol venezolano, para sumar así su tercera victoria en la Copa del Mundo con sede en Panamá.

Los compases iniciales anunciaron que aquello sería un paseo por el Prado. Al primer lanzamiento del zurdo Juan Colmenarez, el desbordado Rusney Castillo pegó jonrón por su banda preferida, la derecha. Al segundo, Olivera se apuntó sencillo. Al tercero, Cepeda disparó un doblete. Y al quinto, Colmenarez golpeó a Alfredo Despaigne.

Peor, imposible. Luego boleó a Yulieski, y aunque dominó posteriormente a Bell, soportó de inmediato un cohete de Abreu. Era el fin de su efímera estancia en el montículo, y también del partido. Vámonos, pues, con los highlights...

El banquete de Lahera: Si nos guiamos por los números -cero carreras, cuatro hits permitidos y ocho ponches-, la actuación de Miguel Lahera respaldó el criterio de los técnicos al colocarlo como abridor en el equipo. Sin embargo, el diestro artemiseño se sigue pareciendo más a un cerrador, toda vez que ninguno de sus rompimientos se me antoja lo bastante engañoso para reducir a una artillería respetable. En cambio, su bola rápida es de esas que los bateadores catalogan de "pesada". Venezuela, perdónenme los superoptimistas, no es un medidor.

Castillo, y no de naipes: Rusney Castillo está que corta. Pide pista y ojalá se la den, cosa más que probable atendiendo a que Urquiola no es remiso a dar paso a los jóvenes. A todas luces, el outfielder dejó en casa los nervios, porque cada vez que tiene una oportunidad, desforra la pelota. Lo hizo en Rotterdam, y ahora lo hace en el Istmo. Se le ve relajado, lo mismo en el cajón que al campo, y sus revoluciones de motivación están a tope.

El canto del Grillo: Apenas comenzaba el encuentro, y ya Arruebarruena regalaba un fildeo de PlayStation. Se lanzó hacia su derecha, atrapó la Mizuno y, casi sin incorporarse, tiró a primera con un (aparente) esfuerzo mínimo. ¡Qué brazo! O mejor, ¡qué brazalete!, como dirían en la pelota de placeres. Lo digo sin temor a equivocarme: si este Grillo mejora con el madero en ristre, se va a sembrar por mucho tiempo en el equipo. Estoy seguro.

Sin faltas de respeto: Sivira le robó la intermedia a Pestano, quien se encasquilló para soltar y a seguidas tiró alto. Pero bueno es lo bueno, y no lo demasiado. El venezolano se encaprichó entonces en estafar tercera, y el veterano villareño no falló otra vez. Yulieski aceptó la pelota, se tomó un café y entonces, solo entonces, arribaba Sivira a la antesala. Out de calle. Que todos los días no son de fiesta, y mucho menos con Pestano. (Ojo: soy partidario de que Alarcón asuma la titularidad, mas no por ello dejo de admitir que Pestano es un maestro).

La alegría del béisbol: Lo que más me gusta del team Cuba es cómo se divierte en el corrido de las bases. Urquiola y Víctor, está claro, han sido decisivos en ello. Todo el mundo quiere ganar una almohadilla más, y todo el mundo llega "por el suelo". Y hay algunos que se notan más veloces, como el mismo Cepeda. Que a fin de cuentas la pelota es, ante todo, un juego, y los juegos son para divertirse.