La Liga Mundial: un alto en el camino

Los cubanos hicieron poesía en tierras de Rimbaud. No parecía, ciertamente, nada difícil. Sobre todo si tenemos en cuenta que, tal como han venido desarrollándose las cosas en esta Liga Mundial, Francia apenas ha sido un nombre, parpadeantes destellos, malas simulaciones de conjuntos de antaño. Cayeron sin ambages ante Italia. Cayeron sin ambages ante Corea. Y ante Cuba también cayeron. Con ambages, pero también cayeron.

En el segundo partido al menos lograron agenciarse un punto. Tal vez hubieran ganado, pero el único equipo que sufre una castrante renovación y logra llegar a la mitad de la ronda intercontinental con la misma cantidad de victorias y derrotas (3-3) es el cubano. Nadie más. Lo que bien vale -justo ahora, tras los seis primeros encuentros- un balance de sus principales figuras.

Osmany Camejo: Estable como siempre. Con excelentes números. También se ha mostrado más activo, más influyente. En otras palabras: se ha mostrado distinto. Lo cual no significa necesariamente que haya crecido como jugador. Sostengo dos hipótesis: o la estelaridad de Simón lo opacaba, o ante la ausencia del mejor central del mundo su despliegue ofensivo se echa a ver con mayor nitidez.

Dariel Albo: Talentoso. Ha mostrado una ascendente confianza a medida que la Liga ha ido adentrándose en sus cauces. Ante Francia se hizo sentir. En el bloqueo y en el ataque. Ya no es el adolescente tímido que comenzó ante Corea. Pero igual, le falta un hemisferio de experiencia, y le ha tocado solventar un orificio demasiado profundo.

Fernando Hernández: Inestable. Demasiado para mi gusto. Por talento, por carácter y por lógica es el segundo hombre del elenco. Y hasta ahora, salvo en el último partido contra Italia, no lo ha demostrado.

Yoandri Díaz: A mi juicio, el punto más bajo del equipo. Sobre todo por las posibilidades de cada cual. El pasador antillano ya no es un novato. Una vez, hace años, fue hasta regular. Por tanto, ha tenido tiempo de estabilizarse. Cuando decimos que un acomodador ha estabilizado estamos diciendo que goza de imaginación, de astucia, de destreza. Y Yoandri Díaz, en muchas ocasiones, repite hasta la saciedad o hasta el fracaso la misma estrategia, yerra la velocidad o la altura de los pases, o bien se suceden varias rotaciones y olvida por completo que Wilfredo León existe. Y lo demás no, pero esto último sí resulta imperdonable.

Keibel Gutiérrez: En la Liga pasada, y en el último Campeonato del Mundo, alcanzó el cénit de su excelencia. Hoy mismo no es ni la sombra de aquel líbero. A veces luce totalmente perdido. O sea, incapaz. A veces parece que estorba. O sea, imprudente. Pero a veces ostenta destellos de nostalgia, y recuerda lo que es capaz de hacer, y levanta inconcebibles balones. Tiene 24 años. Aún le queda.

Henry Bell: Muy bien durante las dos primeras semanas. Muy mal ante Francia. Su misión es la del lugarteniente. No la del soldado ni la del general. Por tanto, no debe obviarse, pero tampoco deben abusar de sus potencialidades. De cualquier forma es un guerrero, un derroche de entrega. Y lo mejor: sin alardes. A mí me encanta Bell, pero reconozco que si alguna vez tuvo mejores momentos, indefectiblemente ya pasaron.

Wilfredo León: Al contrario de Bell (un remedio coyuntural al que no se le debe pedir total protagonismo), León es un extraclase. Un fuera de serie con todas sus letras. Lo demostró ante Francia una vez más. Cuando quiere, y cuando puede jugar, no se complica demasiado. Implacable, provocador, incisivo. Todo lo hace fácil. Da gusto verlo, porque es un artista. Y tiene, para mayor asombro, 17 años. Pero eso ya lo sabíamos.

Segunda mitad

Si la selección nacional logra enraizarse en sus posibilidades, el periplo final de la ronda eliminatoria arrojará mejores dividendos. Los coreanos están a la mano. Y, por otra parte, de no alcanzar a los italianos en la cima del apartado D -tarea que parece casi imposible-, los cubanos al menos pudieran dirimir esfuerzos con los segundos lugares de los restantes grupos en aras del último cupo para la fase final de la Liga.

En honor a la justicia, si no lo consiguieran, tampoco se les podría excomulgar. Y más cuando después de haber cumplido una decorosa primera vuelta, tendrán que seguir -vaya dislate- jugando de visitadores. En Europa y en Asia.

Ya conocemos la causa.

La Ciudad Deportiva no cuenta, todavía, con aire acondicionado. Un desperfecto que a pesar de las palpables estrecheces económicas del país debió haberse resuelto.

Y si en suma, pues, los aires no tenían arreglo, entonces se hubiera convocado a la afición para que asistieran con abanicos. O se hubiera inventado algo para no desgastar a los rivales con el calor sofocante de La Habana. No sé. En salidas de contingencia los cubanos somos maestros. Porque como dicen lo que saben: "en esta vida todo tiene solución".