Strike 3: En aras de un espectáculo de estrellas

El año pasado no hubo Juego de Estrellas, y nada sucedió. Este año sí habrá, pero el descontento -creo- excede a la alegría, porque el pueblo habría querido intervenir en la selección de los equipos, y porque los encargados de elegir se gastaron el lujo de convocar a peloteros que no lo merecían.

La razón de ambos desaguisados es que, a todas luces, la Federación Nacional no pondera demasiado los Juegos de Estrellas. O por lo menos, no los pondera hasta donde es necesario.

¿Cómo explicar entonces que el encuentro no se celebrara en 2010? ¿Cómo se puede argumentar que, en un torneo donde los batazos campean por su respeto, peloteros con promedios anémicos sean convocados al juego de los "monstruos"?

Personalmente, no me gusta el sistema competitivo de las Ligas Mayores estadounidenses. El nuestro se me antoja muchas veces más justo, pues el Todos contra Todos garantiza equidad en el deporte. En cambio, sí me parece procedente la manera en que allá encaran el partido de marras.

Voy por partes. Aquí existen dos zonas, igual que en Grandes Ligas. De manera que nosotros también podemos alternar la sede del Juego de Estrellas entre las regiones contendientes, y en el empeño de aportarles incentivos a los jugadores, establecer que la liga vencedora en el duelo tenga la ventaja de empezar como home club el play off decisivo de la Serie.

En segundo lugar, apoyo la idea de que los managers del desafío sean los ganadores de cada liga en la campaña previa: así, ahora habríamos premiado por Occidente a Germán Mesa, y a Eduardo Martín por el Oriente. Y ellos mismos se encargarían de nombrar a sus coaches.

Tercero, hay que aumentar la cantidad de cupos, porque la cifra de 21 peloteros por equipo no es bastante. En el béisbol profesional norteamericano son 32 hombres por plantilla: aquí sería suficiente con dos nóminas de treinta atletas cada una.

Cuarto -¡y muy importante!-, estimo que se impone darle voz a la afición, sobre todo para seleccionar a los peloteros abridores por escuadra. Hacerlo no es difícil: cerca de la mitad de temporada se pueden repartir boletas en los estadios, y también aceptar votaciones por las vías postal y electrónica.

Y quinto, con los rosters titulares en la mano -rosters determinados única y exclusivamente por la fanaticada-, los managers de cada conjunto, los federativos y la prensa especializada asumirían la encomienda de elegir a los pitchers y suplentes por posición.

Otras interioridades posee el sistema vigente en Grandes Ligas, pero he expuesto las que me parecen esenciales. Lo demás lo podemos "cocinar" entre nosotros, a tenor con los dictados del sentido común y la experiencia.

El Juego de Estrellas es la oportunidad que tiene el público de ver reunidos a sus ídolos en un mismo diamante, un mismo día. Convirtámoslo en un gran espectáculo a partir de la edición de 2012. Tiempo sobra.