Strike 3: Un juego con moralejas

Por fortuna para el béisbol cubano, Vladimir dio señales de recuperación

Anoche vi el primer encuentro entre los líderes de zona. Cienfuegos, el jefe de occidente, pulseaba contra Ciego, que manda por el este. Y pese a lo cerrado del score final, distó mucho de parecerme emocionante.

Me gustó, eso sí, la progresiva recuperación que muestra Vladimir García, hasta hace poco tiempo el hombre que más duro lanzaba en el país.

Previo a esta campaña, el diestro transitó por problemas en el brazo, y a comienzos del campeonato le costaba llegar a 89 millas en la recta. Ayer, en cambio, hizo algunos envíos de 94, y durante dos tercios promedió por encima de la mítica barrera de 90.

Luce ahora más pitcher, porque no quiere depender únicamente de la velocidad, sino que insiste con una slider rápida y furiosa, capaz de burlar en repetidas ocasiones los esfuerzos del pelotero más en forma de la Serie, José Dariel Abreu.

Poco más me agradó del desafío. El ímpetu cienfueguero -que me gusta- se antepuso a una apatía fastidiosa que habitualmente frena y mata la ambición de los Tigres. El antídoto contra la inspiración de los sureños no puede ser otro que una dosis igual de brío y garra. Una dosis de la que Ciego no dispone, hasta tanto se demuestre lo contrario.

La clave del partido, creo, fue el error de Borroto. El torpedero del team Cuba se le paró "de lado" a una típica conexión para doble matanza, y la Mizuno se internó en la hierba del outfield. Enseguida, dos carrera absurdas subieron a la registradora.

Por último, retomo la referencia al corpulento Abreu. Cada vez que va al bate, aun cuando las bases estén limpias, escucho que lo recomendable es transferirlo a la inicial. Yo no lo entiendo...

Anoche mismo, Ciego iba delante por una carrera. José Dariel llegó al cajón, y un coro de especialistas y aficionados sugirió darle la base. "¿Por qué darle la base?", le pregunté en ese momento a mi amigo Abelardo Rivero. "Si Abreu pega un jonrón -argumenté-, no hará más que empatar. Y con todo lo bien que anda a la ofensiva, él, como todos los peloteros del mundo, falla más de lo que acierta".

En efecto: después de ponerlo en tres bolas, Barroso decidió lanzar en zona y el gigante roleteó noblemente por el short...

Moraleja 1: no hay atleta infalible. Moraleja 2: el miedo es un horrible consejero.