Obama pasa a la historia. El problema de salud no acaba

Barack Obama acaba de firmar  este martes en la Casa Blanca la Ley de Reforma de Salud. El mandatario demócrata logró lo que otros Presidentes a lo largo de una centuria no habían podido o ni siquiera habían intentado; algo que hace apenas un mes parecía un imposible. La estrecha aprobación por la Cámara de Representantes de la propuesta la noche del domingo y la firma presidencial hoy de la legislación que busca transformar el sistema de salud, son un gran paso social en la historia de Estados Unidos.

Tras levantar el tema como bandera en su campaña electoral y convertirla en su principal asunto político durante el último año, Obama acaba de anotarse su más importante y necesario éxito, en medio de la pronunciada caída de su popularidad y los cuestionamientos a sus promesas de cambio. Su actividad fue frenética en los últimos días, en los que sostuvo 92 reuniones o conversaciones telefónicas sobre el tema de la reforma.

No importa que la ley quede distante de lo prometido y que el Presidente no lograra alinear filas en el Partido Demócrata, donde más de 30 congresistas se opusieron a la propuesta. Los analistas lo comparan al éxito de Franklin Delano Roosevelt al promulgar la Seguridad Social y la de Lyndon B. Johnson al aprobar el Medicare.

Lo logrado permite que 32 millones de norteamericanos, hasta ahora sin seguro médico, accedan a los imprescindibles servicios de salud, prohíbe a las aseguradoras negarle el servicio a personas por su historial previo de enfermedades o sus continuos problemas de salud, impone impuestos a los de mayores ingresos para financiar el programa, le otorga determinados subsidios a familias de menores ingresos, y pone determinados frenos a la insaciable voracidad de las aseguradoras, que habían elevado ostensiblemente las primas por sus servicios en los últimos meses, pese al impacto de la crisis en los bolsillos de los norteamericanos, lo que provocó que 2,7 millones de ciudadanos engrosaran el pasado año la abultada lista de los no asegurados.

Sin embargo, la opción pública de la que habló Obama en su campaña electoral, quedó en el camino. El Estado no podrá ofrecer servicios de seguro por las enormes presiones de las aseguradoras privadas (que destinaron millones de dólares a una campaña negativa y casi 8 lobbystas por congresista) y también por la avalancha de las fuerzas republicanas que no quieren oler nada que parezca Estado.

Tampoco se logró hacer verdaderamente universal el seguro. Unos 15 millones de norteamericanos quedaron fuera de las reformas. Para ellos "el sueño americano" sigue siendo simple utopía o pesadilla.

El propio Obama ha reconocido los límites de la reforma: "...esta no es una reforma radical. Pero es una gran reforma. Esta legislación no solucionará todo lo que daña nuestro sistema de salud. Pero nos mueve decisivamente en la dirección correcta", dijo en la medianoche del domingo tras el voto de la Cámara de Representantes.

Sus partidarios demócratas en el Congreso están en duda sobre el beneficio que la reforma tendrá en sus contiendas electorales de noviembre, dado que la mitad de la población no aprueba aún los propósitos de la nueva ley. Los republicanos están convencidos de que la batalla en contra les ha revivido como partido y le reportará dividendos en los comicios congresionales. Ellos votaron en bloque contra la propuesta aduciendo su enorme costo y por considerar que contraviene el sacrosanto principio del "libre mercado". Algunos hasta advirtieron que sucedería un desastre si se promulgaba. La representante por Tenesse Marsha Blackburn dijo durante el debate congresional que "la libertad ha muerto hoy un poco"

Por lo pronto, Obama comenzará en Iowa una gira en defensa de la reforma. Lo hará flanqueado por los procesos que se han abierto contra la ley en 13 estados de la Unión acusándola de inconstitucional..

Hasta el 2014 no estará totalmente en funcionamiento la reforma. Ojalá para entonces Obama no haya sido derrotado y los republicanos no hayan asaltado el Congreso. Si eso ocurre, este paso histórico estará en total peligro. Los republicanos no comulgan con los derechos sociales y las aseguradoras no están quietas ante cualquier límite a sus jugosas ganancias.