2012: de la ficción a la realidad

Hace unos días tuvo su estreno mundial el filme 2012, la última entrega del director alemán Roland Emmerich. De su mano los cubanos hemos visto "El Día de la Independencia" y "El día después de mañana".

2012 es una película catastrofista que en su primer fin de semana acopió más de 200 millones de dólares. La trama es el fin del mundo, a partir de una profecía del calendario maya, según el cual la debacle ocurrirá el 21 de diciembre de ese año.

No es mi intención hacer una crítica de cine. Solo quiero tomar esta cinta como pretexto para reflexionar sobre temas de actualidad.

2012 no da razón alguna de por qué esa tragedia mundial. No se habla del cambio climático, del agujero de la capa de ozono ni de las emisiones de gas invernadero.

Tampoco de las armas nucleares que apunta hacia uno u otro lado y que podrían ser causales de la extinción de la especie humana y de todas las que le acompañan. Mucho menos de la llamada gripe porcina y de otras epidemias que cobran miles de vida por estos días.

En la película varios gobiernos del planeta, por supuesto que los más desarrollados entre ellos, construyen unas embarcaciones gigantescas, arcas al estilo de la que surcó el diluvio universal.

Pero no hay ningún sentido bíblico en la puesta, pues los pasajeros de esta época debieron comprar boletos por hasta mil millones de euros. Saquen las cuentas de cuántos miles de millones de seres humanos quedaron fuera de tan injusto y excluyente negocio de vida-muerte y oferta-demanda.

Claro que en una situación extrema como la descrita en esta película, nunca podrán abordar el arca salvadora los mil millones de hambrientos que habitan en la Tierra.

De ellos se ha hablado en estos días durante la Cumbre de la FAO en Roma, adonde concurrieron mandatarios del Tercer Mundo, y en la que no estuvieron los gobernantes de los países ricos.

Cuando se esperaba que el mundo se comprometería a fijar metas y compromisos para erradicar la desnutrición humana, la declaración de la Cumbre regresó a una vieja pero incumplida meta de reducir, para el 2025, a la mitad el número de hambrientos.

La reunión de la FAO no consiguió un compromiso para elevar la cuota de la ayuda oficial a la agricultura hasta los 44 mil millones de dólares. Parece mucho, pero es ocho veces menor que la cantidad recibida anualmente por los agricultores de los países ricos: 365 mil millones de dólares en subsidios.

"Así como el mundo fue capaz de gastar trillones de dólares para evitar el desplome económico, ahora es necesario un esfuerzo similar para evitar un desplome social".

La frase es de la presidenta chilena Michelle Bachelet y refiere los miles y miles de millones que el imperialismo dedicó a salvar a sus bancos y empresas emblemáticas del capital.

Otra Cumbre, la de la APEC, que sesionó en Singapure, dejó como saldo colateral la decisión de los "grandes" países de posponer un acuerdo vinculante sobre el cambio climático, que debía ser adoptado en Copenhague.

Así, de un plumazo, todas las expectativas con la cumbre de Dinamarca se esfuman, no así las volutas de humo que ensombrecen el horizonte y plantean un final apocalíptico, más allá de lo que pudieron prever los antiguos mayas.