Otra vida salvada en el Hospital Naval


Orlando Verdecia Arango, chofer de la base de transtur La Cujae, en La Habana, quien laboró con un grupo de turistas franceses y contrajo la COVID-19, sentado ya viendo la televisión, dijo a este reportero "que al personal médico del Hospital Naval no le cabe el corazón en el pecho".

"Quisiera ver a los médicos, quisiera conocerlos para abrazarlos y decirles lo grandes que son, ellos me arrebataron de las manos de la muerte", enfatizó mi compañero Verdecia, quien explicó que nunca les pudo ver la cara porque estaban protegidos, pero que permanecieron todo el tiempo a su lado".

Añadió "que ya no está acoplado a ningún aparato y se encuentra en una sala de recuperación, donde lo bañan temprano, camina por aquí y por allá, le dan los medicamentos y lo tratan como a un bebé".

"Aunque lo que estos hombres y mujeres hacen por los enfermos no tiene nombre en la historia, debemos ayudarlos con una visión real de la gravedad del peligro, ese criminal virus NO tiene cara y por ello la población debe adoptar todas las medidas. No sean irresponsables", subrayó.

En tanto, la doctora María del Carmen Domínguez Orta, jefa de uno de los proyectos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología en Cuba, dijo a la prensa que se trabaja en una molécula con potencial inmunitario conocida como CIGB - 258, cuyos resultados han sido muy alentadores en el propio Hospital Naval Luis Díaz Soto.