Miguel de Aldama, una deuda de nuestros estudios históricos

Busto de Miguel de Aldama en el Palacio del Segundo Cabo. Al fondo, Desembarco de los puritanos pasajeros del Mayflower en la Roca de Plymouth. Foto: Darío André Extremera/Cubadebate.

El palacio Aldama, la catedral del neoclasicismo cubano como lo define la arquitecta Alicia García Santana, está hace años en un estado de deterioro alarmante, mientras su más connotado dueño, Miguel de Aldama y Alfonso, es poco conocido por la ciudadanía y carga el sello de figura controvertida entre los historiadores, que pocas páginas le han dedicado.

Alicia Conde Rodríguez, investigadora del Instituto de Historia de Cuba, consideró que el hombre de negocios habanero, para algunos el más rico del siglo XIX en la Isla, no ha sido lo suficientemente estudiado. “Quedan por profundizar muchas cosas sobre él, amerita que se le saque a la luz”.

Propietario ilustrado, en 1869, ante el peligro que corría por sus ideas liberales, abandonó todos sus bienes y emigró a Estados Unidos, desde donde gestionó el envío de apoyo logístico al ejército insurrecto en varias expediciones.

La arquitecta Alicia García Santana expresó sobre el palacio: “Es un edificio desde el punto de vista tipológico conservado, pero desde el punto de vista físico muy deteriorado, hay que salvarlo y no nos podemos dar el lujo de perderlo”. Foto: Darío André Extremera/Cubadebate.

Antes, en octubre de 1868, Carlos de Borbón, pretendiente al trono español, le había ofrecido un título nobiliario y el puesto de gobernador civil de Cuba, que el hacendado rechazó en una carta en la cual se definía como un hombre “invitado a servir a su patria”, que “cumple el deber de no disimular la verdad”.

En una conferencia publicada en los Cuadernos de historia habanera, el escritor Joaquín Llaverías cuenta que poco después de esa carta, estando Aldama en su ingenio Santa Rita y ya reconocido como cabeza de un grupo de apoyo a la insurrección oriental, los voluntarios españoles saquean su palacio y causan graves destrozos. “El edificio nunca volvió a ser el de antaño”, afirma el investigador y periodista Ciro Bianchi Ross.

Por entonces, el Consejo Administrativo de Bienes Embargados, creado por el gobierno colonial para incautar el patrimonio de quienes apoyaban la insurrección, decomisa la residencia en la calzada de Reina, la extensa biblioteca de más de tres mil tomos y otros bienes, incluidos cinco ingenios, más de 1500 esclavos y 238 900 pesos en acciones de diferentes sociedades ferrocarrileras, precisa el doctor Antonio Álvarez Pedroso en el libro Miguel de Aldama.

Miguel de Aldama. Foto: Tomada del libro El palacio Aldama.

Actualmente se conservan en el Palacio del Segundo Cabo dos cuadros (la llegada de Cortés a México y el desembarco de los peregrinos del Mayflower en la costa estadounidense) y dos bustos de mármol de Miguel de Aldama y su esposa, Hilaria Fonts.

Sobre las esculturas, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, dijo que “son dos piezas espectaculares y únicas hechas en Nueva York, de un valor incalculable”.

Otros objetos de valor se conservan en varios sitios y colecciones, confirmaron fuentes de la Oficina del Historiador, según las cuales está en estudio un proceso de restauración del palacio de Aldama, sede por muchos años del Instituto de Historia de Cuba.

“El vandalismo de los voluntarios afectó parte del patrimonio en el palacio, que a nivel arquitectónico ha sido golpeado por el tiempo y los usos. Cuando ocupas un edificio de alto valor patrimonial, las funciones deben adecuarse a ello. Ojalá sea restaurado pronto. La contaminación, el lugar donde está enclavado y el movimiento del suelo no ayudan”, señaló Yainet Rodríguez, especialista principal del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa, en la zona vieja de la ciudad.

Ha prevalecido la visión de Aldama como esclavista; sin embargo, en varias cartas que envió a sociedades abolicionistas de Madrid, Londres y París les otorgaba poderes para hacerse cargo del litigio por la libertad de sus esclavos (pues le era imposible personarse en un juzgado español) y recalcaba que estos ya eran libres por la Constitución de la República de Cuba, a la cual se adhería.

En el extranjero, Aldama fue Agente General de la República de Cuba en Armas y apoyó todas las expediciones en los primeros años de la guerra, desembolsando gruesas sumas de su disminuido capital. Cuando se compró el Hornet, primer buque de la marina de guerra cubana, aportó 140 mil pesos de los 163 mil necesarios. Su contribución a la causa superó los 300 mil pesos.

Sala del Palacio del Segundo Cabo donde se encuentran los dos cuadros donados por Aldama y los bustos de este y su esposa. Foto: Darío André Extremera/Cubadebate.

Como Agente enfrentó varios conflictos con emigrados cubanos como Manuel de Quesada y Francisco Vicente Aguilera, e incluso llegó a renunciar varias veces a esa responsabilidad.

Hombres como Carlos Manuel de Céspedes, Domingo del Monte (su cuñado y amigo) y Salvador Cisneros Betancourt le admiraron. Este último le comunicó en una carta, como presidente de la Cámara de Representantes, que había sido declarado Benemérito de la Patria “en atención a su acrisolado patriotismo, valiosos sacrificios a favor de nuestra sagrada causa y relevantes virtudes cívicas”.

Michael González, director de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador, refiere que el pensamiento de Aldama siguió una evolución extendida en su época y fue radicalizándose en un contexto cambiante, “desde posiciones anexionistas en un momento, pasando por posturas reformistas para después, antes de la guerra, llegar a los ideales independentistas”.

Quizá la mejor definición sea la de Antonio Maceo, quien en un brindis en Nueva York, terminada la Guerra de los Diez Años, afirmó: “Creo que para saber cuál ha sido el cubano que más ha trabajado por la independencia, con quien hay que averiguarlo es con nuestros enemigos (…) y si eso es cierto, señores, ¡ah! el cubano que más hizo fue Miguel de Aldama, porque señores, este es el cubano a quien más han odiado los españoles”.

Caricatura de la prensa de la época que refiere el pasado de Aldama como dueño de esclavos. Foto: Tomada de Iconografía de la Guerra de los Diez Años.