Panamá, nuevo rey de la Serie del Caribe

Los Toros de Herrera de Panamá celebran la obtención del campeonato de la Serie del Caribe de béisbol, tras derrotar en la final 3-1 a los Leñadores de Las Tunas de Cuba, en el estadio Rod Carew en la capital de Panamá, el domingo 10 de febrero del 2019. Arnulfo Franco Foto: AP

Los Toros de Herrera, equipo que representa a Panamá, se coronaron campeones contra todos los pronósticos pre-competencia por segunda ocasión en la historia de estos torneos regionales al vencer a los Leñadores tuneros en un cerrado partido tres carreras por una ante el júbilo de su fanaticada presente en el estadio.

Hubiera bastado el primer episodio para entregarles el trofeo a los anfitriones cuando pisaron un par de veces la goma del home-plate. Tres imparables consecutivos, incluyendo un doblete de Jilton Calderón, fue todo el ataque ofensivo que los canaleros pudieron organizar frente al estelar Freddy Asiel Álvarez en las seis entradas y dos tercios que se mantuvo encima de la lomita, pero fue suficiente.

Los leñadores, luchando con sus carencias ofensivas, lograron marcar una rayita a la altura de la quinta entrada gracias a doble de Alfredo Despaigne y cañonazo impulsador de Carlos Benítez, apenas el octavo imparable en todo el torneo en 53 oportunidades cuando los bateadores antillanos encontraron hombres en posición anotadora (últimos en ese departamento).

El episodio prometía más acción cuando Yurisbel Gracial llegó hasta la intermedia con un roletazo por la esquina caliente donde erró el tiro el antesalista y se colocaron dos corredores en posición anotadora, pero el veterano Danel Castro, muy bien llamado a empuñar por Oscar Valdés, no pudo cumplir la misión que tantas veces ha hecho en su larga carrera deportiva: impulsar carreras, y murió en un elevado por el infield.

Un capítulo más tarde, después de un toque de bola sorpresa de Yuniesky Larduet que fructificó y que mandó a las duchas al abridor y ganador del choque, Harold Arauz; se perdió otra buena oportunidad de igualar acciones cuando Jorge Johnson se ponchó tratando de sacrificarse y Frederich Cepeda produjo una rolata inofensiva que sirvió para una doble matanza.

Una vez más los lanzadores cubanos hicieron su tarea, “El montero de Sierra Morena” trabajó como nos tiene acostumbrados y no pudo desprenderse de los fantasmas que guardan sus victorias en un cofre cerrado con cientos de candados.

La ofensiva cubana, látigo implacable que le viene lacerando las espaldas a nuestras aspiraciones de triunfos desde hace algún tiempo, solo pudo producir cinco incogibles en toda la tarde, entre ellos uno a la hora de recoger los bates del líder en impulsadas de nuestro campeonato doméstico, Yurién Vizcaíno, en rol de emergente.

Una vez más nos quedamos sentados en nuestros asientos esperando con ansias que nuestra enseña nacional se paseara victoriosa por toda la grama del estadio como tantas veces hicieron nuestro antepasados, rebosándonos de orgullo y complacencia.

Ahora, lloverán los análisis, levantarán la mano críticos y conformistas, patriotas y oportunistas, amantes el béisbol y espectadores casuales, pero una pregunta quedará para siempre en la psiquis de las grandes mayorías: ¿Cómo se hubieran comportado en el terreno de juego los verdaderos campeones de nuestra serie nacional? Nadie sabe la respuesta. Nos vemos en el estadio.

Estadio: Rod Carew
CUB 1 5 1
PAN 3 6 1
G: Harold Arauz (2-0)
P: Freddy A. Álvarez (0-2)
S: Many Corpas (4)