El dios japonés de la comedia es un mangaka gorila

 

“La mejor manera de disfrutar la vida
es manteniendo vivo al niño que hay en tu corazón.”
Sakata Gintoki (Temporada 1, episodio 6)

El trío más desfachatado de personajes humorísticos, aquellos en los que nadie delegaría la menor responsabilidad —aunque esa sea su ocupación oficial—, ha regresado a las pantallas con una temporada cargada de acción y sin pelos en la lengua. Como de costumbre.

En otras palabras, amigos lectores, volvió Gintama a la tele japonesa. Y el niño irreverente y remolón que habita en nuestro interior, el Daigoro-kun que muchos llevamos dentro, se siente feliz.

Gintama
Género           Acción, Aventura, Ciencia ficción, Comedia, Drama, Histórico
Estudios        Sunrise y Bandai Namco Pictures
Directores    Shinji Takamatsu, Yoichi Fujita y Chizuru Miyawaki
Temporadas        5 (324 episodios en total y sumando)
Año de estreno   2006

Hace más o menos un año, la serie retomada por el estudio Bandai Namco nos había dejado con dos arcos argumentales de un nivel tarantinesco. ¿Recuerdan? Con la caída del shogun, el Shinsengumi desbandado, la Yorozuya proscrita y la aparición del malo más malo entre todos sus villanos, que resultó ser quien menos se esperaba.

Pero mucho más que eso, también evidenció que una comedia puede ser genial cuando se pone seria. Razón por la cual yo me aguanté las ganas esta vez para engancharme a verla. Quería darme un atracón de varios capítulos seguidos.

Días atrás, cuando contemplé la escena en que Gintoki se despierta “empollado” por Elizabeth (o lo que sea que se esconda bajo ese disfraz de pingüino), ya no pude contenerme. Me reí, tosí y pataleé. Solo para reírme después aun más fuerte, a mandíbula desencajada, igual que un científico demente que acaba de perder su último tornillo sano.

La hija pequeña de un amigo mío —de unos siete u ocho años— que pasaba cerca en ese instante, se quedó mirándome. En su rostro vi reflejarse una extraña mezcla de asombro y vergüenza ajena. Hasta que por fin preguntó con voz tímida:

—¿Ese muñequito es Naruto?

Entonces le expliqué que no, que no era Naruto, pero que esta serie también me había divertido un montón. Y de repente sentí unos deseos tremendos de hablarle sobre ella.

Mira, esa es Kagura —le dije señalando al monitor—, una extraterrestre del clan Yato, que posee un apetito descomunal y una fuerza sobrehumana. Ahí donde la ves tan ingenua y despreocupada, ella huyó de casa para irse a vivir con un extraño. Rechazó volver con su padre, se peleó a muerte con su hermano y adoptó a un perro enorme, al que bautizó con el mismo nombre de una mascota anterior fallecida “trágicamente”. No obstante, en el fondo (MUY en el fondo) es buena chica.

Y este es Shinpachi. Parece el único miembro cuerdo del grupo, pero si lo miras bien es el que más chances tiene de acabar desquiciado (o al menos sin cuerdas vocales) de tanto desgañitarse por las locuras del resto. Aunque se vea como el típico nerd con gafas del que todos abusan, no hay que subestimarlo: también es fuerte a su manera. Él soportó múltiples desengaños románticos, escribió una estrafalaria carta de amor a ocho manos y dio su primer beso a una cucaracha del inframundo.

Y aquí tienes a Gin-san: el samurái más trol del universo, bajo cuya piel se oculta Shiroyasha (lit. Demonio Blanco). Un legendario héroe de guerra que ahora se dedica a hacer cualquier recado (pues básicamente eso es la Yorozuya), aunque lejos de trabajar para pagar el alquiler donde vive, prefiere pasarse el día tirado en un sofá viendo muñequitos o sacándose los mocos. Literalmente. Como el personaje de Charlot, sin embargo, posee el raro don de ser ridículo y genial al mismo tiempo, y de hacernos reír y conmovernos, gracias al simpático nihilismo con el que encara la vida.

Llegado a este punto, la hija de mi amigo soltó un bostezo y yo me di cuenta que tomaría horas hablarle de los demás personajes: de Elizabeth y su inseparable compañero (cuyo nombre no es Zura, ¡es Katsura!); de los cuatro chiflados del Shinsengumi (Kondo, Hijikata, Okita y Yamazaki); de Otae, Kyubei, la masoquista Sachan y Tsukuyo; del mecánico Gengai y la androide Tama; de Otose la casera y su ayudante Catherine; de Takasugi y el Kihetai; de Sakamoto y el Kaientai; del perro Sadaharu y de tantos otros, incluido el monito Jugem Jugem Unko Nageki Ototoi no Shin-chan no Pantsu Shinpachi no Jinsei Balmunk Fezarion Isaac Schneider San Bun no Ichi no Junjou na Kanjou no Nokotta San Bun no Ni wa Sakamuke ga Kininaru Kanjou Uragiri wa Boku no Namae wo Shitteiru you de Shiranai no wo Boku wa Shitteiru Rusu Surume Medaka Kazunoko Koedame Medaka Kono Medaka wa Sakki to Chigau Yatsu Dakara Ikeno Medaka no Hou Dakara Raa-yuu Yuuteimiyaoukimukou Pepepepepepepepepe Bichigusomaru (no me miren así, ese es su nombre).

Por ende, simplemente decidí decirle que esos tres de arriba me habían hecho llorar de la risa estos últimos años (aunque todavía se me escapen muchos chistes de la cultura japonesa). Que por su culpa no consigo parar de reír y que, ya me río hasta de mis propios problemas.

—¡Ah! —exclamó la niña con una mirada chispeante—. ¿Entonces son como Pánfilo?

Pues sí, más o menos —le contesté—. Pero tampoco. Porque ellos son Gintama, la comedia más salvaje y épica de todos los tiempos. La serie que cambió para siempre el manga y el anime al burlarse de todos y de sí misma, y que probó que la cima de la originalidad también puede ser alcanzada a través de la parodia; a veces hasta con dos tramas, sin pies ni cabeza, dentro de un mismo episodio.

Ellos crearon un mundo paralelo en el que el Japón de los samuráis fue invadido por los alienígenas (Amanto), en donde los ninjas profesionales sufren problemas de hemorroides, y en donde las estrellas juveniles del pop cantan literalmente canciones muy malas.

Ellos inventaron que a las personas sin suerte en la vida se les llama Madao y que ningún arma supera al Cañón Neo Armstrong Cyclone Jet Armstrong. Una y otra vez derribaron a mazazos la “cuarta pared” en pos de la diversión propia. Fueron irracionales, soeces y obsesivos. Se pegaron sin rencor, se mintieron sin culpa.

Ellos me reafirmaron que la risa es el mejor antídoto contra la rutina y que nada compite en valor con los amigos. Por eso me sigo riendo así al verlos ahora que ya rebaso los treinta y que poco a poco empiezo a perder el pelo como el padre de Kagura.

Y buena parte de ello se lo debo a Hideaki Sorachi, el mangaka gorila, que al cabo de 14 años y 67 volúmenes anunció que el final de su obra está más cerca, sin tener en cuenta la morriña que nos quedará a muchos cuando eso suceda.

La niña me miró entonces con los ojos rasgados, casi japoneses; bajó la cabeza y se marchó, como alguien que acaba por verse desterrado de una conversación. Y una brisa sopló de repente. Sí, una brisa de esas que pasan barriendo un bultito de hojarasca. Y yo me quedé con una cara así, más o menos como esta:

“¡¡¡¡¡Shimataaa!!!! —grité en mi interior— ¡Acabo de arruinarle para siempre a una niña el gusto por los dibujos animados!”. Y como Gintoki estuve a punto de llevarme un dedo a la nariz para ver si de paso me extirpaba el cerebro. Por haber dado una explicación tan mala de la serie y haber sido pedante.

Pero acto seguido la hija de mi amigo volvió. Reapareció arrastrando una silla y se sentó a ver Gintama a mi lado.

Será, como dijo Gin-san, que los niños poseen un don natural para descubrir lo que es divertido.

Siete lecciones humorísticas de Ginachi-Sensei

Les confieso que en primera instancia pensaba montar un top con otras series de comedia. Pero que mejor homenaje a Gintama que recordar aquí varios de los momentos más hilarantes del anime. Son tantos y tan buenos que seguro alguno dejamos fuera por olvido. Para refrescarnos la memoria, los amantes de la serie ya saben que debajo tienen el espacio de los comentarios.

  1. Episodio 270

"Los espejos reflejan tanto tus lados buenos como los malos".

Ni siquiera se trata de un episodio completo, porque trae dos historias sin relación alguna. Pero la primera plasma perfectamente cómo se las gastan nuestros tres protagonistas, cuando la acosadora Sachan instala en el local de la Yorozuya un espejo de esos que salen en las salas de interrogatorios para espiar a Gintoki, y termina viendo “cosas” que no esperaba. El nivel de troleo al que es sometida resulta, cuando menos, superlativo.

  1. Episodios 182-183-184

Las encuestas de popularidad te pueden llevar al infierno.

La segunda encuesta de popularidad del manga llega al anime para celebrar la buena venta de DVD's y la realización de una película. Pero los personajes se enmarañan en una lucha encarnizada por mejorar su posición. ¿Planes malvados para conquistar el número 1 del ranking? ¿Otae matando al mangaka gorila para sacarlo de en medio con efectos colaterales en la animación de la serie? Desde la paliza mortífera que le pega Sadaharu a Elizabeth hasta las distintas estrategias de ropa interior, pasando por las referencias a otras series como Bakuman o Hokuto no Ken, el resultado es este miniarco de una hilaridad suprema, con el que la “cuarta pared” deja de existir. Aunque bueno, es Gintama, aquí la cuarta pared se derrumbó hace rato.

  1. Episodio 220

¡El baño, lugar donde estás desnudo en cuerpo y alma!

Se supone que un baño sea, en cualquier caso, un espacio de relajación. Pero qué tal si en uno público se juntan los personajes masculinos de la Yorozuya, el alto mando del Shinsegumi y una familia extraterrestre de aspecto amenazador. La experiencia entonces puede resultar la mar de estresante, sobre todo para los desafortunados parientes del amable Hedoro.

  1. Episodios 151-152

Una conversación con el peluquero durante un corte es lo más sin sentido en este mundo.

En realidad, estos capítulos me recuerdan uno de Mr. Bean que vi hace tiempo. La esencia y el corte de los gags son los mismos, aunque la comparación sirve para trazar una necesaria línea divisoria. En los dibujos animados hay bromas que serían irreproducibles con actores reales, como se aprecia en este caso, cuando el jefe de la policía, un connotado “terrorista” y el shogun acuden a una barbería donde son atendidos por tres “profesionales” de cuidado. El desastre estilístico que provocan los “peluqueros” de la Yorozuya es tal que dejan a Rowan Atkinson a la altura del mejor Fígaro.

  1. Episodio 231

La primera vez que vas a un funeral, te sorprende ver lo felices que están todos.

Adentrándonos ya en el podio del top, tenemos que el Shinsengumi y nuestros tres protagonistas asisten al funeral del propietario de una tienda de udon, cuyo espíritu “supervisa” la ceremonia. Quizá sea cierto que el cine y la televisión han explotado antes recursos similares para cultivar el humor negro y lo escatológico, pero también lo es que muy pocos velorios nos han hecho reír tanto como este. Y eso que en la serie aparece luego un entierro con Kagura que tampoco tiene desperdicio, ¿eh?

  1. Episodio 188

Una bitácora de observación debe ser vista hasta el final.

Este de aquí es mi episodio favorito, aunque lo ponga de segundo. Se trata de una historia autoconclusiva en la que los tres personajes principales salen de escena para que un secundario tenga el protagonismo y se revele el carácter de Madao Hasegawa. En un capítulo de una hilaridad emotiva hasta los huesos, un mocoso llamado Daigoro relata cómo conoció al entrañable vagabundo. Y lo hace de una manera solo comparable con El chicuelo, de Chaplin, aunque la perspectiva sea la contraria. Puro alarde de guión. Con dos líneas para el recuerdo: Ah, Madao aún no ha brotado. ¿Cuándo florecerá Madao?

  1. Episodios 239-240

¿Sabes esas fiestas de fin de año donde bebes para olvidar? Hay ciertas cosas que no deberías olvidar.

Lo que nos deja, finalmente, con el número 1 de esta lista: un miniarco en el que los personajes habituales de la serie se reúnen para celebrar una fiesta de fin de año... y alguno bebe más de la cuenta. Le puede ocurrir a cualquiera: despertarse a la mañana siguiente con una fuerte resaca para descubrir que, mientras estuvo borracho, cometió un error muy pero que muy feo. Solo que, siendo Gintoki, ese desliz se multiplica por seis y él decide asumir toda la responsabilidad para evitar que el programa sea sacado del aire, en una parodia/homenaje a las series harem absolutamente imperdible. En fin.

Puesto que hoy nos centramos en Gintama, no queríamos despedirnos sin antes mostrarles el poster promocional de su película live action, que será estrenada en Japón el 14 de julio.

En este rincón de Canal USB no es que seamos muy entusiastas con este tipo de adaptaciones, pero debemos reconocer que el casting luce bastante bien. Y precisamente de un filme con actores reales, inspirado en otro manga famoso, estaremos hablando en el próximo encuentro.

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