El Sistema Internacional de Unidades y la metrología, ¿impacto social?

Por Ing. Juan Carlos Subiaut Suárez

Mucho ha llovido desde que en 1982 el Consejo de Estado dictara el Decreto Ley No. 62 (30/12/1982) denominadoDe la implantación del Sistema Internacional de Unidades”. Sin embargo, las unidades de medida asociadas a otros sistemas no solo han sobrevivido en nuestra realidad sino que han ganado terreno, obligando a todo aquel que deba emplearlas referenciando aspectos medibles de esa realidad a conocer y dominar las equivalencias y relaciones entre estos sistemas, so pena desde cometer un error técnico o tecnológico hasta ser timado u sujeto de fraude.

En contraposición, las no conformidades respecto a dicho Decreto, incluso aquellas relacionadas con la correcta escritura de magnitudes físicas, unidades de medidas y símbolos del sistema, se encuentran cada vez más a menudo en cualquier documento de determinada importancia social. En este mismo escrito el lector informado encontrará varias de estas no conformidades, pues pretendo ser mejor comprendido utilizando las formas más populares de dichos términos.

Aún hoy es difícil la comprensión social de ciertas unidades de medida frente a otras. En la agricultura, por ejemplo, trate usted de hablar de hectáreas o menos aún de metros cuadrados, solo se hará comprender si habla de caballerías o cordeles.

Imagine usted un narrador de pelota que no refiera la velocidad de un lanzador enmillaso la distancia entre bases que no reseñe enpies”. Así sucede con toneladas métricas, kilogramos o gramos..., frente a arrobas, libras u onzas y otras, quizás en un grado mayor de comprensión, como entre el centímetro y la pulgada. Si se considera que influye la herencia cultural como causa de esta supervivencia, no se entiende el hecho que en países cercanos culturalmente se haya superado esta situación.

Esta comprensión (o incomprensión) social se reafirma por el hecho del uso de unidades ajenas al SI (Sistema Internacional de Unidades) e incluso del mal uso de unidades pertenecientes a este; incluso por entidades estatales, entre ellos la prensa en todas sus manifestaciones, al recrear relaciones de cualquier tipo. La zafra, tópico noticioso en nuestro país por décadas, se asociaba en lo general a las arrobas de caña cortada, molida o azúcar producida. Recordemos que la “medición” de la caña cortada la efectuaba a estimación un “computador”, especialista en estimar cuantas arrobas tenía una pila o apilado de caña.

Entre mis recuerdos de la época de escuela en el campo está la norma de chapea de un surco medida en cordeles, incomprendida en su dimensión hasta mucho tiempo después, cuando aprendí que aquella era una medida cuadrática considerando un ancho predeterminado del surco. Ese conocimiento, considero, ni lo dominaba exactamente aquel que nos imponía diariamente el cumplimiento de aquella “norma”.

De todo hay en la viña del señor: Problemas semánticos (la inmensa mayoría de los que participan en operaciones de medición de masa hablan del peso y no de la masa), de conocimientos de la variedad de unidades en uso y su equivalencia(que van de la confusión entre unidades de cierta similitud que pertenecen a sistemas distintos a la vez como la tonelada larga, la métrica y la corta; hasta unidades de medida solo utilizadas por sectores específicos y de cierta complejidad en su comprensión euclidiana, como el pie taller de madera), humorísticos (la historia que dio pie a la diferencia entre la vara cubana y la vara española, así como otra más reciente que afirma que la inoperancia de construcción de naves espaciales conjuntas entre europeos y estadounidenses, eran causadas por el uso de cada parte de sistemas de medición diferenciados hasta en el roscado de la tornillería; aplatanada esta última figura en una viñeta que cuenta la imposibilidad de armar un mecanismo pues las tuercas la habían adquirido en una subsidiaria “americana” y tenían pasos de roscas de fracciones de pulgada, y no ajustaban con los correspondientes tornillos con pasos de rosca milimétrica, adquiridos en Europa), las confusiones entre escritura parecida de símbolos de unidades de medida, sean del mismo sistema (como entre milla náutica y milla terrestre), entre unidades casi equivalentes de sistemas ajenos al SI (como libra troy o inglesa y libra avoir du pois, amén de la española y sus multiplicaciones desde las onzas, las arrobas, los quintales), etc.

Aparejado a la problemática de la implementación real del SI en su reflejo social está el hecho de que el aseguramiento metrológico está aún lejos de lograr alcanzar la uniformidad y confiabilidad de las mediciones que se realizan; al menos en la satisfacción y defensa de los intereses de la población.

Existe la claridad de que en este mundo competitivo no sobreviven en el mercado las mercancías no aseguradas metrológicamente, de ahí que este aspecto se considera por la máxima dirección del país como un aspecto cardinal en la actualización del modelo económico de la Isla (más de 45 Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución inciden en el desarrollo de la Metrología) reforzando las bases para desarrollar esta disciplina, dirigida tanto a los productos y servicios que salen o entran por sus fronteras como a los que se producen en la nación. Sin embargo, la noción que tiene el ciudadano común, cuando se le habla del tema, es que este, al menos a su nivel, no existe.

¿El problema sería que no son suficientes los cuerpos legales que regulan esta actividad? No lo creo. Entre otros, está el Decreto Ley No.183 de la Metrología de Febrero de 1998, que establece como control metrológico la aprobación de modelo y la verificación como acciones legales, las que son ejecutadas  por  el  Servicio  Nacional  de  Metrología  (SENAMET),  integrado  por  los laboratorios  de  Metrología  de  la  Oficina  Nacional  de  Normalización  (ONN)  como el INIMET y las OTN, así como  otros laboratorios autorizados por la propia Oficina.

A su vez, la Disposición DG – 01 2014 de la  Oficina  Nacional  de Normalización (en vigor a partir del 1 de enero de 2015, titulada Instrumentos de medición sujetos a la verificación obligatoria y aprobación de modelo según los campos de aplicación donde serán utilizados y aprobada por Resolución No 148 con fecha de 23 de septiembre de 2014 de la Directora General de la Oficina Nacional de Normalización, la cual regula cuáles son estos instrumentos necesariamente sujetos a dicha verificación periódica y los periodos de vigencia de las aprobaciones que de ello emanen. En su Anexo 1 se detallan estos instrumentos así como los plazos de verificaciónEntre ellos se relacionan, por ejemplo,los instrumentos de pesar utilizados en transacciones comerciales (empleados para la determinación del precio en función de la masa en la venta directa al consumidor, la comprobación de la masa por parte del consumidor, etc, así como sus ponderales). Entonces, ¿dónde está la falla?

Según fuentes autorizadas, cada año se realizan alrededor de 650 mil verificaciones y calibraciones a los instrumentos de medición instalados en el país, estimándose que representan el 65 por ciento de las necesidades. Sin embargo, consideran que el control es aún insuficiente, sobre todo en el comercio, la agricultura y la salud.

¿Este 35 por ciento sin control (para mí es muchísimo mayor), incluye la inmensa mayoría de los instrumentos de medición utilizados para la determinación del precio en función de la masa en la venta directa al consumidor o la comprobación de la masa por parte del consumidor, sean estatales (comercio minorista y gastronomía) o cuentapropistas? Por la experiencia en este sentido de cualquier cubano de a pie, se puede asegurar así.

Es dable entonces entrar en el análisis otras variables. Como vimos anteriormente, nunca, en los años que lleva de institucionalizado el SI, este se ha implementado totalmente, incluso apenas se aprecia su existencia en sectores como el comercio minorista. No sólo han sobrevivido instrumentos y medios (justificaciones aparte) graduados en unidades de medida ajenas al SI, esencialmente anglonorteamericanas, sino que la cuantificación de las asignaciones individuales (preguntarle a Pánfilo) se han realizado históricamente en dichas unidades, aunque se refieran en uno u otro documento a unidades SI. Los ponderales que se utilizan, graduados alguna vez, son sustituidos por discos de plomo u otro metal, de más dudosa equivalencia.

Con el periodo especial, se enseñorearon las ventas de líquido a granel. Aquí surgieron varias “unidades”, relacionadas con la apreciación del vendedor de la equivalencia de un envase, como los “pepinos” de refrescos recuperados o los jarros con bordes deformados. Ni hablar de las ventas de aceite en la bodega, a gramaje establecido (cuota) por consumidor y que te lo despachan por volumen (envase).

La problemática actual incluyeiniciativascomo la de Comercio, al crear una libra bodeguera equivalente a 460 gramos (para aproximarse quizás a la libra española, obviando que tradicionalmente utilizábamos la francesa o avoir du pois, de 453.592 gramos), de Gastronomía, vendiendo productos a granel con precios – tablilla referidos a unidades de volumen (capacidad) virtuales, pues la cantidad real la determina la apreciación del llenado a medida del “envase” utilizado, o algunos vendedores cuya libra equivale a 12 onzas o a 400 gramos.

El imaginario popular también acumula anécdotas sobre el por ciento real de soya que tiene el picadillo de idem o de chícharo que tiene el café. En fin, paga el fraude el comprador, que no sólo hace sus compras determinando el precio de la transacción una pesa alterada, o un producto a granel en un envase que se dice lleno o aplena medidasegún apreciación del vendedor, en adición, cuántas veces está obligado a adquirir productos vendidos por el sistema que le impone ese vendedor, estatal o privado, sin una paridad con el sistema internacional de unidades; sea por jarros, mazos, atados, latas, pomos o bolsas. La problemática entonces no es solo de desconocimiento, como algunos aducen.

Tanto en la implementación definitiva del SI como en el aseguramiento metrológico existen un ajiaco de problemas acumulados, cuya solución se considera por nuestra dirección como un aspecto cardinal en la actualización del modelo económico de la Isla y se instrumentan Lineamientos al respecto, sobre todo en áreas claves de la producción y los servicios, pero es igualmente perentorio considerar la expresión social de esta problemática y su incidencia en contra de los sectores de menores ingresos.