La Opinión del Lector: Regresamos de Angola convertidos en mejores seres humanos

El periodista y realizador de la televisión Milton Díaz-Cánter, junto al camarógrafo Willy, en Angola. Foto: Archivo.

Estimado Randy:

Tenemos un amigo común llamado Milton que es un caso especial dentro del periodismo cubano. Siempre ha buscado sus mejores reportajes en la primera línea. Coincidimos dos veces en Angola y pude corroborar que este hombre debió pertenecer a la misma estirpe de Hemingway, que entró en París antes que lo hicieran los aliados. Allí conoció que vería cosas interesantes en las caravanas y se montó con la parafernalia de filmación y combate en un blindado. Pudo filmar a los zapadores en su riesgosa labor sin necesidad de hacer zoom de la cámara pues no le preocupaba: se colocaba a par de metros de distancia. Cuando vio operar a nuestros aviones de combate, allá fue y obtuvo autorización para grabar desde la cabina trasera de un Mig biplaza y voló con nuestros pilotos.

En la obra superior de Cervantes escuchas de boca del Quijote: “quien busca el peligro perece en él” a lo que usualmente Milton no le concedía la más mínima importancia. Si mañana fuera a hacer un material en España sobre la Fiesta Brava, le entregará la cámara a Partagás, su compañero de aventuras y desventuras, para meterse en el ruedo con la capa a enlazar alguna que otra verónica. De eso no albergues la menor duda. Todo esto puso siempre en boca de mis compañeros la afirmación de que Milton “quería la vida menos que la suela de un zapato viejo”.

Después lo vi descender en caída libre desde diez mil pies en un salto con instructor. No, si cuando yo lo digo: él la sigue cuqueando. Hoy, cuando Occidente sigue queriendo distorsionar, ocultar y disminuir la actuación cubana en África, VALIÓ LA PENA es el golpe más soberano que se le puede asestar a los que nos quieren ningunear ante la Historia.

Desde niños siempre fuimos antagonistas futbolísticos en Camagüey y mi equipo nunca le pudo ganar al de él. En 1986 en Angola, yo me negué a llevarlo en la cabina trasera de un Mig-23 y hoy me castiga mi propia conciencia. Me preocupaba la posibilidad de tener que catapultarlo por algún problema en el vuelo y no podía predecir qué impacto tendría su propia cámara sobre él al salir disparado de la cabina. Creo ahora, que fue exceso de celo. Quizás por eso hoy nos fajamos a cada rato siempre conscientes de que los hermanos tienen sus desavenencias, aun cuando saben que se querrán hasta la muerte.

Randy, esta pelea, que es ya histórica, hay que continuarla. Entre los delanteros está Milton y tiene una certeza que yo comparto: los que formamos parte de la generación internacionalista sabemos que hubimos de regresar de Angola convertidos en mejores profesionales, pero sobre todo, en mejores seres humanos. Ser cubanos ahora y siempre es ya una profesión.

Respetuosamente,

Tte. Coronel (R) FAR, Piloto Maestro, Eduardo González Sarría.

NR. Eduardo González Sarría. Fue instructor de vuelo de día y de noche en los Mig-23 en su país y en África. Nació en Guantánamo en 1949. Culminó sus estudios como piloto de combate en la antigua URSS en 1971. Por más de veinticinco años ejerció esta profesión en la que la llegó a alcanzar la categoría de maestro, la más alta de la aviación militar cubana. Es autor del libro Angola: Relatos desde las Alturas. La Habana : Editorial Ciencias Sociales. 186 p., 2003.