Como cada 30 de noviembre, después del triunfo de la Revolución en enero de 1959, se llenaron de flores frescas las tumbas de los caídos y fueron recordadas las acciones que bajo el mando del joven dirigente clandestino Frank País pusieron en vilo al ejército del dictador Fulgencio Batista.
Los pequeños y adolescentes reeditaron las acciones armadas que se realizaron ese día contra las estaciones de la Policía Nacional y Marítima y en el Callejón del Muro, donde cayera asesinado Frank unos ocho meses después.
En la jornada palpitó el tributo a Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, caídos en combate ese día y se hizo extensivo a otros jóvenes revolucionarios cuyas vidas fueron tronchadas en la plenitud durante los enfrentamientos insurreccionales.
Las ofrendas florales fueron depositadas en nombre del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro; del presidente Raúl Castro, el Consejo de Estado, el pueblo de Cuba y familiares de los mártires.
Aunque azares diversos impidieron que el alzamiento coincidiera con el arribo de los revolucionarios que navegaban procedentes de México y arribaron el 2 de diciembre, su impacto fue notable al evidenciar la efervescencia rebelde en el país, de lo cual también dieron fe los posteriores acontecimientos.
(Con información de Prensa Latina)