Redescubrir lo conocido: un placer

Por Yeny García García

No se asombre si de pronto su casa es invadida por personas vestidas con ropas poco comunes, como salidas de una película de los años 20, no está soñando, fue la advertencia del arquitecto Geo Darder al terminar una conferencia de prensa sobre el XII Congreso Mundial de Art Déco, por celebrarse en La Habana a partir del 15 de marzo.

Darder se refería al entusiasmo de los más de 200 participantes que viajarán a la urbe habanera desde 15 países y la convertirán por unos días en la capital de ese peculiar estilo de diseño, popular en la segunda y tercera década del siglo XX.

Además de las sesiones teóricas, con sede en la Casa de las Américas y el Hotel Nacional, recorreremos la ciudad en busca de testimonios del auge de esta corriente arquitectónica, agregó Darder, quien confesó en un artículo reciente que fue a través del Déco que reconectó con sus raíces cubanas.

Y evidencias las hay de sobra. Quizás para el ojo poco entrenado pueden pasar desapercibidas si no poseen la elegante verticalidad del Edificio Bacardí en la Habana Vieja; o la imponente mole del López Serrano en el Vedado, pero existen y cualquiera puede vivir en ellas.

El término Art Déco fue acuñado en 1966 y se refiere a un movimiento puramente decorativo que alcanzó su apogeo en los años 1920, con una clara identidad propia, fiel a su época y a la noción futurista de la Revolución Industrial, dejando entrever una significación en torno al progreso, el ordenamiento y lo urbano.

Paradójicamente, este estilo vanguardista toma de los descubrimientos arqueológicos del momento y se inspira en las formas del Antiguo Egipto, evidentes en las líneas duras, la monumentalidad y la solidez patentes en este estilo.

En países como Cuba, Argentina, México, India, Nueva Zelanda y las Filipinas, en aquel entonces colonias o dependientes de las grandes potencias; el Déco puede verse como un pórtico al modernismo, y continuó siendo utilizado hasta finales de los años 50.

Maternidad Obrera y la Plaza Finlay con su Obelisco, en Marianao, el ya mencionado Bacardí, los interiores de las mansiones de la Condesa de Revilla Camargo y Catalina Lasa en el Vedado y el caserón de Arguelles en Quinta Avenida, son algunos de los ejemplos más conocidos de la capital, pero no son los únicos.

La Habana es una gran mezcla en todos sus aspectos y en ella pueden encontrarse ejemplos de las más diversas etapas del Déco, en vertientes decorativas y funcionales, declaró a OnCuba el arquitecto cubano Gustavo López, coordinador general del Congreso y del Grupo Habana Deco, creado para promover el estudio y la preservación de este patrimonio arquitectónico.

El estilo Déco floreció en todos los niveles, desde grandes comisiones hechas por reconocidos profesionales y edificaciones a gran escala, hasta la llamada versión “pobre”, ejecutada por proyectistas de menos renombre y simples maestros de obra, que no por menores dejan de aportar belleza y armonía a las barriadas de todo el país, puntualizó López.

Así, si uno se fija en los detalles, las líneas limpias, el acento en la verticalidad, las placas decoradas con elementos de la flora y fauna, los motivos geométricos y los niveles en las fachadas, se puede asombrar de todo lo que aún no conoce de su ciudad y hasta de su propio hogar.

Una visualidad singular, que remonta al transeúnte a tiempos idos, en los que la estética y la funcionalidad iban de la mano y se adaptaban tanto a los grandes edificios destinados a las instituciones oficiales, como al humilde hogar de cualquier hijo de vecino, situado lo mismo en la Avenida 23 que en cualquier pueblo perdido en la geografía cubana.

Es importante crear un sentido de respeto, de acercamiento al patrimonio –puntualizó López- labor que nos tomamos muy en serio desde Habana Deco, y ahora con el Congreso podemos dar a conocer dentro de y fuera del país su riqueza arquitectónica y cultural, al tiempo que podemos promover su protección y conservación.

(Tomado de OnCuba)