La Habana otra vez iluminada

Por Nyliam Vázquez García

Para Gaspare Di Caro, La Habana es una ciudad en resurrección. El artista italo-francés asegura que la catedral de San Cristóbal de La Habana cierra para él un ciclo de amor por Cuba. Para Roberto Chile, esa historia había que contarla. Había que ponerle todos y cada uno de los matices que Di Caro colocó en la fachada de la iglesia con su espectáculo de luminografía a finales de marzo. Allí estuvo su cámara.

Chile y su equipo indagaron en las honduras del proceso creativo de Di Caro, en sus motivaciones y en los secretos de su arte de pintar con luz para dar vida al documental Iluminar La Habana. Presentado en el Hotel Ambos Mundos, el material audiovisual cuenta la historia de cómo en ocasión de la visita del Papa Benedicto XVI, a finales de marzo de 2012, la Catedral se llenó de imágenes y colores, gracias al talento de Di Caro y su peculiar modo de expresión.

Los fotogramas descubren los modos de hacer, los proyectores, y esa luz que lo inunda todo y que colmó la Catedral por esos días. Es el propio Di Caro quien cuenta, quien iluminado también por sus propias figuras, habla -en su particular mezcla de español, italiano y portugués- de su primera vez en Cuba en la década de los 1990, de su necesidad de pintar con luz , de proyectar en esa iglesia su pintura, porque fue justo frente a su fachada que descubrió que no estaba perdido en La Habana.

El maestro Roberto Chile lo deja contar y al mismo tiempo coloca el ambiente de la ciudad amada, hace que se vea la música que brota de sus entrañas y que no puede ser otra que la salida, de sierras, martillos, de hombres removiendo cemento y arena, de hombres construyendo. Iluminar La Habana se queda con el tiempo finito de la luz sobre las paredes, pero sobre todo le habla de amor a una ciudad que enamora.

"El documental es una joya para valorar lo que tenemos en La Habana", aseguró Yosvany Carbajal, párroco de la Catedral, quien agregó en la presentación que el espectáculo de luz hizo resaltar las líneas de la antigua construcción.

La periodista Magda Resig destacó la aportación de Chile a la documentalistica cubana y la maestría para no solo hacer el recuento de los hechos, sino llegar hasta su esencia misma. Asimismo, agradeció a Di Caro la armónica combinación de luces y colores.

"Pintar la Catedral de Luz fue un gesto de amor hacia los cubanos", apuntó.

Chile, rodeado de sus amigos, agradeció a todos la compañía y reconoció el trabajo en equipo para que él también, desde su cámara, lograra esa segunda iluminación de La Habana tan especial y la que habrá que volver una y otra vez como un instante único.

Quiso el artista mencionar el apoyo constante del historiador de la ciudad, Eusebio Leal, en este nuevo proyecto concluido, así como al Parque Tecnológico de ITAIPU-Brasil, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, a la Asociación Cultura y Cooperación entre otras instituciones. Luego, la Catedral de La Habana se volvió a pintar de miles de colores gracias a la magia del audiovisual, al amor de un artista italo-francés y al genio de Roberto Chile.

Se hizo, por fin, la luz.