Londres 2012: Roniel sigue en su propia guerra y La Cruz se niega el Olimpo

Roniel Iglesias.

Es un hecho confirmado: Roniel Iglesias tiene casi en el bolsillo el título olímpico de Londres, al menos en teoría. Por papeles ninguno de los oponentes con vida en los 64 kilos presenta las armas suficientes para desbancar al púgil pinareño, quien, en el peor de los casos, ya igualó su bronce de Beijing.

Más exigido de lo que se esperaba por el uzbeco Uktamjon Rahmonov, Roniel avanzó a semifinales en la Arena Excell de la capital británica, donde se medirá el viernes en busca de un boleto a la discusión del cetro con el italiano Vicenzo Mangiacapre, bronce mundial en Bakú´11.

El exponente antillano de 23 años tuvo un susto, en el primer round frente al uzbeco, cuando se vio debajo 4-6 en el cómputo de los jueces, quienes condenaron justamente su desconcentración, pasividad y descuidos en la guardia.

No obstante, el criollo se propuso enmendar las deficiencias y en el segundo asalto impuso un plan de pelea demasiado riguroso para su contrincante, demasiado estático y sin variantes de contraataque frente a los relampagueantes embistes de Iglesias.

Seguro de su ventaja, relajo tensiones en el cierre y concluyó con diferencia de 21-15 que, en honor a la verdad, no refleja la real distancia en la calidad de ambos púgiles. Precisamente a estos detalles debe prestar mayor atención el isleño en los decisivos combates, en los que solo sus propias deficiencias pueden mandarlo a la lona.

Ahora enfrenta como nunca antes una batalla personal en pos de ceñirse la corona bajo los cinco aros, teniendo en cuenta el menor rango de los sobrevivientes de la división: el mencionado italiano Mangiacapre, el mongol Munkh-Erdene Uranchimeg y el ucraniano Denys Berinchyk. Todo está de su parte, Roniel solo debe superarse.

La Cruz se niega el Olimpo

Exceso de confianza. Es un mal fácilmente identificable en los deportistas cubanos, da igual si son boxeadores, peloteros o jugadores de go. No importa el momento ni el lugar, siempre puedes encontrarte a alguno muy seguro de su triunfo que después sale con la cabeza gacha.

Justo eso le sucedió a Julio César la Cruz en Londres, donde se suponía coronado rey del Olimpo, aunque se va como el gran derrotado, y el único responsable no es otro que el mismo. Monarca del orbe en el 2011, se sabía el mejor del mundo y los planetas adyacentes en los 81 kilogramos, pero con eso no basta, hay que tirar y demostrar.

Al parecer, esto no lo tenía muy claro el amplio favorito camagüeyano, quien confundió riposta con cautela, y el premio a la excesiva pasividad no fue otro que un 15-18 en contra frente al brasileño Yamaguchi Falcao, a quien había mayoreado en cada batalla precedente.

Sin embargo, el púgil sudamericano dio la clarinada. Inventarnos apológicas justificaciones acerca de veredictos amañados no funciona en este caso, pues Falcao aprovechó las faltas de La Cruz -veloz como siempre pero descuidado con su guardia- y tomó revancha en el más importante de los escenarios, nada de Cardín ni Panamericanos...en los Juegos Olímpicos, donde las derrotas duelen el doble o el triple, mas cuando toda una delegación, todo un país centra buena parte de sus esperanza en tus condiciones.

Así se despide el antillano, sin derecho a medallas pese a ser, tal vez, el más firme candidato del boxeo a colgarse una presea en Londres. Digámoslo así: se lo buscó, de eso debe ser consciente.