Maradona se quedó sin Mundial y Sudáfrica sin hombre-show

Maradona durante el juego que eliminó a Argentina de la Copa del Mundo. Foto: AFP

Diego Maradona volvió a morder el polvo de la derrota como entrenador al ser aplastada sin piedad su amada Argentina por el tanque germano, pero Sudáfrica-2010 lamentará haber perdido a quien maneja el show de los medios como nadie.

Si la disyuntiva que tenía el DT en el Mundial era ganarse el cielo con la Copa o hundirse en el infierno del fracaso, luego de una eliminatoria Sudamericana en la que su equipo fue un alma en pena, se merece al menos permanecer en el purgatorio.

Purgará sin duda sus culpas y responsabilidades Maradona, en un país que no perdona las derrotas y en el que la única gloria posible es ser campeón, porque no hay término medio ni consuelo para la extremista idiosincracia futbolera de los albicelestes.

"Esto es lo más duro que me tocó vivir, (...) a casi de cumplir 50 años, y estar al frente de tantos buenos jugadores, buenas personas, buenos profesionales. Esto es como una trompada de (el ex campeón mundial de boxeo) Muhamad Alí. No tengo fuerzas para nada", dijo ante el humillante 4-0.

Pero no se marchó con las manos del todo vacías, incluso si decide renunciar, porque en tierra africana Maradona se graduó como DT, al tomar con mano firme la conducción, y morir en su ley.

"Me puedo ir mañana (...) pero me gustaría que los chicos siguieran demostrando lo que son, haciendo el verdadero fútbol argentino, sin misterios", dijo en su 'testamento' de retirada de la Copa.

Maradona dijo que "no se cumplió el sueño, se cortó el camino, pero hay que respetar al fútbol argentino, de tomar la pelota, de ir al frente, de volver a  las raíces".

Hizo cambios a troche y moche, demostró que tenía capacidad para unir al grupo y no sólo ser una leyenda caminando. Cada vez que le tocó enfrentar a la  prensa defendió a sus jugadores calificándolos de "23 fieras, 23 titulares".

Protegió a Leo Messi como a nadie antes y auguró que será el mejor futbolista de la historia, pero la escuadra flameó como un trapo al viento, le faltó solidez en el momento de enfrentar a una maquinaria sólida y eficaz como la de Alemania.

Argentina fue un Fórmula Uno en el ataque y un rutinario auto de calle en la defensa, que por momentos parecía un colador.

Maradona no pudo ser el hombre que pusiera fin a la era de la decadencia de la selecciones mayores desde que perdió la final del Mundial de Italia en 1990, con Alemania 1-0 y jamás después poder pasar de los cuartos de final.

Su camino parece ser ahora el de los cuarteles de invierno, pero con 'la mano de Dios' nunca se sabe porque volvió al menos dos veces de la muerte, de las adicciones, de los excesos, físicos y verbales, que lo asimilan más con un ídolo del rock and roll que con un jugador de fútbol.

Con el Che Guevara tatuado en su cuerpo sigue siendo el símbolo de la transgresión, del hombre que surge de la marginación y el abandono enfrentando a los poderosos.

"Yo nací en un barrio privado... privado de luz, privado de gas, privado de agua", suele bromear con sus dotes histriónicas, con su inteligencia callejera sin barniz intelectual.

Y será una pérdida para el Mundial como espectáculo, porque era una diversión extra verlo gritar sus goles de tiro libre en los entrenamientos, meterse en la cancha como un niño y disfrutar la pasión por la pelota.

Y perderá el Mundial al que le gasta bromas a los periodistas, a quien mandó a Pelé al Museo, a quien criticó ferozmente a los árbitros que no respetan la consigna del 'fair play' protegiendo a los habilidosos, a quien convierte sus apariciones en un show.

Si hasta el prestigioso New York Times le pidió disculpas y le dio las gracias. "Pase tu equipo ha sido el placer de este torneo (...) Vos liberaste  al equipo y jugás a atacar, atacar, atacar", dijo el periódico.

Pero el hombre, la leyenda y el show dijeron adiós con una vergonzosa goleada. ¿Resucitará otra vez?.

(Con información de AFP)