Aprender a nadar, niños cubanos al agua

Aprender a nadar: así se nombra el proyecto, favorecido por el convenio del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y con la impronta de Bebito Smith, precursor en el país de la iniciación de niños, en edad de lactancia incluso, en la natación.

Un proyecto que no para durante todo el año, pese a temperaturas y otros inconvenientes materiales, y que regala instantáneas como las que ahora publica Cubadebate.

De acuerdo con los organizadores, entre los deportes, la natación sobresale por su idoneidad en el proceso de vigorización y adiestramiento de todos los músculos, además de resultar una diversión como pocas para la grey infantil y devenir un virtual seguro de vida aquí, en Cuba, donde ir a la playa o reunirse en las piscinas son de las formas de esparcimiento más frecuentes.

Científicos y pedagogos han demostrado las aptitudes de la natación para estimular los sentidos, favorecer la socialización, reforzar vínculos afectivos, desarrollar la motricidad, aprender habilidades de supervivencia y curtir la tenacidad.

Sucede que no siempre hay conciencia de ello y, también, que muchas personas acumulan experiencias desagradables que le hacen recordar el mar y el agua con dolor, o las conminan a alejarse, junto con sus descendientes, del medio acuático.

Contra esta, digamos fobia, y para ayudar a establecer una relación positiva e interactiva con la natación, se perfila el trabajo de Celia Cruz Reina, ex nadadora, gloria del deporte cubano, y de un grupo de técnicos y activistas en el Combinado Deportivo Camilo Cienfuegos, ubicado en el Vedado, La Habana.