La virgen de la Caridad "atraviesa" Guanajay

Por Javier Montenegro Naranjo, estudiante de Periodismo

Me fue difícil creer que todas las personas en las calles de Guanajay eran creyentes; curiosos y devotos se mezclaron en la Carretera Central para recibir a la Patrona de Cuba. La Virgen de la Caridad debía llegar al primer municipio de la diócesis de Pinar del Río a las diez y media de la mañana, pero como buena cubana, no fue puntual. Quizás algún efervescente grupo reclamó su parada durante el trayecto. La espera en la estación de ómnibus, casi a la salida del pueblo, se iba prolongando. Los colores amarillo rojo y blanco primaban, y la iglesia católica tenía todo preparado para su llegada; solo quedaba esperar a la imagen que tenía su lugar reservado.

Las personas esperaban fuera del sitio indicado, y yo, creyendo que todo saldría en orden y la peregrinación comenzaría en el lugar planificado, esperaba casi solo donde estaba la marca de partida. Pero el vehículo donde se desplazaba la imagen se detuvo bien lejos de donde se le esperaba, debido a la gran cantidad de personas a su alrededor que no le permitían avanzar. Eran las once y media de la mañana y el sol, desaparecido durante la espera, intentó robarle el protagonismo.

Después de reajustar la caravana, las personas se acomodaron de manera ordenada, hasta cierto punto. Los oficiales del orden encabezaban la procesión para despejar el camino; los seguía la caballería encabezada por la abanderada; detrás de ellos "La manada", un grupo de niños scout de la iglesia católica; tras ellos un grupo de personas también de la iglesia católica que posteriormente se convertirían en el cinturón de seguridad de la Virgen, quien cerraba la peregrinación seguida por una parte de la población guanajayense. Muchos otros participaron desde los portales y techos de sus casas, unos con caras atónitas y otros sonrientes por la experiencia; pero casi todos emocionados de verla.

Tres paradas realizó la imagen antes de llegar a su destino: la prisión del municipio, el hogar materno y la antigua escuela de monjas escolapias, hoy escuela primaria "Carlos Baliño"; quizás alguien pensó que esta parada fue en el Poder Popular, pues ambas construcciones están una frente a otra. Me adelanté para llegar antes al parque e intentar buscar algún sitio para tomar instantáneas decentes. Para suerte mía, un grupo de amigos estaba en el campanario de la iglesia y hasta allí subí.

Eran tantas las personas esperando en el parque como los participantes en la peregrinación. Ni siquiera en las fiestas populares del pueblo había visto tantos guanajayenses. Sombrillas de todos los colores los protegían del sol de medio día. La procesión concluyó en la calle opuesta a la iglesia y con la imagen cargada atravesaron el parque. Todo un fenómeno religioso y social; una experiencia que muchas personas no esperaron ver nunca. Por primera vez, gobierno e iglesia unieron esfuerzos.

El municipio estaba listo para recibir a La Patrona de Cuba; días antes el pueblo sufrió cambios: pequeñas reparaciones, mucha pintura (y no hablo de cal), ensayos de números artísticos, la construcción de una tarima para el recibimiento, y los preparativos para el día de la llegada. La noche antes, dos pantallas fueron colocadas en la iglesia y proyectaron imágenes desconocidas de nuestro pueblo para los más jóvenes en vísperas de la llegada.

La virgen se posó a la entrada del templo para participar en una gala cultural del municipio. Al concluir, la imagen de San Hilarión, patrono de Guanajay salió del templo para recibir a la virgen y entrar ambos, ella primero y él después, para comenzar la misa. Pero los guanajayenses tomaron toda la zona alrededor del altar. Retratarla, estar lo más cerca posible de ella, rezarle, verla, o quizás curiosidad, muchos eran los motivos para acercarse a ella. Entonces, la misa planificada para la una de la tarde y treinta de la tarde fue reprogramada para las seis. Comenzó a las siete de la noche. ¿Pero a quién le importa? La Virgen de la Caridad del Cobre está en Guanajay.

La Virgen llega a Guanajay. Foto: Javier Montenegro

La imagen toma su sitio en la peregrinación. Foto: Javier Montenegro

La abanderada de la procesión. Foto: Javier Montenegro

Refrescando para seguir. Foto: Javier Montenegro

Una parada. Foto: Javier Montenegro

Terminando el recorrido. Foto: Javier Montenegro

La Virgen dentro del templo. Foto: Javier Montenegro