Shingeki no Kyojin: La oscura división entre hombres y monstruos

Fotograma.

Varias editoriales rechazaron sus dibujos por considerarlos demasiado lineales. Le exigieron cambiar su visión para poder vender. Pero él optó por mantener su libertad creativa y esperar el momento adecuado. Hasta que, en el 2006, Bessatsu Shonen Magazine aceptó publicarle y el primer número salió en septiembre de 2009. Videojuegos, la lectura de historietas, Godzilla, experiencias laborales o hasta las mismísimas montañas de su aldea natal sirvieron de inspiración a aquel joven artista con complejos de inferioridad, porque a pesar de que amaba dibujar mangas, no se ha considerado jamás entre los grandes.

Y así nació “Shingeki no Kyojin” (Attack on Titan), la verdadera génesis, la luz antes de la luz, antes incluso que Ymir y la mística criatura del árbol se fundieran en un abrazo que cambiaría el destino de la humanidad. Como Isayama y Wit Studio, el proyecto recién creado, él único que se arriesgó en llevar el manga al anime, cuando nadie más se interesó. Tetsuro Araki (Death Note) fungió como director de las tres primeras temporadas.  Y si la historieta ha probado su valía con ventas de más de 110 millones de copias hasta la fecha, la versión televisiva, gracias a su fidelidad, no se quedó atrás en acogida y alabanzas.

Tras diez años desdibujando las fronteras entre hombres y monstruos, “Shingeki no Kyojin” dice adiós a miles de seguidores, dejando imborrables recuerdos acerca de su soberbia animación, estelar construcción de personajes y sobre todo, una historia que se convierte en estudio visceral sobre la naturaleza del hombre.

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