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Bolas malas para la pizarra del Capitán San Luis

La decisión de situar la nueva pizarra en la zona donde más jonrones se pegan, obligó a esta megaconstrucción, para que no pueda ser alcanzada por los batazos. Foto: Cortesía del autor.

A más de tres años de su llegada a Pinar del Río, la nueva pizarra electrónica del estadio Capitán San Luis no deja de dar de qué hablar.

Lo que debió ser motivo de alegría para la afición de uno de los equipos más ganadores de la pelota cubana, ha devenido desde el principio un dolor de cabeza para los encargados de ponerla a funcionar.

Cuentan que todo comenzó a mediados de 2018, como parte de los preparativos por el cumpleaños 50 del cuartel general de los Vegueros (19 de enero de 2019).

Pablo Veliz Reina, director de Deportes en el territorio, recuerda que el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), teniendo en cuenta los resultados históricos de Vueltabajo en el béisbol, accedió a entregarle una moderna pizarra vietnamita de cuatro metros de alto por 12 de ancho, en la que es posible proyectar toda la información del partido, las fotos de los atletas, sus estadísticas, e incluso transmitir videos de jugadas o del acontecer provincial.

Como era de esperar, el tema acaparó titulares en la prensa y generó expectativas entre los parciales pinareños.

“Realizan los estudios (...) que permitirán al estadio Capitán San Luis disponer de una moderna pizarra con características similares a las de la del Latinoamericano”, publicaba en agosto de ese propio año el sitio web Cubasí.

Las obras tardarían ocho meses para comenzar. En ese lapso, la provincia recibió el proyecto aprobado en Santiago de Cuba para el montaje de un equipo similar en el parque Guillermón Moncada, pero se decidió hacer un diseño propio, que terminaría siendo mucho más complejo y costoso.

Tanto es así que, mientras el coloso santiaguero estrenaba su nueva pizarra en abril de 2019, en el San Luis apenas se iniciaban los movimientos de tierra.

El camino, desde entonces, no ha podido tener más tropiezos, para prolongar hasta lo absurdo la culminación de la inversión.

La primera fecha tentativa de inauguración, según el periódico Guerrillero, se estimó para mediados de julio de 2019, al cabo de los tres meses de trabajo que los especialistas calcularon, de contar con los materiales necesarios. De modo que la nueva pizarra estaría lista para el inicio de la 59 Serie Nacional de Béisbol.

Pero el flujo de recursos cesó poco después y la obra se paralizó.

Frank Amarán Armenteros, director de producción de la Empresa de Construcción y Montaje de Pinar del Río (ATTAI), afirma que la inversión se ha detenido varias veces por falta de recursos y problemas de financiamiento.

En agosto de 2020, con una grúa de 70 toneladas que hubo que contratar en La Habana para el izaje de las piezas de la colosal estructura de hormigón sobre la que descansará la pizarra, se reiniciaron las labores.

La culminación de la obra civil parecía inminente por aquellos días, y los especialistas comenzaron a manejar como nueva fecha para el estreno, el inicio de la 60 Serie Nacional o a lo sumo, la primera etapa del torneo.

Bajo el mando de Alexander Urquiola, el equipo pinareño salió al terreno nuevamente. Jugó primero en tierras orientales y después en su cuartel general, hasta que el retroceso de la provincia a la fase de transmisión autóctona limitada, lo obligó a competir en sedes alternativas durante 53 días. Luego volvió al San Luis para pelear por un boleto a los play off, en la recta final del campeonato.

En todo ese tiempo, la pizarra no solo no estuvo lista, sino que la construcción se volvió a detener.

El Director de Producción de ATTAI explica que los trabajos cesaron a principios de 2021 porque la Dirección Provincial de Deportes no contaba con los recursos para continuar la obra y, además, se le agotó el financiamiento.

En esas circunstancias, al cabo de varios meses de espera, el 1ro. de junio la entidad decidió emitir un acta de paralización parcial.

Construcción a extrainning

Cada año se realizan labores de mantenimiento en estadio Capitán San Luís, pero continúa el problema de la pizarra. Foto: ACN.

En medio de la compleja situación económica que atraviesa el país, a causa de la COVID-19 y la política cada vez más hostil de Estados Unidos, el hecho de que una obra afronte problemas con determinado recurso o se demore más de lo previsto, pudiera parecer comprensible.

Muchos de los contratiempos para la instalación de la nueva pizarra del Capitán San Luis, sin embargo, no tienen nada que ver con la situación epidemiológica o el bloqueo.

De hecho, ¿cómo entender que en Santiago de Cuba pudieran ubicar una pizarra idéntica hace dos años y medio, y en Pinar del Río todavía no se haya conseguido?

Algunos de los organismos implicados consideran que el problema ha estado en el proyecto pinareño, que concibió la colocación del equipo en la zona del jardín izquierdo, justo por donde más jonrones se conectan históricamente en Vueltabajo.

Ello llevó a los arquitectos a diseñar una megaconstrucción de 16 metros de alto (12 hasta la base de la pizarra) para fijarla donde no pudiera ser alcanzada por los batazos.

“En el mundo, por lo general, se usan estructuras que se desmontan fácilmente, pero aquí se decidió hacer algo monumental. Ha sido como levantar un edificio, para ponerle encima un televisor”, considera el Director Provincial de Deportes.

Reinier Sotolongo Madan, arquitecto de la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Pinar del Río, argumenta que se escogió el jardín izquierdo porque en el derecho (donde según los estudios, los jonrones son más cortos y menos frecuentes) está prevista la construcción de una grada de sol, cuando la situación económica del país lo permita.

Además, la reposición de una torre de iluminación que se cayó tras el paso de los huracanes Isidore y Lili.

Se trata de dos proyectos que siquiera tienen fecha de inicio y que se han demorado tanto en el tiempo que quizá, el día que se vayan a hacer ya no exista la pizarra.

La torre de iluminación anterior, por ejemplo, se vino abajo hace 19 años, y la grada de sol que ya tuvo el San Luis, en el jardín derecho, se desmontó hace alrededor de 25.

Para complicar aún más las cosas, el proyecto aprobado exige una serie de recursos que no han estado a mano. Ello ha obligado varias veces a modificarlo.

Amaury Padrón Ferrer, coordinador de Programas y Objetivos del Gobierno Provincial, cuenta que, para avanzar, ha habido que buscar alternativas una y otra vez. Entre ellas, el desarme de un tejar que ya no se explotaba, para usar las estructuras de acero.

Con esto, el gasto de recursos se ha multiplicado, señala el funcionario. “Por ejemplo, ha habido que soldar unas vigas con otras, para hacerlas más anchas y eso ha demandado una cantidad de electrodos mucho mayor”.

Aun así, en la actualidad siguen faltando elementos para terminar. La lista la encabezan los perfiles de acero para cerrar la parte posterior de la pizarra, con ventanas que garantizarán la ventilación y evitarán la entrada de la lluvia.

El Director de Producción de ATTAI asegura que su entidad ha hecho gestiones en Pinar del Río y en otras provincias, en busca de algo que pudiera servir, pero no lo han encontrado.

Una vez más, los encargados de la inversión parecen ahogarse en un vaso de agua, teniendo en cuenta que, a falta del acero, el arquitecto que diseñó la obra afirma que el cierre por la parte posterior podría hacerse con ladrillos, y asunto resuelto. “Llevaría reforzar las medidas de seguridad para los albañiles, pero es algo perfectamente realizable”, dice.

Inversiones en zona foul

En 2018 se comenzó a instalar la pizarra. Foto: Archivo.

La historia de la pizarra del Capitán San Luis es apenas una muestra de lo que ha ocurrido no pocas veces con las inversiones que se acometen en el país: cronogramas que no se cumplen, equipos que pasan su periodo de garantía dentro de un almacén, sin usarse, inmovilización de recursos durante largo tiempo, obras que se inician sin la garantía de los materiales para su culminación, pasividad, indolencia, conformismo, despilfarro, son desde hace mucho, males que se resisten a desaparecer.

En diciembre de 2009, en la sesión de clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el General de Ejército Raúl Castro Ruz alertó sobre los riesgos que entrañan “la improvisación y la falta de integralidad” en los procesos inversionistas, y exhortó a “la erradicación definitiva de las insuficiencias” arraigadas en ellos.

A más de diez años, su llamado ante el Parlamento cubano mantiene plena vigencia.

Consciente de que el atraso ha sido enorme, el Director de Producción de ATTAI asegura que su entidad cuenta con la fuerza de trabajo y el equipamiento necesarios para terminar la instalación, y que, si los recursos que aún faltan no tardaran en aparecer, la obra pudiera estar lista para la próxima Serie Nacional.

Sin embargo, después de tantos plazos incumplidos, y con la incertidumbre de si al cabo de tres años en un almacén, la pizarra funcionará, nadie se atrevería a manejar públicamente una nueva fecha de inauguración.

A lo sumo, podría repetirse la frase del célebre mentor de grandes ligas Yogi Berra: “Esto no se acaba hasta que se acaba”.

(Tomado de Granma)