Capítulos de amor en una novela trágica

Nilda González, la madre de Patricia Ramírez González. Foto: Elsa Ramos Ramírez / Facebook

Testimonio de Nilda González, la madre de Patricia Ramírez González, la actriz de la telenovela cubana Cuando el amor no alcanza, que hace siete años sufrió un accidente de tránsito que le cambió radicalmente la vida. 

Entre las sábanas pulcrísimas y su bata rosada, Patricia Ramírez González parpadea dos veces y responde sí: “Patri, dile a las visitas si tú quieres a mamá”.

Nilda González sonríe. Siente que su niña también, porque hace siete años se comunican con el lenguaje de los ojos…y del amor, lo sabe. Así lo impuso un accidente de tránsito en momentos en que Patricia interpretaba a Leida, en la telenovela Cuando el amor no alcanza, una coincidencia que convirtió en suceso mediático el fatal desenlace e impuso nuevos capítulos a madre e hija.

“Me río con ella y me hace así con los ojitos y siento como que me está entendiendo y eso me da alegría, lo disfruto. ¿Me entiendes?”

Claro y mucho, aunque ni encuentro las fuerzas que veo frente a mí. “Ella no es un vegetal…es estado neurovegetativo, no es adornarlo …es que duele mucho”…Eso lo aprendió de una amiga santiaguera que vivía una situación similar durante el ingreso de su hija: “Me contó que un familiar le había dicho: “si tu hijo es un vegetal, es mejor que descanse”, eso la marcó y me dijo que no permitiera esa palabra y la verdad cuando la escuché por primera vez, fue duro…duro… es que no lo concibes”.

Y evoca. No hay llanto ni pesar. Solo un cansancio que disimula en un ajetreo doméstico que no cesa en esta mujer resuelta, práctica e inmensamente fuerte.

Primeros capítulos

Todo comenzó la noche del 17 de abril de 2014. Por la avenida 31, al doblar la calle 18, en la capital cubana, un auto se estrelló contra la puerta del que Patricia paseaba. Hacia la media noche se acabó la quietud en un apartamento de Olivos Uno en la ciudad de Sancti Spíritus: “Eso no se olvida jamás… es tu hija de la nada, de esos palos que te da la vida, de una llamada: “tu hija tuvo un accidente” y montarte en una Yutong y el teléfono de mi esposo no parar…de cuando llegues pasarte en una camilla por delante y tú no conocerla. Le cayó todo el mundo atrás y yo decía: “no, esa no es Patricia”, porque estaba muy inflamada”.

Y era, por desgracia. Con sus 23 años y miles de sueños tronchados. El accidente le provocó múltiples traumas craneales severos y diversas fracturas…Comenzó entonces la pesadilla… Primero fueron los auxilios iniciales en la Clínica Internacional Cira García, luego la atención en los hospitales Calixto García, Hermanos Ameijeiras, Instituto de Neurología y Neurocirugía… Se complica su cuadro crítico y se acentúa su falta de conciencia, infecciones, neumotórax…

De pie, Nilda lo soportó todo: “Estuvo 58 días en terapia intensiva y 28 en coma profundo. En todas partes recibió la mejor de las atenciones y la preocupación de mucha gente, los de la telenovela iban mucho a verla”.

En lucha por su vida, en abril del 2015 fue trasladada al Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren), donde fue intervenida quirúrgicamente varias veces. “Ahí permanecí tres años, creo que vine una sola vez a Sancti Spiritus…Todo fue muy duro: entrar todos los días a una terapia y los médicos referirte que tiene muerte neurológica…no, no lo aceptas. Y aquellos partes que eran cada vez más desgarradores. Recuerdo un médico pinareño que le decía: “¡ay!, doctor ¿usted me está diciendo que me tengo que ir preparando porque mi hija se va a morir” …y rompía a llorar. Él me decía: “tengo que hablarle con claridad y me tienes que entender”.

En el prestigioso centro, Patricia fue sometida a los tratamientos neuro restaurativos más avanzados. En su habitación recibía equipos médicos especializados que le realizaban las consultas y la atención directa. Se le practicó además un programa terapéutico multifactorial que incluyó expertos en Logopedia, Defectología y Acondicionamiento físico general, magnetoterapia, laserterapia, electroestímulos…

Escenas lamentables

Patricia Ramírez González interpreta a Leida en la telenovela Cuando el amor no alcanza. La joven fue víctima de un accidente automovilístico. Foto: Granma

Fuera de los muros hospitalarios, sin embargo, sucedían escenas lamentables. Desde Estados Unidos, comenzó a orquestarse una campaña que promovía ayuda para la joven actriz, incluida recogida de dinero para costear “posibles tratamientos” en el exterior ante la supuesta incapacidad de Cuba para atenderla y curarla. Las redes, como siempre, se encendieron. La ignominia, también.

“Mira, eso hay que vivirlo para saber cuántas cosas uno hace en un caso como ese”-cuenta Nilda, una mujer que defiende la verdad con todos sus colores- cuando llegué al Ciren, empecé a buscar en Internet: que si en Estados Unidos una fundación Internacional de Restauración Neurológica, que si en México un médico con un proyecto Reanima para despertar cerebros muertos, que si en la India uno similar según una notica en el periódico Granma.  Imagínese usted … uno se esperanza. Cuando pasa el tiempo es que vas poniendo los pies en la tierra y te vas dando cuenta de la realidad, pero en aquel momento es una verdad tan grande que tú no la aceptas, ni te conformas y piensas que sí, que puedes”.

Su mente se pierde en el tiempo. En las noches sin dormir, vigilando aquel aparatico, corriendo cuando pensó que se detuvo, en la insistencia, siempre la insistencia: “No sé cuántas veces fui al Ministerio de Salud Pública, donde me atendieron muy bien, me entrevisté con el entonces ministro Roberto Morales Ojeda, que lloró conmigo. Mira, nací con la Revolución y no nos tenemos que alarmar de que mi hija haya tenido toda la atención. Eso aquí es normal, cotidiano. Tuvo los mejores neurólogos, la vio hasta Calixto Machado, presidente de la Sociedad Cubana de Neurofisiología Clínica, el doctor Amado Díaz de la Fe, jefe del equipo médico en el Ciren…, pero yo quería más y más y empecé a buscar noticias”

“Apareció una muchacha, creo que se llama Sahilí Hernández, con una campaña para recoger dinero, porque es que hacen política de todo y me dije: “si ella quiere hacer eso para llevarla a New Yersey que era donde yo quería, está bien”. Hasta le agradecí, pero a la hora de soltar… me dijo: “voy a coger parte del dinero porque bastante que me deshice detrás de él, me picaron los mosquitos en el concierto de no sé quién y quiero llevártelo personalmente a Cuba”. Tuvimos unos encontronazos por correo y le dije: “Si tocas algo de ahí te vas a arrepentir porque eso lo recogiste a nombre de mi hija”. Publiqué sus mensajes. Visité la página que se traduce como “Vengan fondos para mí”, que es para causas humanitarias, incluso la acusaron y tuvo que devolver kilo a kilo a la página y de ahí a los donantes”.

No fue el único episodio: “Me llamaron otras personas, un día por teléfono del canal 50 y pico de Estados Unidos y les dije: “a ver, yo ni voy a hablar mal de la Revolución, ni del sistema de salud cubano, ni voy a hacer política con mi hija”. Incluso hace un año y pico me contactó un youtuber de esos, y me dijo que si lo de Patricia fue una mala praxis y no sé qué y le dije: “no voy a decir nunca eso, si esas cosas son las que tú estás buscando, no estamos hablando nada”

“Ni sabía que eso había salido por las redes, me fueron a ver y me enseñaron hasta los artículos. Les dije: “no sé de qué me están hablando, ni tengo nada que ver con esa campaña, sí les digo una cosa, todo el que me quiera ayudar para buscar una posibilidad de mejora, yo lo acepto y el que no me quiera entender que acueste a su hija al lado de la mía”.

Recibí mucha ayuda de amigos, vecinos, iglesias y hasta vino un médico mexicano a Cuba a través del Ciren, se le puso un medicamento regenerador de tejidos, vino un médico americano, director de la Fundación Religiosa que autorizó el Ministerio…tengo que decirte que fueron muy condescendientes, sensibles , parece que vieron mi desespero, mi dolor…porque un poco que te encierras, te encaprichas quizás … pero yo vi lo que se hizo en ese Ciren y en todos los hospitales con mi hija, pero era lo que le explicaba a Amado, yo le decía “Ay doctor, yo quiero que usted me entienda, si a mí me dicen que en Groenlandia un esquimal le pone un pedacito de hielo a mi hija y me la puede ayudar, pues yo me la llevo para allá”.

Capítulos intermedios

He soñado que se levantó de esa cama y vino hacia mí, pero asumo esta Patri que está aquí. Foto: Elsa Ramos Ramírez / Facebook

Es hora de regreso. Han pasado cuatro años... y la vida impone otros capítulos, los de la convicción, la realidad, la decisión…

“Al principio me pasó que pensé, era transitorio y me decía: “Ella va a salir, va a mejorar”. Y está eso que dicen que, si a las 72 horas no se muere, se salva el paciente… es duro… primero te dicen: estado neurovegetativo persistente hasta que pasado un año es permanente, yo leía mucho, sabía lo que era”.

“La decisión fue mía. Un día conversamos el doctor Amado y yo. Me dijo: “creo que sí, que te hace falta ir a la casa”, ellos me vieron sufrir mucho, me atendieron cada vez que les preguntaban, nunca me dijeron: “llévatela”. Pero el tiempo no pasa por gusto, vas cogiendo experiencia, llega un momento en que te vas percatando, te vas dando cuenta del estado, ya sé que su daño es irreversible, un trauma craneoencefálico muy severo que rompió muchas neuronas, pero tuvieron que pasarme siete años como me han pasado para darme cuenta de eso”.

Junto a su hija, Nilda también cambió de “papeles. Y de vida. Licenciada en inglés y ruso y profesora del Centro de Capacitación de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos, dejó todo y se acogió a un retiro especial que protege a las madres en condiciones similares para dedicarle todo el tiempo a su Patri.

“Fue un giro completo en la vida de las dos. Durante esos cuatro años sufrí porque no pude ver nunca a mi hijo Orestes vestido de verde olivo cuando le tocó el servicio militar, solo por fotos. Tampoco estuve para sus pruebas de ingreso, aunque yo las hacía con él desde allá. Él se portó tan bien, veía mi permanencia en La Habana como una forma de que su hermana se curara”

En su nuevo hogar en un edificio de Garaita, facilitado por el gobierno espirituano, Nilda siente hacia su hija la misma atención.

“Los médicos y enfermeras del consultorio, por favor y Salud Pública ni qué decir. En este edificio vive Manuel, el director de la provincia, aquí es el vecino, no es el director, los vecinos no pueden sentir una ambulancia…todos me ayudan.  Ella ha tenido seis ingresos en la casa, le hablo de un catete en vena profunda y cosas así y para tener un paciente así es porque hay confianza en la familia, un médico que se responsabiliza, me la rehabilitan en casa y todo me lo hacen con un amor inmenso”.

Capítulos actuales

Han pasado dos horas en el que varios capítulos se agolpan. Como en una telenovela, la emoción, el suspenso, la tensión suben el tono y te encrespan la piel. Delante de ti, esta mujer sigue de pie y no acabas de ver que han pasado siete años.

“A veces me acuesto y soy un despojo de huesos, su atención es 24x7, tengo cansancio físico, pero tengo que hacerlo… es un compromiso del alma, de las entrañas, de ese amor infinito de madre con una persona que sabes no se puede valer. Tengo la ayuda de mi esposo, mi hijo, mi familia, mis vecinos, pero las fuerzas se salen de ese compromiso, de madre a hija, de eso que sabes que tienes que ser tú, que no te puedes cansar, de que son las once y pico de la noche y la siento toser y con flema y sabes que si no las aspiras no duerme, ahí me salen las fuerzas”.

Es hora de merienda. Antes, la acomoda por si le molestan las escaras. Verifica si respira bien y de nuevo los ojos…” Patri ¿te sientes bien? y otra vez el doble parpadeo.

“A veces me pongo a llorar en la cama, sufro cuando le hacen curas fuertes en las escaras, sé que tiene que ser así, pero a mí me duele, tiene dos ulceras, a veces no soporta las sondas…por la noche me levanto y le doy una aspirina, una duralgina porque me imagino que tiene dolor…todo lo que uno diga de ella es subjetivo”.

Los años y la constancia le han dicho que hay una conexión más allá de los estados. “A ella le han hecho potenciales evocados que son pruebas que le hacen para ver la vista, el oído y siempre dieron que tenía una cierta percepción auditiva y reconoce mi voz, los médicos notaban que cuando ella me escuchaba como que se alteraba un poquito más. Por eso no me gusta trasmitirle a mi hija o mi hijo de estar llorando siempre, Orestes mi esposo me dice: “no comentes cosas tristes y malas delante de ella porque cambia el semblante, el hermano antes jugaba con ella en la cama y lo notaba. Hay días que está más comunicativa. Otros no tanto”.

Se recobra, como todos los días cuando el cansancio intenta ganarle la batalla. Llega la gente de Cadena Caribe con el módulo de aseo y alimentos que le alivian. “Ellos son maravillosos, como persona jurídica, la comercial, el gerente…me han ayudado más allá de los módulos. tú ves como alguna gente dice, pero yo no me siento privilegiada porque ¿quién quiere este privilegio, yo quisiera estar en las colas… yo me siento acompañada, respaldada”.

Abril trae la lluvia que aviva las nostalgias. También purifica y limpia la tarde. El teléfono conecta con quienes, en la distancia del tiempo, le siguen de cerca, como Anita, la amiga incondicional que hace poco debió desmentir, también en las redes, un mensaje que difundió la muerte de Patri, con macabros EPD. Una brisa suave se cuela por la ventana y desde su camita, Patri luce sus mejores colores.

“La visto de lila con su batica, sus medias, su cintica. La combino siempre, le digo: “mamá te va a vestir de rosadito y te va a echar colonita rosa. Muchas te llaman y dicen: “Nilda, qué fuerte es Patricia”, como que no esperaban que a esta altura estuviera viva”.

Lo está. En medio de la pared, una fotografía eterniza a la Patricia que fue. La imagen la recuerda lindísima, altiva, con unos ojos enormes y bellos que se pierden en el horizonte y se encuentran siempre con los de Nilda, que la mira sin llantos como en los años de la telenovela que no pudo terminar, o el grupo de teatro villaclareño donde comenzó o los Tras la Huellas y otros pocos espacios que alcanzó a actuar.

“Patricia no era conocida, la comenzaron a conocer en esa novela. Era dinámica, activa, responsable. Fue una niña físicamente muy linda, no lo digo yo, lo dice todo el mundo … ella no era de mucho cuerpo, pero tenía su cuerpecito armadito y era alta más que yo, pero su carita era muy linda y se mantiene así con su carita viva, pero verla tan delgadita… siempre fue saludable, de no ir nunca a un hospital…claro que pararse frente a la cama y ver lo que está y pensar en lo que fue…es difícil, muy difícil”

“He soñado que se levantó de esa cama y vino hacia mí, pero asumo esta Patri que está aquí. Marbelis, una amiga de la Patri de ahora, me lo hizo ver mejor porque tiene un familiar en similares condiciones. Y no es que se disfrute, nadie disfruta un estado como este, pero la disfrutas cuando la vistes, le echas la colonia, cuando le hablas de tu hermano, cuando entras a la habitación. Porque lo que tú tienes ahora es tu hija, nadie te la mandó, solo te llegó y tienes que aprender, para mí fue una lección de vida”.

Porque quizás vio en mis ojos la pregunta que martillaba en mi mente, a Nilda González, se le deslizó, sola, la respuesta.

“No creo que haya ningún mérito para ponerme una medalla, porque es que lo tengo que hacer…yo sé que mi hija en su estado, si percibe algo o siente algo, está convencida de que esa es mi actitud con ella, lo que estoy haciendo con ella, lo esperaba de mi”.

Hace siete años Patricia sufrió un accidente de tránsito que le cambió radicalmente la vida. Foto: Elsa Ramos Ramírez / Facebook

(Tomado del perfil de Facebook de Elsa Ramos Ramírez)