Amigos

Foto ilustrativa.

Yo nunca tuve, ni tengo, amigos altisonantes de esos que la gente nombra para impresionar a otros, amigos influyentes para hacerse una foto junto a ellos y mostrarla como el trofeo preciado, los que a fuerza de su luz te abren algunas puertas que llevan cerraduras bastante complicadas.  En realidad, no he tenido tantos amigos como hubiese querido, pero los pocos que he colocado en esa categoría me han salido muy buenos, me han dado pocos fallos y a ninguno lo he tenido que separar del grupo, por indisciplina, infidelidades o pérdida de valores.

Todos sabemos que un amigo, no es tan solo un compañero de estudio o de trabajo (de esos tenemos miles a lo largo de la vida y aunque también son buenos, no son imprescindibles) aquí les hablo de los otros, los que vienen a verte en las malas sin ser llamados y en las buenas cuando se les llama; esos que, te dicen la verdad aunque a veces te duela como el tacón de una bota rusa sobre la uña encarnada; los que dejas de ver por una temporada y luego se aparecen sin poner mala cara, ni reclamar presencias que no fueron posibles.

En la infancia tuve al amigo Felo, que me prestó su yegua para irme a la escuela cuando la rigidez de un yeso me impedía caminar, fue mi primera experiencia en eso de que alguien te preste su ¨auto¨ sin muchas advertencias ni muchos resquemores, aunque en verdad no solo fue la primera, sino casi la única, porque luego de aquello he tenido pocos amigos propietarios de algo que yo pueda usar en caso de urgencia- en materia de transporte- superior al equino de marras.

Esas amistades a que me refiero no pueden ser ¨peligrosas¨ ni estar basadas en la ley de la ganancia, donde usted calcula para recibir algo a cambio de lo que entrega y es entonces que gana valor aquello que el buen cubano repite mucho: CUANDO TIN TIENE, TIN VALE Y CUANDO NO TIENE, NI TIN VALE (todos los de esta isla comprendemos bien la similitud sonara de la frase final, con la palabra TIMBALES).

En mi niñez escuchaba un dicho popular que decía: EL QUE TIENE UN AMIGO, TIENE UN CENTRAL, en clara referencia al valor que se le otorgaba a la producción de azúcar para el desarrollo del país, yo me he puesto a pensar en eso y creo que ahora bien se podría decir: EL QUE TIENE UN AMIGO, TIENE UN HOTEL, para contextualizar el asunto.

Incluso, pensando en los tiempos que corren, bien se podría en Facebook revisar el término y hacer dos grupos distintos: Amigos y Conocidos, porque la amistad verdadera es otra cosa y bastante dudoso es eso de tener miles de ¨amigos¨en las redes sociales y andar por la vida real más solo que un custodio en un cementerio.

También sigue vigente aquello de que con algunos ¨amigos¨ no hacen falta enemigos, baste leer una reciente declaración del presidente de los Estados Unidos que ha dicho en nombre de su gobierno: “Amamos a Cuba. Vamos a ocuparnos de Cuba“, ante lo cual, solo cabe expresar lo que mi abuela decía cuando veía una lechuza: ¡Solavaya!

(Tomado de La Bicicleta)