En la Venezuela de las cuatro últimas décadas, la política no sólo la llevaron a cuesta las y los activistas políticos de los partidos, quienes por razones históricas fueron desplazados a regañadientes del escenario social, además, por sus propios errores garrafales, y en su sustitución, algunos dueños de medios de comunicación privados trabajaron para que ello fuera así en los sótanos de la política, entonces pasaron a tomar con mucho empeño y dedicación ese cambio de roles en la sociedad venezolana.
A pesar del pacto que hicieron algunos dueños de medios de comunicación con las élites de los partidos de derecha, no negociaron la autoconciencia de su supremacía coyuntural y de la nueva época que se abriría para los medios de comunicación en el futuro inmediato, con el desarrollo de los sistemas de redes e informáticos, su ampliación satelital y su desplazamiento global, y entonces, las élites los partidos de ultraderecha y los conversos con una venía reverencial admitieron por la vía de los hechos que era y es mejor entenderse con los dueños de los medios de comunicación privado que enfrentarse a ellos porque esa sería exponerse al ostracismo mediático en la escena sociopolítica.
En Venezuela, los partidos del status oligarca están sujeto a que su práctica se reduce a si aparece alguna nota, entrevista o comentario por cualquier medio y si el centimetraje es un tanto mayor que el de la otra organización partidista de derecha, ya eso es un regocijo interno y una medición subjetiva para hablar a nombre del pueblo venezolano.
Se puede afirmar que estamos en presencia del espectáculo como forma de hacer política.
Ahora bien, ¿un medio puede o debe publicar todo lo que llegue a una mesa de redacción? existen criterios para sopesar las pautas de la legislación al respecto, o un dueño publica lo que le plazca o lo que le interese sin evaluar los efectos, las consecuencias en el público y considerarse inmune e impune con las responsabilidades éticas, legales, así como gozar y pregonar a sus anchas el libre albedrío.
Lo que sí es cierto, es que el Estado y el gobierno tienen sus responsabilidades ajustadas al interés nacional, colectivo y a garantizar los derechos subjetivos de la sociedad.
La pulseada está en la mesa y cada quien con sus atribuciones y responsabilidades propias y pertinentes. Todo parece indicar que el Estado y gobierno deben hacer imperar la ley, y no permitir que una nación y su población, esté sometida a la zozobra, a la angustia, al desasosiego, según los intereses particulares de algunas y algunos que quieren chantajear, manipular tanto a los partidos cualquiera sea su signo, así como manipular al gobierno, al Estado y a la misma sociedad.
El desprecio de algunos medios de calificar de “sapos” al pueblo, porque como dijo el presidente Nicolás Maduro- la mayoría del movimiento obrero sindical es bolivariano y defienden sus intereses de clase. Lo dicho se añade a lo que un pasado reciente le endilgó en una interpretación al pueblo, el pueblo venezolano es ignorante, anda con bollo de pan en una mano y en la otra una “carterita de ron”.
Mientras que a sus copartidarios fascistas y de ultraderecha, los medios privados, les endulzan sus acciones con adjetivos calificativos que lo que brotan es miel, tan sólo para engañar incautas e incautos y a quienes no son como ellos, no piensan como ellos y no son sumisos como ellos quieren, entonces le califican de gentuza.
Hay una verdad irrebatible, la historia la hacen los pueblos.
(Tomado de El mural de Gaspar)