A pesar del cerco económico, financiero y comercial que le impone Estados Unidos desde casi el mismo triunfo de su Revolución, en 1959, la Isla caribeña se ha empeñado a fondo en brindar ese derecho humano fundamental a todos sus habitantes, y a millones de personas en diferentes latitudes del planeta tierra, sin exclusión de razas, etnias o ideologías.
Por esa razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó recientemente a Cuba de modelo de integración para buscar soluciones a los problemas provocados por diversas enfermedades, muchas de ellas curables, y que por falta de prevención son causantes de muertes.
Desde 1963, cuando partió hacia Argelia la primera brigada médica del archipiélago caribeño, casi 132 mil, entre sus galenos y personal técnico, han ofrecido asistencia sanitaria gratuita, esencialmente a los más necesitados y de menos recursos, y actualmente 50 mil prestan sus servicios en más de 66 naciones.
Equipos de profesionales de la salud de Cuba estuvieron presentes en los devastadores terremotos de Perú, de 1970 y 2007, y en Centroamérica en 1998, cuando esa región fue azotada por los violentos huracanes Mitch y George, además de en otros Estados como Paquistán, y en la totalidad de los africanos.
Como parte de su cooperación sanitaria, la denominada Isla Bonita creó en 1999 la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), que ha graduado de doctores a miles de jóvenes de la Patria Grande y el mundo, incluidos norteamericanos, y cuya casa de altos estudios forma parte de su Sistema Integral de Salud.
Resalta en ese sentido la llamada Operación Milagro, un programa promovido por Cuba y Venezuela para tratar de manera gratis a pacientes con afecciones oftalmológicas, que hasta mayo del pasado año había beneficiado a dos millones y medio de personas de 34 países.
Por su parte, la mayor de las Antillas ha cumplido prácticamente con todos los Objetivos del Milenio, reduciendo su mortalidad infantil en 2013 a 4,2 por mil nacidos, la menor de América, incluso que la de Canadá y Estados Unidos, mientras su mortalidad materna es de 21 por 100 mil.
Al mismo tiempo, ha controlado la epidemia del Sida, la Tuberculosis (TB) y erradicado la Malaria, además de eliminado con campañas de vacunación otros padecimientos transmisibles, como la poliomielitis, la difteria, tosferina, el tétanos neonatal y la rubeola.
Las autoridades cubanas han puesto todo su caudal científico en función de la salud, un esfuerzo extraordinario en medio de las limitaciones que le provocan el ilegal bloqueo y la guerra sucia que Washington le aplica a la Isla.
Cuba es considerada a nivel internacional y por las organizaciones especializadas de la ONU una potencia mundial en la esfera de la medicina, no solo por su desarrollo, calidad y experiencia, sino por el humanismo de sus profesionales.
Bien ganada y merecida entonces su selección para presidir la 67 edición de la Asamblea Mundial de la Salud, a celebrarse en Ginebra del 19 al 24 de mayo venidero.